El Papa pide poner a los jóvenes al centro de la sociedad
En su visita a Mauricio, Francisco insta a poner a los jóvenes al centro de la sociedad y a evitar que caigan en manos de los ‘mercaderes de la muerte’
En su visita a Mauricio, Francisco insta a poner a los jóvenes al centro de la sociedad y a evitar que caigan en manos de los ‘mercaderes de la muerte’
El papa Francisco instó hoy a poner a los jóvenes al centro de la sociedad, en la misa que celebró ante miles de personas en el monumento a María Reina de la Paz en Port Louis, capital de Mauricio, donde transcurrirá apenas ocho horas.
Francisco llegó a la esta isla del Océano Índico desde Madagascar, donde regresará esta tarde, para mañana regresar a Roma y celebró una misa para decenas de miles de fieles que le recibieron agitando palmas en una iniciativa de la Iglesia local que ha prometido plantar 100 mil nuevos árboles.
En Mauricio, un país con una gran presencia de inmigración, existe una pacífica convivencia entre las varias confesiones donde cerca de la mitad de la población es hinduista, debido a la llegada de inmigrantes indios durante la dominación británica; los católicos representan el 28 por ciento y los musulmanes el 18 por ciento, mientras que también están presentes otras religiones tradicionales africanas.
A la misa que celebró Francisco asistieron representantes de las diferentes confesiones, informó el portavoz del gobierno, Praadep Goburdhone.
En su homilía, el pontífice recordó la figura del beato Jacques Laval -del que posteriormente visitará su tumba-, un misionero francés que llegó a la isla en 1841 y se ocupó de los más pobres y los indígenas y es muy venerado en el país incluso por los fieles de las otras religiones.
El pontífice argentino habló de la necesidad de renovación de la Iglesia, e hizo referencia «sobre todo a los jóvenes, quienes, con su vitalidad y entrega, pueden aportarle la belleza y frescura propia de la juventud cuando desafían a la comunidad cristiana».
Y exhortó a «otorgarles un lugar al centro de nuestra comunidad y de nuestra sociedad».
Lamentó que en Mauricio, «a pesar del crecimiento económico», son «los jóvenes los que más sufren, ellos son quienes más padecen el desempleo que provoca no sólo un futuro incierto, sino que además les quita la posibilidad de sentirse actores privilegiados de la propia historia común».
Y como en otras partes del mundo, también en la isla «un futuro incierto que los empuja fuera del camino y los obliga a escribir su vida al margen, dejándolos vulnerables y casi sin puntos de referencia ante las nuevas formas de esclavitud de este siglo XXI».
¡Ellos, nuestros jóvenes, son nuestra primera misión!», exclamó Francisco.
Instó a la Iglesia a acercase a ellos «pero no de forma aséptica o lejana, sino aprendiendo a darles un lugar, conociendo «su lenguaje», escuchando sus historias».
El Papa insistió ante los 100 mil fieles, según los organizadores, en la necesidad de que la Iglesia «no se deje robar a los jóvenes».
No dejemos que sean los mercaderes de la muerte quienes roben las primicias de esta tierra», dijo Francisco en esta nación, donde existe un importante problema de adicción a las drogas entre la juventud.
También instó a los religiosos a no preocuparse «por la disminución de tal o cual modo de consagración en la Iglesia, sino por las carencias de hombres y mujeres que quieren vivir la felicidad haciendo caminos de santidad».
Al terminar la misa dirigió un saludo a las personas encarceladas en el país, que le escribieron una carta, y a los fieles de los cercanos Seychelles, Reunión, Comoras, Agalega, Rodrigues, Mauricio y Chagos, este último en medio de una disputa ya que las Naciones Unidas aprobaron este año una resolución que se obligaba a Reino Unido a retirarse de este archipiélago, donde tiene sede una importante base militar alquilada por Londres a Estados Unidos, y del que hace 40 años fueron expulsados todos sus habitantes.
También le regalaron un sombrero típico y un grupo de jóvenes de la diócesis le hicieron entrega de una camiseta hecha para la ocasión del club argentino San Lorenzo de Almagro, del que Francisco es aficionado.
jrr