América manda al sótano a la Chivas

Noche inolvidable para América que viene de atrás para llevarse el clásico nacional por 2-1 y manda a las Chivas de Guadalajara al sótano de la tabla del Torneo Apertura 2017

Clásicos: dícese de aquellos partidos imposibles de explicar. Son los que se escriben en un lienzo verde, no en un papel o en 140 caracteres de las redes sociales, aquellos que merecen ser recordados y que gozan de protagonistas, hazañas y épicas dignas del recuerdo. El Club América abrió el diccionario del buen futbol y entendió este concepto antes de enfrentar a Chivas.

América tuvo uno de esos partidos que se convierten en un ladrillo que compone el pedestal sobre el cual reposa la grandeza del conjunto de Coapa. Las Águilas volvieron a salir airosos justo en el partido que más importa en la Fase Regular: triunfo de 2-1 ante el Club Guadalajara en el clásico nacional, el encuentro más esperado de la Liga MX, aquel que aficionados de los dos conjuntos más grandes de México buscan en primer lugar cada vez que se publica un nuevo calendario.

El clásico llegó al Estadio Azteca semanas después de lo previsto, después de que la Jornada 10 fuera aplazada por el sismo del pasado 19 de septiembre, pero pareciera que el duelo sencillamente se cocinó con su propio ritmo, se hizo esperar, desear y querer. Un añejamiento que casi era necesario después de lo exhibido en el coloso este miércoles.

Los dirigidos por Miguel Herrera se anotaron ya el pleno de clásicos. Chivas se une a la pena de Pumas y Cruz Azul y la ilusión azulcrema no es más grande solamente por que el planeta no tiene el tamaño suficiente para albergarla: la última vez que los capitalinos vencieron sus tres clásicos con el “Piojo” en la dirección técnica, Moisés Muñoz anotaba uno de los goles más recordados de la historia y, minutos después, Miguel Layún anotaba el penal definitivo con el que se consumaba el título americanista en el Clausura 2013.

¿No es suficiente? América se dio el lujo de arrebatarle a su acérrimo rival prácticamente el último consuelo que le quedaba en el Apertura 2017, además de mandarlo nada menos que al sótano de la Liga MX, un lugar tan atípico para el rebaño como los peces en el Sahara o la nieve en tierra caliente.

Chivas fue valiente, decidido, atrevido e incluso mejoró la de por sí agradable cara que había presentado en el duelo frente a Morelia el pasado fin de semana. El gol de Carlos Cisneros, de tiro cruzado y desde fuera del área a los 55′ ilusionaba a los rojiblancos quienes veían más que posible el triunfo; pero no solo de buen futbol vive el hombre, quizás esa es una de las lecciones más dolorosas que ha aprendido el técnico Matías Almeyda.

Rodolfo Cota otorgó un rebote que Oribe Peralta aprovechó a los 71′ para decretar un (quizás) inmerecido empate en lo que fue, en realidad, la segunda llegada de consideración de las Águilas en el encuentro, después de una media tijera de Darwin Quintero en la primera parte.

Ipso facto, fue como cuando Mary Shelley otorgó la descarga eléctrica para originar a su Frankenstein, América despertó furioso, descarado, explayado y, lo más importante: contundente. Los azulcrema no perdonaron y Renato Ibarra, minutos después, hacía una gran jugada individual que culminaría con un tiro cruzado a ras de pasto dentro del área para desatar el delirio en el Azteca.

Contundencia, dolor y falta de puntaje: tres conceptos claves en el futbol, tres conceptos con los cuales Almeyda y sus pupilos se van a ir a dormir en un tormento maximizado por el rival que tenía en frente. Alan Pulido de tiro libre e incluso el propio Cisneros sacaron lo mejor del portero Agustín Marchesín, la media cancha se multiplicó y lució como no lo había hecho en el Apertura: pero la crueldad no entiende de jugar bien, el futbol solamente se entiende con goles.

América es el señor de los clásicos en el Apertura, el sello de Miguel Herrera quien llegó a 500 partidos dirigidos en Liga MX (Fase Regular y Liguilla). Tiene un pleno de clásicos y faltará el objetivo primordial: aquel que emule ese cabezazo legendario y ese penal mágico con el que el americanismo festejó en el Clausura 2013.