TEMEROS LOS UNOS A LOS OTROS

Las Reliquias del Hombre Ave por: Adán Echeverría

Isaac Bashevis Singer, en su magnífica novela Sombras sobre el Hudson cuenta una anécdota del régimen Stalinista que, en mejores palabras, describe una escena como la siguiente: Dos amigos de toda la vida se encuentran una tarde noche en una cantina, se saludan como siempre, se sonríen, y piden un trago, luego uno de ellos mira al otro y le dice: ‘Estoy un poco harto de las cosas’, entonces se hace un silencio, los dos se miran de nuevo, con un gesto duro, vuelven a sonreírse, apuran su bebida, y salen de la cantina. Se despiden y cada uno toma un camino opuesto, uno al sur, otro hacia el norte. Al llegar cada quien a la esquina, dobla y arranca a correr, con destino a las oficinas del Partido Comunista a denunciar al otro, porque uno sabe que se Quejó del sistema, y el otro sabe que puede ser denunciado por haber escuchado la queja y no haberlo denunciado, y los dos temen por su vida. Valiente amistad de estos personajes que se conocían de toda la vida.

Eso más o menos es lo que se han vuelto ahora las redes sociales. Nada tan peligroso como una cámara en manos de un ignorante o de un cobarde, de alguien que no tiene los arrestos para dirimir un pensamiento y hacer uso de su libertad en pro de la libertad del otro. ¿Qué cosa es lo permitido y qué cosa lo prohibido? Vaya, ahí está la Constitución y las leyes que de ella emanan, y está igual el sentido común, como las agencias contra el crimen, con su consabida corrupción, limitantes y falta de profesionalismo, pero ahí están, y hay que ir a ellas a levantar una denuncia.

Las armas no son las peligrosas; puedo bañarme en balas, pasármelas por mi cuerpo, lanzarlas al aire y hacer malabares con ellas, e incluso con rifles y pistolas y no moriré ni mataré por eso. Son las intenciones las que matan. Lo mismo los videos que todos toman con sus teléfonos móviles. Todo puede ser sacado del contexto.

El Otro se ha convertido en el enemigo. Porque el Otro no es una extensión de uno mismo, y eso encabrona a los imbéciles. Se dicen: ¿Pero cómo no puede pensar como yo? ¿Cómo puede escribir lo que escribe? ¿Cómo puede ganar lo que gana? ¿Cómo puede tener el hombre que tiene? ¿Tan feo y con suerte? Seguro tiene ese puesto porque mostró los senos. ¿Cómo puede darse ese lujo? ¿Cómo puede dar las noticas? ¿Cómo puede ser cantante? ¿Cómo puede jugar con el Real Madrid? Y en cualquier ámbito de nuestra vida, pensamos que las redes sociales nos han puesto a todos en el mismo nivel, y entonces creemos que eso es la democracia, que así se ha logrado la equidad. Que todos somos iguales, a imagen y semejanza de ese dios que nos hemos inventado. Y dioses al fin, lo podemos todo, hasta castigar al Otro por no ser como yo. Qué cosa es la igualdad, tan lejana del equilibrio. Que los derechos humanos para todos, aún para los que violaron los derechos de los otros. El Otro, el Diferente, siempre será el enemigo.

Si haces eso, te acuso en el feisbuk, si haces lo otro, te acuso en el feisbuk, si piensas diferente te acuso en el feisbuk, si eres negro, si eres mexicano, si eres rico, si eres político, si eres amarillo, si estás mamado, si te gusta el sexo, si dices gilipolleces, si la concha de tu… te acuso en el feisbuk. Si no crees, respeta, pedazo de basura atea. Si crees arrepiéntete pedazo de cielo mío. Jamás lo diferente nos había causado tanto miedo.

Una madre que siempre va a pelearse con los maestros de un plantel, acusa en el feisbuk, y entonces las oleadas de insultos en contra de las autoridades de la escuela, porque la disciplina la pone el feisbuk, la ponemos todos vía la red social. Y así como antes gritábamos: ¡Al ladrón!, ¡Al ladrón! Nos volvemos lo que aquellas chicas de Salem: “Su espectro está acá parado junto a mi oído diciéndome cosas vulgares”. Y todos los pueblerinos del feisbujk gritan: “Tú demonio, porqué asustas así a esas niñas, porqué no las dejas en paz, no ves que te están acusando”. Aunque nadie vea nada, aunque sea todo una gran mentira. Si todos lo dicen, debe ser cierto, habrá que sumar. Y así de ridículos se ven todos.

Los Carmen Aristegui bots, los Milenio bots, los Ciudademéxico bots, que se la pasan diciendo y apuntando con el dedo a todos los Otros. Tú, le tiraste limonada a esa niña scout, mátenlos; Tú, golpeaste a otro porque eres un guarura malo, y la respuesta de los que se permiten estos dislates por unos cuantos votos es: Vamos a regular a los guaruras, para que nos den todas sus documentaciones, y sepamos por donde andan cada uno de ellos. El empadronamiento de los guaruras es algo necesario para esta ciudad (total que el hijo de Beltrones no tiene chamba y así le creamos una oficina para que trabaje, que chido).

Tú, que escupiste a AMLO. Tú, que djiste que quieres a su hija en tu cama. Tú, que hablas del aborto y ni siquiera eres mujer. Tú, que eres mujer y no te quejas del heteropatriarcado, Tú, que no dejas entrar al niño-niña a su escuela con su pelito largo y su vestidito solo porque tiene pene colgando. Tú, que estás a favor de Trump. Tú, que votaste por Fox. Tú que no trabajas, Tú que sí trabajas, seguro porque tienes palanca. Tú, que escribes poemas cursis.  Tú que… Para qué aburrirlo, usted piense en cuántas veces se ha sumado a esas cacerías de brujas vía un video, sin saber de qué va el asunto.

Violan a una joven, el padre hace un trato con los violadores y sus familiares, un año después rompen el trato, y entonces pongo una demanda, ¡un año después!, Ellos rompieron el trato. ¿Y cómo esta su hija? ¿Qué tiene? ¿Cómo está, pues ella es la que fue lastimada y de la que se abusó? No, eso no importa, rompieron un trato. Y Tú, autoridad que no quieres resolver el caso. ¿Cuál caso si este mismo padre ha jodido toda la investigación?

En fin… que la censura pública que quieren imponer, cuando menos lo esperan les cobrará factura en cosas que ustedes mismos quieran, o hagan, porque, mis queriditos, ustedes también son El Otro.