Se cumple última voluntad del ex pelotero Adolfo Loría Montero, el Chel Loría

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Mérida, Yucatán, 29 de mayo de 2016.- La última voluntad del pelotero yucateco Adolfo Loría Montero, el Chel Loría, quien falleció el 11 de enero pasado a los 93 años en la Ciudad de México y pidió que sus cenizas fueran traídas a su tierra y depositadas en el estadio “General Salvador Alvarado”, se cumplió.

Beisbolistas de antaño y familiares depositaron las cenizas del ex jugador de los Diablos Rojos de México en los jardines del entonces campo de pelota, cerca donde actualmente se ubica la fosa de clavados del inmueble.

Previamente se realizó una sencilla ceremonia con la presencia de don William Berzunza, miembro del Salón de la Fama del Béisbol Mexicano y compañero de equipo de Loría, el historiador Carlos Castillo Barrio, y los presidentes del Salón de la Fama del Deporte Yucateco, Gaspar López Poveda y, del comité elector, Rusell Gutiérrez Canto, entre otros invitados especiales.

Durante el acto habló su hijo José Elías Loria, don Carlos Castillo y finalmente don William Berzunza. Posteriormente se pidió un minuto de aplausos para el Chel, quien a sus 92 años todavía era jugador activo, el más veterano de la Liga Petrolera en el Distrito Federal, donde radicó los últimos años de su vida.

Fue ex jugador de las Estrellas Yucatecas en la desaparecida Liga Peninsular. De acuerdo con el historiador Castillo Barrio recordó que él tenía entre 10 u 11 años cuando lo conoció, lo calificó como una buena persona, muy responsable, pero de un duro carácter que lo marcaba y lo hacía diferente con otros jugadores.

Su hijo agradeció este homenaje y recordó a su padre como una persona entregada a este deporte y muy estricto, quien jugó béisbol hasta sus últimos días, su último partido fue en marzo de 2015 y luego cayó enfermo.

Fue su hija mayor, Melba Rosa Loría Verde de Recio, quien se encargó de esparcir las cenizas de don Adolfo Loría Montero, ahí en ese sitio donde años atrás su padre patrullaba esa zona y dejó constancia de la calidad de su brazo.

La mujer entregó posteriormente al Salón de la Fama del Deporte Yucateco, sus spaicks, su vestimenta y algunas pelotas que el extinto pelotero guardaba con recelo.