Discurso de la Diputada Fátima Perera Salazar

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Con el permiso de la mesa directiva, saludando respetuosamente a cada uno de las diputadas y diputados de esta sexagésima segunda legislatura del Estado de Yucatán, al público que nos acompaña y afectuosamente a los representantes de los medios de comunicación que se hacen hoy presentes.

Llega hoy al pleno de esta soberanía el dictamen respecto de la iniciativa que la fracción de morena por mi conducto presentó referente al proyecto de Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones del Código de la Administración Pública de Yucatán.

En él, en función de diversos razonamientos, se hace un planteamiento puntual, que contempla enfoques precisos respecto de la optimización necesaria que diversas responsabilidades administrativas en el entorno de acciones ejecutivas y de dirección exigirían del capital humano individualizado para con esas tareas.

Ello es actualmente una necesidad, sobre todo de las instituciones públicas, pues estas son organizaciones complejas que se mueven en múltiples esferas en un entorno cada vez más dinámico e incierto, que en ocasiones las pudiese hacer vulnerables ante la incapacidad de respuesta ante requerimientos profesionales.

Además, no es extraño que dichas instituciones están integradas estructuralmente por unidades o dependencias muy heterogéneas  demandantes de precisión necesaria respecto de la toma de decisiones. A esta disyuntiva debe dar respuesta la responsabilidad competente en el orden político social representada por el honorable Congreso del Estado. Definiendo, un enfoque estratégico orientado a la promoción de la calidad y la excelencia de la gestión; esto último como factor clave en la perspectiva de resultados.

Es evidente que la gestión profesional de una institución necesita de personas con una sólida formación y experiencia; pero no lo es menos –o no debería serlo- que los equipos directivos, en sus diferentes niveles, deben poseer la formación de alto nivel necesaria para orientar las decisiones de los equipos bajo su control. Esta condición que con cierta frecuencia no se ha dado necesariamente, también ha coincidido en que se ha carecido del valor empírico que los requerimientos profesionales frecuentemente representan los conocimientos necesarios,  resultando en una exigible manifestación de capacidad precisa para encaminar a la institución hacia sus metas que explican la razón de su existencia.

El contexto singular de la propuesta, ha centrado su argumentación sustantiva mínima, en la necesidad de dotar a las instancias que toman decisiones, guían trabajos y supervisan acciones en función de la designación en los organismos descentralizados o sus equivalentes de Directores Generales o responsables,   que demuestren documental y empíricamente la existencia de la capacidad afín, técnica o profesional que permita considerarlos aptos en la responsabilidad que se les otorga.

Es cierto que en las instancias previstas en el presente proyecto nos podemos encontrar con gente conocedora y capaz, pero lo previsto orgánicamente es la existencia de un solo director. Las dificultades a las que se enfrenta, así como sus funciones, pueden sobrepasarle e ir más allá de sus conocimientos y experiencia previa. De ahí que resulte fundamental la formación específica para ejercer el cargo de dirección.

Pensar en la posibilidad de que todo ese conjunto de tareas, actividades, personas, funciones… pueden articularse por sí mismas sin la acción decisiva de alguien que las dirija con conocimiento pleno parece fuera de todo sentido. Admitir que tal articulación responda a un plan de acción intencional –eso y no otra cosa ha sido la inercia funcional- sin ese alguien que tenga claro el norte, los medios y los recurso, no resulta creíble ni sostenible.

No debo omitir el aporte que en la comisión se hizo por parte de varios de los integrantes que la conforman, estoy convencida de las sanas intenciones que enriquecieron el proyecto, y así mismo la incorporación de las pertinentes adecuaciones técnicas que se le hicieron y que me permiten solicitar el voto a favor de todos y cada uno de los diputados y diputadas de este pleno legislativo con la confianza de que se configuró un buen producto legislativo.

La muy prudente propuesta que en función de la importancia de las instituciones académicas y los méritos demostrables de quienes deben de dirigirlas al exigírseles maestría a sus titulares habla de un indispensable propósito por elevar la calidad que debe caracterizar a los centros educativos de educación superior ligados al Estado y ello me parece destacable.

Quienes hoy nos sentimos comprometidos en el necesario cambio transformador que requiere la vida pública del país y de nuestro estado, en la propuesta que se pone a votación, estamos convencidos de que estamos incorporando acciones que apoyan dicho propósito y sabemos que aún en pensamientos diferentes puede ser compartido.

Cierro mi participación solicitando el voto aprobatorio del dictamen que se nos presenta, que no solamente merecerá mi agradecimiento, sino seguramente el de la sociedad que pretendemos representar.

Es cuanto.