Discurso en el centenario de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Yucatán de 1918

.

Mérida, Yucatán, 14 de enero de 2018 

Muy buenos días tengan todos y todas ustedes, amigas y amigos. Estimada maestra en Derecho Celia Riva Rodríguez, presidenta de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del honorable Congreso del Estado; estimado doctor en Derecho Marcos Celis Quintal, presidente del honorable Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del Estado; saludo con respeto a las y los magistrados al honorable Tribunal Superior de Justicia; distinguidas, distinguidos diputadas, diputados al honorable Congreso del Estado.

Estimado general de Grupo Piloto Aviador, Diplomado de Estado Mayor Aéreo, Román Carmona Landa, comandante de la Base Aérea Militar número 8, representante de la X Región Militar en este importante evento. Distinguida abogada María Dolores Fritz Sierra, presidenta Municipal de Mérida, muchas gracias distinguida presidenta Municipal.

Maestra Martha Góngora Sánchez, secretaria General de Gobierno; muy estimado vicealmirante Cuerpo General, Diplomado de Estado Mayor, Rosendo Jesús Escalante Ilizaliturri, comandante de la IX Zona Naval. Aprovecho, señor vicealmirante para agradecerle en nombre de todo el pueblo de Yucatán el gran servicio que le ha brindado a nuestro estado.

Hemos sido informados que, a partir de mañana, nuevas latitudes demandan su responsabilidad y su gran talento y capacidad, y queremos, reitero, en nombre de todo el pueblo de Yucatán, agradecerle todo su apoyo por la seguridad de Yucatán. Muchas gracias señor vicealmirante, Yucatán es su casa.

Saludo con mucho afecto a toda y todos quienes se encuentran reunidos esta mañana; distinguida senadora Angélica Araujo, muchísimas gracias senadora; funcionarios, representantes de los diferentes órdenes de gobierno, organismos autónomos, distinguida presidenta del Iepac; funcionarios, amigas y amigos todos.

Como bien ya se ha expresado en las intervenciones anteriores de los Poderes públicos, ésta es una ocasión singular. Ésta es la ocasión en la que nos reunimos; nos reunimos con una representación del pueblo de Yucatán para conmemorar una ocasión singular, el centenario de nuestra Constitución, el centenario de la Constitución yucateca de 1918.

He expresado en ocasiones anteriores y, hoy lo digo con una enorme emoción, sólo las sociedades, los pueblos, que tienen la capacidad de mirar lejos, hacia el pasado, tienen la capacidad de mirar lejos hacia el futuro.   

Por eso es tan importante, que ocasiones como ésta nos reúna y nos hagan reflexionar sobre lo que ha acontecido en nuestra historia, sobre lo que nos permite ser hoy lo que somos y mirar, precisamente, hacia el futuro, que a fin de cuentas es lo que nos mueve como estado y como sociedad.

Y por eso estamos aquí, y por eso para mí es muy importante que todos podamos tener y llevarnos no sólo la atmósfera de los discursos y las intervenciones, sino también que al concluir este evento podamos hacer un breve recorrido, aquí, a esta exposición que se encuentra en este extremo donde vemos la foto, la fotografía del general Salvador Alvarado, como Gobernador del Estado, promulgando la Constitución, donde vemos la fotografía de un Felipe Carrillo Puerto, diputado del Congreso Constituyente en el 18.

Donde podremos ver los originales de la Constitución yucateca de 1825, de 1841, de 1850 y de 1862; los originales de los Diarios de los Debates al Congreso Constituyente en el 17 y en el 18, así como el original del Diario Oficial de la Constitución, precisamente de una fecha como, hoy hace 100 años, el 14 de enero de 1918.

Y ese breve repaso de nuestra historia nos haga sentir lo que se vivía en el Yucatán de esos momentos y lo que una, un instrumento jurídico que, sin duda, respondió a realidades de su momento, pero con una visión de muy largo aliento, se encuentra presente hoy y vigente en nuestros días.

