Violencia de genero no solo debe ser acción y referencia sobre la efeméride, es tarea que la sociedad en general tiene pendiente: Fátima Perera Salazar

Discurso Dip. Fátima Perera Salazar

De conformidad con la representación que ostento en este honorable congreso, orgullosamente miembro de mi partido, morena, me permito saludarles muy respetuosamente y compartir con ustedes algunas reflexiones mediante el presente posicionamiento.

La violencia de género la hemos conocido como una práctica común en nuestro país y desgraciadamente destaca en ello, nuestro estado Yucatán, conducta que lamentablemente afecta en todos los aspectos de la vida diaria de las mujeres que aquí habitamos; lo cual constituye una grave afrenta y evidente violación de derechos humanos.

La violencia, no obstante, no siempre es fácil de identificar, ya que la encontramos frecuentemente integrada a la cotidianeidad y bajo ciertas formas de expresarse, puede pasar desapercibida o tomada como algo «que es circunstancial».

La Organización de las Naciones Unidas define la violencia contra la mujer como “Todo acto de violencia de género que resulte o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.”

En nuestro continente, especialmente en América Latina, y siendo más específicos, en México, la problemática de la violencia de género ha sido consentida y se ha escondido en falsas cortinas de ignorancia invisible durante décadas, a pesar de que poco a poco se ha ido visibilizando cada vez más por los actos tan crueles de violencia extrema que día a día son perpetrados en nuestro territorio. Tal es el caso del feminicidio, que constituye la punta final de la pirámide de la violencia ejercida por razones de género.

El feminicidio es un fenómeno social, cultural y político, ya que detrás de él existe una larga cultura machista de subvaloración a la mujer y una deficiencia en las medidas de prevención y seguridad por parte del Estado para enfrentar este tema. Las estadísticas son alarmantes, se estima que, en nuestro país, dos de cada tres mujeres han sido víctimas de algún tipo de violencia de género y que la tasa de asesinatos es de seis a siete mujeres por día. De acuerdo con la ONU, en datos hasta 2016 México ocupaba el puesto 16 en feminicidios a nivel mundial.

En Yucatán los delitos de feminicidio han propiciado que la misma ciudadanía se organice, tal es el caso de diversos colectivos y asociaciones civiles en pro de los derechos de nosotras las mujeres, y que día con día exigen a las autoridades la generación e implementación de políticas públicas medibles y eficaces con perspectiva de género y que estén encaminadas a la prevención y erradicación de esta violencia, especialmente de la violencia feminicida, pero desafortunadamente no ha sido extraño que prefieran abordar estos delicados temas con hermetismo y simulación, e incluso retardado medidas indispensables para su combate, tal es el caso del Protocolo de actuación ministerial, pericial y policial en el delito de feminicidio que fue presentado en marzo del año 2017 a pesar de que este fue tipificado como delito grave desde el año 2014.

Otra medida que se omitió aplicar adecuadamente es relativa a la implementación de una base de datos oficiales que contempla el artículo 21 la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de Yucatán, que faculta al Instituto para la Igualdad entre Mujeres y Hombres de Yucatán en su fracción V para “Integrar, actualizar y administrar el Banco Estatal de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres, el cual incluirá información sobre los casos de violencia contra las mujeres en la entidad y las medidas de atención aplicadas.”

Por otro lado, existen diversos tipos de violencia que son susceptibles de cometerse en contra de cualquier persona independientemente de su sexo o su edad, pero que afecta con mucha más frecuencia a las mujeres sin importar su edad. Dichos delitos son específicamente los referentes a la violencia familiar, hostigamiento, acoso y abuso sexual, cuyo daño en la gran mayoría de los casos de quienes son víctimas de estos detestables actos son irreparables o irreversibles en muchos de ellos, lo que provoca en la víctima una afectación en diversos aspectos de su vida cotidiana.

Los feminicidios no debemos considerarlos como situaciones aisladas o espontaneas, son producto de todo un sistema conductual socialmente aceptado y que a lo largo de la vida de quien finalmente será un delincuente feminicida hay detrás episodios que se reflejan en características de violencia y discriminación basada en el género, por lo que cobra vital relevancia hacer una detección y valoración de las conductas que pudieran ser detonantes o desencadenantes de estos episodios antisociales.

Según cifras del INEGI, en el país, el 66.1 por ciento de las mujeres mayores de 15 años ha sufrido algún tipo de agresión, mientras que en un 43.9 por ciento, los causantes son sus esposos o parejas, sin embargo, la violencia se presenta en todos los ámbitos y por parte de agresores diversos, que incluyen también a familiares y desconocidos.

Ahora bien, de los 46.5 millones de mujeres de 15 años y más que hay en el país, 66.1% (30.7 millones), ha enfrentado violencia de cualquier tipo y de cualquier agresor, alguna vez en su vida. Mientras que el 43.9% ha enfrentado agresiones del esposo o pareja actual o la última a lo largo de su relación y 53.1% sufrió violencia por parte de algún agresor distinto a la pareja. La media nacional para este problema de violencia es de 54.46%, mientras que Yucatán se encuentra por encima de ésta con 66.8%, y así los indicadores en los diferentes tipos de violencia como la familiar donde tenemos porcentajes muy parecidos a los contenidos en la media nacional.

No hay duda que para que se puedan contener y erradicar la violencia de género, es importante la conjunción de acciones y medidas de todos los niveles de gobierno.

Creo además que se debe tener especial énfasis en la violencia simbólica de género que se reproduce sin filtro en los medios de comunicación. Se debe regular la publicidad, sancionando y prohibiendo su difusión cuando no sólo no abone a una cultura de igualdad sustantiva, entre hombres y mujeres, sino que además vaya en contra de ellas y promueva imágenes estereotipadas y denigrantes de las mujeres, como seres humanos desechables e intercambiables.

En ese sentido, resulta prudente promover campañas en medios de comunicación, cursos y talleres de sensibilización en escuelas que alerten sobre los diferentes tipos de violencia y sus efectos devastadores, aunque aparentemente invisibles sobre las personas que la viven.

Sabemos que por lo general el mayor énfasis en tareas de atención y prevención está puesto en la violencia física y se ha dado menos o poca importancia a la violencia psicológica y/emocional; que, sin embargo, de acuerdo con encuestas nacionales e Internacionales es la que ocupa el primer lugar. Además, sabemos ya que esa violencia psicológica y emocional es la antesala o el abono para otros tipos de violencia, ya que atenta directamente contra el amor propio y la autoestima de las mujeres; haciéndoles creer que se merecen todas las subsecuentes formas de violencia a la que son sujetas.

Hablar sobre violencia de genero no solo deberá ser acción y referencia sobre la efeméride, es tarea que la sociedad en general tiene pendiente y abordarse en la construcción de políticas y proyectos de cara al futuro que la humanidad merece.

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