“MI ÚNICO PECADO SON LAS EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES”

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“¿Cuál es mi falla? Nunca me he robado ni un solo peso. Mi único pecado son las ejecuciones extrajudiciales”, fueron las palabras exactas del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte. Sin saber si esperaba aplausos, el mandatario asiático confirmó que, aunque no es ratero, sí ha estado involucrado en el asesinato de miles de ciudadanos.

Esta es la primera vez que el controvertido presidente admite estar involucrado en las ejecuciones extrajudiciales. Esta política de “mátalos en caliente” —o como se diga en filipino— forma parte de una estrategia del gobierno de Duterte, que es bastante familiar para los mexicanos: la guerra contra “el narco”.

El presidente ya había confirmado antes que sí existían ejecuciones en su país, pero siempre había negado que fueran autorizadas por el gobierno. Esta declaración acusatoria cambia el rumbo de las cosas y puede ser una prueba clave para la investigación de la Corte Penal Internacional (ICC) que hay en su contra.

La respuesta de Duterte fue muy razonable: retiró a Filipinas del Estatuto de Roma, que era el mecanismo que le daba jurisdicción a la Corte Internacional de investigar a su país.

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Según los números del gobierno, 4 mil 500 personas han sido ejecutadas por la policía. Eso sí, todos son “dealers y adictos” y según la administración de Duterte le dan “legitimidad” a su decisión. Pero esos no son los números finales.

La investigación del ICC en contra del presidente de Filipinas —un ‘panfletito’ de 77 páginas— dice que hay cerca de 8 mil asesinados. Mientras tanto, grupos de activismo entrevistados por The Guardian aseguran que la cifra pasa de los 12 mil.

¿Y qué dijo el presidente después de soltar la sopa con su declaración? Técnicamente no lo dijo él, pero sí salió a hablar su corrector de planas oficial para decir que habían sido comentarios “juguetones” —sí, de verdad dijo eso— y que no debían ser tomados literalmente.