Y que lo podamos hacer, también vale decirlo, en un espacio como éste. Aquí en este gran espacio para la justicia de las yucatecas y de los yucatecos, el Centro de Justicia Oral, el Centro de Instituciones Operadoras del Sistema Penal Oral y Acusatorio. Estos dos grandes inmuebles, debidamente equipados, en los que, hay que decirlo, en los últimos años se han invertido casi 500 millones de pesos.

Esa es la realidad en la que hoy vivimos y no se trata del recurso, no se trata de la inversión, se trata de lo que representa para la consolidación del Estado de Derecho de nuestros días le hecho de que podamos contar con instalaciones, con inmuebles de este tipo, que hay que decirlo también, dicho por hermanos de otras latitudes que vienen y las visitan, verdaderamente significan un modelo, un auténtico modelo a nivel nacional.

Nos reúne hoy la visión de los constituyentes del 18 que plasmaron una constitución de avanzada, y nos permite también reflexionar en cómo, en el Yucatán de 2018 también, con el esfuerzo conjunto de la sociedad y de las autoridades, de los tres niveles de Gobierno y de los tres Poderes públicos, podemos seguir construyendo un Yucatán con un rostro de avanzada.

Y es que nuestro presente está sólidamente enraizado en una época de grandes mujeres y hombres, de grandes obras, e importantes movimientos revolucionarios.

Una época que se remonta al gobierno de Salvador Alvarado y que merece ser recordada, porque el espíritu libertario de justicia social de ayer, es el mismo espíritu con el que Yucatán construye su proyecto de presente y su futuro. 

Y con ese mismo espíritu, este año, un año tan importante para Yucatán y para el país, conmemoramos el centenario de la Constitución Política de nuestro estado. Un año que será histórico porque nos servirá como oportunidad para reflexionar sobre los retos del presente y nuestra prospectiva del futuro.

Que nos servirá para ponderar cómo hemos llegado a construir, sociedad y gobierno, un Estado de Derecho y una comunidad en la que la seguridad de las familias, el avance económico y el incremento de las oportunidades y de los niveles de bienestar social de nuestros habitantes, son una realidad. 

En la celebración de éste centenario es necesario recordar que una constitución no es tan sólo un texto, sino el instrumento indispensable para la expresión social y política de un pueblo que busca encauzar y transformar el destino de la sociedad y de la nación.

Y la nuestra, es una Constitución que nace a partir del más avanzado constitucionalismo social creado en el país. La Constitución Yucateca de 1918 ha sido la expresión más acabada de una legislación social que buscaba hacer efectiva la igualdad social en los hechos, es decir, convertir la igualdad legislativa en justicia social.

No se trató tan sólo de los cambios que el momento histórico que vivía México y Yucatán exigían en su momento, sino que se presentó ésta, nuestra Constitución, como un proyecto con gran visión de futuro.

Se presentó con un amplio y novedoso marco legislativo local contemplado en la legislación social yucateca de 1915 a 1918, a partir de las leyes y concepciones sociales de Salvador Alvarado y de Héctor Victoria Aguilar. 

Sumadas a la visión jurídica, cultural, social de constituyentes como Felipe Carrillo Puerto, Santiago Burgos Brito, Manuel Berzunza y Pedro Solís Cámara.

Este proyecto, es importante que todos estemos conscientes de ello, deslumbró en su momento el constitucionalismo internacional, porque iba aún más allá en materia social.

Iba más allá, al recuperar los derechos y garantías individuales y al dejar claramente establecido una concepción integral del bienestar social, que implica justicia social, participación de los individuos y, algo muy importante, la función del Estado en el proceso de desarrollo.

Así, en la fracción quinta del Artículo 86 de nuestra Constitución, expresión vigente hasta nuestros días, se describe la aspiración de una convivencia, de todos los yucatecos, dirigida, cito, a “ordenar las relaciones sociales hacia el fin de que la convivencia deje de ser pesada carga para la mayoría y fuente de bienandanza para una minoría (…).

