Dicho maíz no necesita de mucho nitrógeno (fertilizante) en el suelo para crecer hasta cinco metros.
“Tiene unas raíces aéreas que tienen una mucosidad en donde vive una comunidad de bacterias que ayuda a que la planta obtenga el nitrógeno de la atmósfera”, explica el científico Alan Bennett.
Con el mecanismo del maíz mixe, se podría lograr una reducción del uso de fertilizante de entre un 28 y un 82 por ciento.
Sin embargo, esta planta tiene un par de desventajas: necesita mucho espacio y tiempo para crecer. Afortunadamente los investigadores tienen la esperanza de identificar el mecanismo que permite a este maíz fijar el nitrógeno en el aire para poder incorporarlo en otras variedades.
Otro atributo es que, de acuerdo con el Protocolo de Nagoya, la comunidad que cultiva el maíz se beneficiaría económicamente de su comercialización.
“Si hay algún beneficio de ello, lo vamos a compartir por partes iguales”, prometen los investigadores.
Incumplimiento del protocolo
El subdirector del centro regional de Oaxaca de la Universidad de Chapingo, Humberto Castro García advierte que “en la práctica los ejemplos de que se hayan realizado son escasos o nulos y las comunidades salen afectadas”. Por lo que hay que estar atentos para “proteger este nuevo descubrimiento”.
Castro García hace algunas observaciones al estudio.
“No es necesario hacer tanta investigación y meterse en líos de patentes: se sabe que tradicionalmente las leguminosas (frijoles, lentejas, entre otros) capturan el nitrógeno de la atmósfera y lo dejan disponible en el suelo”.
Para el investigador de la Universidad de Chapingo ya existen soluciones ancestrales al problema del uso excesivo de fertilizantes nitrogenados: la milpa (en el que se cultivan distintas cosas juntas) o la rotación de cultivos.
Alan Bennett tiene algunas objeciones a lo planteado por Castro García.
“El cultivo de leguminosas debería ser más recomendado. Pero no siempre es posible porque los campesinos a veces eligen sembrar maíz tras maíz por perspectiva económica. Así que la rotación no es muy común”, revira el investigador de la Universidad de California Davis.