Los distractores.

Las Reliquias del Hombre Ave por: Dr Adán Echeverría García

Leer es un acto egoísta, siempre lo supe. No nos gusta que nos interrumpan. No nos gusta que lean sobre nuestro hombro. Aunque en ocasiones quisiéramos compartir con los otros las maravillas que hemos leído. Muchas veces me he topado con esos personajes-escritores, que pregonan sus muchas lecturas: ¿No has leído tal obra, cómo puede ser? Y no pensamos jamás en los procesos de lectura, los procesos de vida de nuestros interlocutores.

Si alguien no lee, pensemos en las muchas razones por las cuáles no ha tenido la oportunidad de acercarse a la lectura. La primera de esas razones puede ser el clarísimo: «No leo porque me aburre». Y no, no mis compañeros lectores, no sientan que les dará el soponcio. No juzguen de labios para afuera.

Decía el gran Mariano Azuela: Si yo no hubiera escrito Los de abajo, a lo mejor tampoco la leería.

Eso debe de abrirnos los ojos para reconocer al otro. Sin embargo, vivimos siempre dentro del Síndrome del Espejo.

«Opinamos sobre la vida, juzgando solamente de acuerdo con lo que nosotros haríamos, con base en nuestra educación y cultura, juzgamos a los otros con base en el reflejo de nuestro ser social, de nuestros valores, de nuestra política, de nuestra religión. Medimos a los demás de acuerdo a lo que nosotros hemos vivido, o a la vida que hemos construido para ser quienes somos, o la caricatura de lo que somos. Nos vemos en el espejo y no vemos lo que somos sino lo que los demás quieren que seamos, y con base en ese juicio que ni siquiera es propio juzgamos a los demás. Entonces queremos que todos al menos sean lo que nosotros creemos que somos».

¿Cómo no pueden leer lo que yo leo? ¿Cómo tienen tantos años y no han leído tanto como yo? A su edad yo había leído muchísimos libros. Desde la primaria conozco a esos autores. Mil libros, eso es lo que debes haber leído antes de comenzar a pensar en escribir y publicar tu primer libro propio. La lectura os hará libres, no lo entienden. Leer te hace crecer el cabello, te cura la caries, te consigue las mejores parejas, te hace ver guapo; las mujeres que leen tienen una vida sexual hermosa llena de amor y empoderamiento. ¿Cómo les puede gustar la música que a mí no me gusta? ¿Cómo puede gustarles Arjona, Cohelo, Cuauhtémoc Sánchez, Og Mandino? Eso no es literatura, eso es todo menos literatura. ¿Dices que eres poeta y tu referencia es Benedetti? ¿Cómo no pueden ver las maravillas que yo veo en mí? ¿Cómo no pueden leer 2 libros a la semana? Por eso México está donde está, en el tercer mundo.

Y de esta manera juzgamos los procesos lectores de los otros sin mirar los propios. No no no señorita, a nadie le importa cuántos libros lees al año. Sólo te debe ser importante a ti. Pensar en decir cuántos libros lees, presumir el número de lecturas que tienes, habla más de problemas de la infancia que nos has podido superar. Es casi como decir: «Yo la tengo más grande».

Entendamos los procesos de los otros. Aprendamos y respetemos sus procesos vitales. México es número uno en embarazos infantiles, la tasa de suicidios infantiles es alarmantes, las estadísticas sobre la deserción escolar no dejan de crecer. Y algunos cree que es con becas como se resuelven estas situaciones.

Vivir, sobrevivir el caos de la vida, a la economía acelerada o detenida, sobrevivir a la disfunción familiar, son temas de suma importancia que siempre estarán por arriba de la importancia de la lectura. No es poniendo los libros a 20 pesos la forma de resolver el problema de lectura. Desde que ese programa comenzó en este sexenio, me he acercado a las librerías de Matamoros, y la afluencia es la misma. A los que nos gusta leer nos parece maravilloso, pues podemos conseguir más baratos los libros; pero no ha sido suficiente. Sin embargo, uno se da cuenta de que, en su Romanticismo de Promoción Literaria, dejan de lado todos aquellos distractores que forman la vida misma de los demás.

¿Por qué un joven o una jovencita señalan que les aburre leer? Todo, mis queridos lectores, comienza en la infancia. A los 3 años de edad se comienza con el almacenaje de los recuerdos. Y de los 3 a los 10 años todos desarrollamos nuestra personalidad. Es en esa etapa de la vida cuando se nos debe de exponer a los libros y a las lecturas. Es en esa edad en la que se nos debe de amar, se nos debe decir: ¡No te preocupes, todo saldrá bien! Te amamos.

Pero a cuántos de nuestros niños de los 3 a los 10 años les damos todo menos cariño, respeto, amor, verdad. Son los distractores, pensemos en ello antes de juzgar los procesos de lectura que los demás tienen. Las redes sociales, la televisión, los placeres que nos hacen estar en busca de ocultar el miedo, la depresión y la ansiedad. Los placeres vitales que nos puede ofrecer la risa y la diversión episódica.

La promoción de la lectura es una gran herramienta si primero pensamos en el otro, y aprendemos quiénes son las personas, los grupos sociales a los que nos estamos dirigiendo.