NOSOTROS PONEMOS EL MONSTRUO.

Dr. Adán Waldemar Echeverría-García

Stefano Roi, personaje que Dino Buzzati describe en el cuento “El colombre”, quiere volver al mar, porque como dice Melville, siempre hay un momento en la vida del hombre en que le da por volver al mar. A Stefano ese momento le llega cuando ocurre la muerte de su padre, una vez que ya ha estado lejos tantos años de la costa, de aquel puerto donde naciera. Stefano es hijo de un capitán de barco; al cumplir los doce años su padre lo lleva como su regalo de cumpleaños, a bordo de su barco en uno de sus viajes: “Cuando sea grande quiero surcar los mares como tú”. ¨Pero todo aquello que un día era mirar al padre como un héroe se puede volver la prisión para el pequeño que admira. En la narración, el ingenio de Buzzati lo narra mezclando la leyenda marina, con la fantasía del cuento de hadas; sin dejar de haber un guiño al canon: leviatán, sirenas, dioses marinos, magia, las mil y una noches.

En el cuento “El Colombre”, el pequeño Stefano descubre algo en el mar que va siguiendo el barco: “Cuando se asomó a la popa, el chico, picado por la curiosidad, se detuvo a observar algo que pare­cía avistarse intermitentemente sobre la superficie del mar, a una distancia de unos doscientos metros siguiendo la estela del barco.”

¿Qué podía hacer el chico de 12 años ante la maravilla que miraban sus ojos, y para lo que su experiencia no tenía respuesta que preguntar a su padre, el capitán, el hasta entonces héroe de su vida:

“—Papá, tienes que ver esto.

El padre se acercó y miró también en la dirección que le indicaba el niño, pero no consiguió ver nada.

—Hay algo oscuro que asoma cada tanto al final de la estela, algo que nos persigue.

(…) viendo que el hijo insistía fue a por el catalejo y oteó la superficie del mar, siguiendo la estela del barco. Stefano vio entonces a su padre ponerse blanco.

—¿Qués es? ¿Por qué pones esa cara?

—Ojalá no te hubiera escuchado –exclamó el capitán–. A partir de ahora no podré dejar de preocuparme por ti. Aquello que ves asomarse por las aguas y que nos sigue, es algo que en adelante te importará. Es un colombre. Es el pez más temido por los marineros de todos los mares del mundo. Una especie de escualo espeluznante y misterioso, más astuto que el hombre. Por motivos que quizás nunca se consigan saber, elige a su víctima, y cuando la tiene elegida la persigue durante años y años, durante toda la vida, hasta que al fin consigue devorarla.”

Usted puede imaginar lo que ocurre en un pequeño de doce años ante tal sentencia hecha por su padre: “tendrás que desembarcar y no te arrimarás nunca más a la costa, por ninguna razón”.  Verlo exigir a su tripulación que regresen a puerto. Luego pedirle a su esposa que envíen lejos del mar al pequeño Stefano, sin darle mayor explicación. El chico no podía hacer otra cosa que tener miedo, ¿al colombre o a la desobediencia paterna? Para el chico su padre es quien sabe, hay que obedecer. ¿Acaso no es el miedo algo que nosotros mismos sembramos en nuestros hijos?

Tenía Alejandro 5 años de edad cuando mirábamos el mar desde un muelle en el puerto de Sisal. Le mostré cómo debía lanzarse al agua (calculaba dos metros de altura hasta la superficie marina). Me lancé y al emerger no pisaba. Otros dos metros de profundidad. El agua era turbia para esa temporada. Mi hijo preguntó: “¿Me lanzó, papá?” No sentía miedo; vivía una aventura. “Lánzate.” Se tapó la nariz con los deditos y brincó. Han sido los segundos más horribles de mi vida, lo vi desaparecer al hundirse. Emergió y lo sostuve en brazos. Sangraba de la nariz. Sus dedos le rasgaron la mucosa. Nada grave. Su madre me quería matar. Mi hijo reía: “¿Me lanzó de nuevo?” El miedo o es experiencial o se enseña.

A Stefano lo enviaron a estudiar lejos; en vacaciones se acercaba al mar y comprobaba que ahí seguía su colombre vigilándolo. Decidió enfrentar esa obsesión. A los 22 años “regresó a su ciudad natal para comunicarle a su madre la irrevocable decisión de seguir el oficio paterno.” No contaré el final de “El colombre”, quisiera que tuvieran la oportunidad de leer el cuento completo para ver cómo el escritor resuelve la historia. Tal vez se sorprendan.