Mujeres tejedoras mayas trabajan en cuevas durante el día y la noche

Las mujeres ingresan a la cueva por la mañana, en la tarde acuden a sus hogares a cocinar, atender a los hijos y al marido, pero regresan en la noche a seguir tejiendo

Mientras teje con la rapidez en sus manos, María Jesús May, mujer maya hablante de la comunidad de Cuch Holoch en Yucatán cuenta cómo sacó adelante a su único hijo.

Fui madre y padre, desde los 10 meses me separé de mi marido y con este trabajo pude sacar adelante a mi único hijo, pagarle sus estudios”, explicó.

Ella junto con otras mujeres de la comunidad maya ingresan a las cuevas a trabajar; estos lugares fueron creados con una profundidad de 3 metros para poder trabajar la “paja”.

La humedad ayuda a moldear el material y desde esta zona elaboran sombreros de “jipi japa”, aretes, alhajeros, bolsas y todo tipo de artesanías.

El trabajo es cansado, ingresan desde temprano, son mujeres principalmente entre 40 y 70 años, que desde pequeñas han realizado esta actividad.

Mi difunta mamá me enseñó, desde los 8 años, nos enseñó a tejer, después para formar el molde, regresamos de la escuela y regresamos a la cueva para aprender”, comentó Wilma May Tzuc, otra de las tejedoras.

Las mujeres con esto ayudan en sus hogares, a los maridos con el gasto, aseguran que lo hacen con gusto.

Aquí estamos tejiendo con mis compañeras, porque necesitamos para ayudar a nuestra familia, a nuestros esposos; gracias a dios tenemos pedidos y estamos tratando de sacarlo y estamos acá”, afirmó Wilma May Tzuc.

Cuch Holoch tiene unos 2 mil habitantes, pertenece al municipio de Halachó, la mayoría son maya hablantes; se encuentra a hora y media de la capital yucateca; se dedican principalmente a esta actividad y al campo.

Cada sombrero les puede llevar de 2 a 3 horas terminarlo, a mayoreo lo venden a 25 pesos, aunque en las tiendas de artesanías a los turistas se los llegan vender hasta en 200 pesos. Ellas solo piden que les reconozcan el esfuerzo.

Si nos gustaría que entendieran que pasamos tiempo haciéndolo y por eso me gustaría que crean en nuestras manos; para entregarle, no esperamos que vengan y nos agradezcan, pero con que nos compren les agradezco también», aseguró María Jesús May.

Las mujeres aseguran que ha sido poco el apoyo que les han brindado, ellas han tenido que comprar su material y ver como salir adelante.

Los esposos también ayudan, en el campo se cultiva la palma y también existen otros que llevan a cabo el prensado para dar el acabado final.

Como Ponciano Tzuc quien lleva 12 años realizando esta actividad.

Me da mucho gusto trabajarlo tengo paciencia para que yo saque los sombreros de calidad, trato de no echar a perder ningún sombrero», dijo.

Las mujeres ingresan a la cueva por la mañana, en la tarde acuden a sus hogares a cocinar, atender a los hijos y al marido; pero regresan en la noche a seguir tejiendo; las horas que pasan juntas también les sirve para platicar de sus problemas y desahogarse; en el rostro, en las manos se ve el trabajo de cada día.

 

jcs