En Nicaragua, “el gobierno no tiene toda la voz ni la última palabra”

El documental “La otra ola”, producción que sigue los pasos de Xaviera, una de los miles de personas nicaragüenses exiliadas que están buscando rehacer su vida en Costa Rica, tuvo su primera proyección local en el ITESO. Al final hubo una mesa de diálogo con Carlos Herrera, productor de la cinta, y Fátima Villalta, quien también vive en exilio.

Xaviera es nicaragüense. Es madre de dos niñas pequeñas, Aisha y Sophie. Y desde hace años es parte de la comunidad de exiliados que tuvieron que salir de Nicaragua, huyendo de la dictadura encabezada por Daniel Ortega y Rosario Murillo. Ahora, en Costa Rica, lucha por sacar adelante su emprendimiento mientras busca un nuevo hogar: en cinco años se ha mudado aproximadamente 20 veces. Xaviera es la protagonista del documental La otra ola, producido por el colectivo Divergentes y que busca retratar la realidad que enfrentan los miles de nicaragüenses que han abandonado su patria.

Divergentes es un grupo de periodistas que fueron reprimidos y ahora viven en el exilio y que están buscando contar las historias que la dictadura Ortega-Murillo se empeña en ocultar. Previo a la proyección del documental, Pedro Reyes, SJ, director de la revista Christus, coeditada por la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y el ITESO, señaló que se trata de “un testimonio de las vidas que se han visto arruinadas por un gobierno que no tolera las voces divergentes ni la crítica”.

Dijo que los y las nicaragüenses en el exilio han tenido que “irse a lugares donde sus vidas, sus biografías, no son plenamente reconocidas”, y añadió que es necesario unir esfuerzos y voluntades porque “para romper el cerco impuesto por un régimen que quiere imponer una sola voz, es necesario llevar la inteligencia crítica a todos los aspectos de la vida”.

La otra ola acompaña los días de Xaviera y comienza siguiéndola por un panteón, donde está buscando la tumba de su abuelo. Por una llamada telefónica con su padre es posible saber que su abuelo llegó a Costa Rica durante los años ochenta, durante la primera gran migración de nicaragüenses. Según documenta el material, actualmente son 200 mil los exiliados que han dejado Nicaragua, muchos de los cuales han intentado, como Xaviera, rehacer su vida en el país tico.

A diferencia de un documental tradicional, la propuesta de Divergentes sigue los pasos de Xaviera sin presentar testimonios directos a cámara. En su lugar muestra sus interacciones con otras personas en exilio, como Jacob, integrante de la comunidad LGBTQ+ que padece lumbalgia y cuenta los problemas que ha enfrentado para acceder a los servicios de salud. Así, en pláticas con más personas, el espectador se entera de las dificultades para encontrar vivienda, empleo, educación, seguridad social, atención de salud mental, etcétera. “Ese último Día de las Madres en Nicaragua pudieron haberme matado en esa marcha. He estado pensando en eso. ¿Cómo se habría sentido mi mamá? ¿Qué habría pasado con Aisha?”, platica Xaviera. Se refiere a la manifestación ocurrida el 30 de mayo de 2018, la cual fue disuelta con violencia dejando un saldo oficial de 15 muertos y 199 heridos. Poco después dejó Nicaragua y partió rumbo a Costa Rica.

Pero también hay un momento de esperanza: casi al final del documental es posible ver como Aisha, su hija mayor, cumple su rito de iniciación para entrar a una manada de scouts.

“Hablar, pensar, debatir sobre Nicaragua a partir de los diferentes materiales [que se pueden producir] siempre va a ser generador de una exigencia de solidaridad. Nicaragua sufre una dictadura terrible, dura, que sobre todo busca la represión total del desarrollo de la persona humana; anula la libertad de pensamiento, religiosa, de expresión y de asociación”, dijo José María Tojeira, SJ, vocero para Centroamérica de la Compañía de Jesús, en un videomensaje grabado que pudo verse antes de la proyección del documental.

“Siempre hay fracturas en un régimen totalitario. El documental las muestra”

Luego de la proyección, tuvo lugar una charla que congregó a Carlos Herrera, exiliado, fundador de Divergentes y productor ejecutivo de La otra ola; Fátima Villalta, exiliada, estudiante de maestría en la Universidad de Guadalajara y exalumna de la Universidad Centroamericana (UCA), y Carlos Gutiérrez, académico de la Universidad Veracruzana (UV) e integrante de la plataforma periodística Connectas, todos ellos moderados por Paloma Robles, editora de la revista Christus.

Carlos, el nicaragüense, contó que Divergentes está integrado por periodistas que están en el exilio desde 2021 y que desde entonces han venido buscando “cómo contar de manera distinta las dificultades que viven las personas que salen del país para integrase a otras sociedades, como la costarricense”.

Carlos, el mexicano, dijo que vio el documental a principios de año en Bogotá, Colombia, y platicó con Pedro Reyes, SJ, sobre la pertinencia de traerlo a México. La del ITESO es una de las primeras proyecciones del material en nuestro país. “Siempre hay fracturas en un régimen que busca ser totalitario. El documental las muestra, las vemos en la construcción de comunidad, ahí está lo valioso que muestra este trabajo”, dijo Gutiérrez.

Al hacer uso de la voz, Fátima Villalta mencionó que le fue fácil reconocerse en la historia de Xaviera, primero por lo que ella misma ha tenido que enfrentar en el exilio y, segundo, porque conoce a la protagonista del material. Contó que llegó al país como escritora invitada de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara en 2018. “Aproveché ese boleto y llegué acá. Al igual que Xaviera, vine a México ‘por mientras’, sólo en lo que se calmaban las cosas, pero siempre con la idea de regresar”. Villalta destacó el apoyo que recibió de FM4 Paso Libre para sortear las trabas del Instituto Nacional de Migración y obtener protección como refugiada.

Una idea que se plasma desde el título del documental, y que se menciona en una reunión grabada en el mismo, es que los conflictos que se viven ahora son herencia de los que se vivieron en los ochenta y no fueron debidamente resueltos. Villalta dijo que “si no se sana lo que está pasando ahora, es probable que pueda repetirse”.

Herrera destacó el papel del periodismo para hacerle frente a los discursos que trata de imponer el Estado. “El gobierno no tiene toda la voz ni la última palabra”, dijo y agregó que la violencia del caso nicaragüense ha llevado a muchos periodistas a la autocensura, al cierre de espacios informativos disidentes, un cerco que han tratado de “vencer a través de internet para ofrecer el mejor periodismo desde el exilio y generar confianza y credibilidad”. Como parte de esos esfuerzos, añadió, se creó la Red Centroamericana de Periodistas para crear vínculos de apoyo.

Para cerrar el diálogo, Alexander Zatyrka, SJ, rector del ITESO, dijo unas breves palabras en las que refrendó el compromiso de la universidad para ser “un espacio abierto para discutir las situaciones que duelen. Son situaciones que queremos remediar con lo mejor que cada uno tiene, en este caso abriendo espacios de diálogo”. En nombre de la universidad y de toda la comunidad universitaria expresó su solidaridad “con todo el pueblo nicaragüense y sus luchas. Ésta es su casa y lo seguirá siendo.