Adoptando como principio de justicia el que de cada quien debe cooperar al bienestar colectivo, en la medida de sus fuerzas física e intelectuales, y recibir en cambio de toda la sociedad, lo bastante para satisfacer sus necesidades”, fin de la cita.

Y a esa concepción, a esa gran visión de bienestar social se sumaba, como he mencionado, una visión acerca del papel rector del Estado, un Estado social que permitiera hacer realidad esa igualdad social que ya se convertía en una igualdad legislativa.

Un Estado responsable de guardar el equilibrio entre la economía, la generación de riqueza y trabajo, y por supuesto el bienestar de toda la sociedad en su conjunto. Esta concepción tiene eco en nuestra actual Carta Magna de la República Mexicana.

En su artículo 25, se señala que corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional con equidad social, productividad y sustentabilidad. 

Dos Constituciones, la federal mexicana y lo local yucateca, amalgaman, desde hace 100 años, la visión de largo plazo que impulsaba las aspiraciones sociales de Salvador Alvarado.

Como Salvador Alvarado claramente lo señaló, cito “… El Estado tiene por misión esencial distribuir el bienestar y ese influjo debe llegar a todas partes, transformando las condiciones sociales, levantando y dignificando a todos los individuos…”, fin de la cita.

De este modo, las Constituciones que en México y Yucatán nos rigen actualmente, nos guían y obligan en nuestra tarea para gobernar pero, fundamentalmente, para dar resultados.

Dar resultados y sentar las bases para que la grandeza de Yucatán permanezca y el futuro de bienestar no sea una idea, nos sea una ocurrencia, no sea una oferta vaga, sino la realidad que pueda, verdaderamente, construir un proyecto con rumbo. 

Una realidad que hemos demostrado con hechos, con inversiones en el campo y la ciudad, con empleos, con hospitales, con escuelas, con caminos, con innovación, con infraestructura.   

Una realidad que ha sido resultado del trabajo de todo un pueblo, un pueblo que hoy sabe a dónde quiere llegar. Que sabe de la importancia de equilibrar el crecimiento y el bienestar. Un equilibrio para que todos, absolutamente todos, puedan salir adelante.

Porque así como hay que respaldar a una familia con paquetes nutrimentales que incluyan aves de traspatio o huertos de traspatio, también hay que facilitar la millonaria inversión industrial, generadora de crecimiento económico y de empleo.

Porque tan importante es que hoy Yucatán haya reducido a sus mínimos históricos la pobreza extrema, al pasar de 11 por ciento a un 6.1 por ciento, como también lo es que nuestra economía crezca al 4 por ciento anual del Producto Interno Bruto, por encima del promedio nacional e, inclusive, mundial.

Bajo esta perspectiva, la de lograr el equilibrio entre el desarrollo, el crecimiento y el bienestar de la población, el gran legado de la Constitución Yucateca de 1918 ha sido nuestra mejor herramienta en la búsqueda de ampliar los horizontes de libertad, justicia social y empleo que el pueblo de Yucatán demanda.

Juntos podemos alcanzar mucho más, juntos podemos seguir honrando la tarea heredada con nuestro trabajo, pero ante todo, con nuestra unidad como pueblo. Lo podemos hacer conservando la seguridad que nos caracteriza, apostando a una economía competitiva, educando y dotando de los mejores servicios a todos los yucatecos, a todos por igual. Y, especialmente, teniendo como guía el constitucionalismo social con el que Yucatán deslumbró al mundo hace cien años. 

Mantener y enriquecer nuestra herencia social ha sido el sello y la guía de mi Gobierno, y la búsqueda del bienestar para la población, ha sido la bandera con la que cada día de mi mandato, he iniciado cada jornada.

Así, mantengamos el paso y aseguremos que Yucatán siga transitando por el camino de la justicia social que nuestra Constitución ilumina desde hace, ahora sí, 100 años. 

Muchas gracias.