Homenajeada antes de los 50.
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Del 22 al 24 de septiembre, próximo pasado, se desarrolló en Tijuana (y Tecate) el Onceavo Festival Caracol de Poesía, bajo el cuidado y organización de la poeta y promotora cultural Yohanna Jaramillo (1979); el festival cada año ha recibido a una veintena de poetas, músicos, narradores, artistas del performance, visuales, y activistas, que desean compartir la literatura y el arte con la sociedad. Encomiable esfuerzo que desarrolla Jaramillo, quien en esta ocasión contó con el apoyo del poeta Jesús García Mora, y de la estudiante de teatro Valeria García Benítez.
Poetas reconocidos de México como Julio César Félix, Anuar Zúñiga y Esther Galindo, así como autores bajacalifornianos de amplia trayectoria como Rosa María Espinosa, Antonio León, Oralia Rodríguez, Alfonso García Cortez, o como el michoacano Manuel Noctis, quien hace más de doce meses habita las calles de Tijuana, junto a muchos más, se dieron cita en las sedes que abarcaron desde un plantel de educación secundaria, un café –cargado de bohemia- así como la playa.
El evento además sirvió para brindar un sentido reconocimiento, y hacer un homenaje a la poeta, radicada desde hace varias décadas en Ensenada, Flora Calderón Ruiz (Ciudad de México, 1967), que ha publicado los poemarios: Montes de espuma sanguínea (1989), Ventana (1991), Pasión y canto de Estefanía de la luz (1993), Marea de brujas (1998), Del olvido y otras distancias (2003), Sentencia de las sombras (2006) y Apuntes para una mujer en construcción / Endémica (2015).
Dos trabajos he tenido oportunidad de leer de la maestra Flora Calderón, Sentencia de las sombras (66 pp.), que se puede descargar en su formato PDF desde la internet, y el más reciente que lleva los títulos Apuntes para una mujer en construcción / Endémica (66 pp.), editado en Mexicali, bajo el cuidado de Pinosalados. Con la lectura de estos dos fragmentos de su obra (apenas 130 páginas de poemas, aproximadamente), me atrevo a señalar que el trabajo de Calderón Ruiz presenta una visión herida en la que se percibe la soledad de los distintos hablantes líricos, y su visión de las calles que habitan. Visión que va cerrándose cada vez más, para terminar, dentro de Endémica, con una mirada hacia adentro de sí misma: (soy un pozo / un lago / sustancia nociva). Este recorrido que la poeta va realizando con su obra, invita a la introspección, y refleja el hartazgo de la sociedad. No hay en la obra de Flora Calderón momentos para la luz, la sonrisa o la alegría. No se trata de ir en busca de la felicidad, sino hacia la oscura casa de uno mismo.
La poesía siempre invita a descubrir, no al autor de los poemas, sino a los hablantes líricos que están presentes en las obras. Y es en el reconocimiento de aquellos personajes, donde uno puede mirarse, descubrirse, y decir ¡Qué cosa me dejan esta lectura! La obra de Flora Calderón me deja zozobra y tristeza. Una opresión en el pecho, ganas de llorar de rabia al mirar aquel abandono en el que los personajes se sumergen. Uno tiene ganas de sacudirlos, abofetearlos, para que se levanten, y eso… eso es algo que la capacidad literaria de Flora puede hacernos sentir. ¡Tienen que leerla!