Opinión

El nuevo orden mundial

Dr. Adán W. Echeverría-García

El viernes 28 de febrero asistimos a un evento mediático que ha quedado para siempre en la historia mundial, y hoy los analistas, mañana los historiadores, psicólogos, sociólogos, darán sus impresiones y cómo lo ahí acontecido habrá cambiado el orden mundial.

Durante medio siglo el mundo estuvo en vilo en la llamada Guerra Fría, que luego del triunfo de los aliados y Rusia (URSS, que no era parte de los aliados) derrotaron a Hitler, los nazis, y el ejército de los países llamados del Eje. Cúmulo de espías, tratados, creación de la ONU, cientos de novelas, películas, música, millones de muertos, desparecidos, un mundo de Europa del este mudándose al cono sur americano, huyendo de tal barbarie. Pero se nos contó que, en 1988 con la caída del muro de Berlín, y la unificación alemana, que con la Perestroika se consolidó la reconstrucción de países independientes dejando a la Rusia aislada de Europa. Fukuyama nos lanzó a la cara su “El fin de la historia” donde argumentaba el triunfo del capitalismo sobre el comunismo, el socialismo, y toda ideología de izquierda. A inicios del año dos mil se nos habló del Mito de Kurt Cobain, que en América y Europa tenía a una juventud al garete, sin guía, toda vez que no tenían de donde asirse si no aceptaban caer en las fauces del capitalismo consumista mutado ya en Neoliberalismo, creando una decadente juventud sumida en el placer de los opiáceos. Europa y Gringolandia habían triunfado.

Lo ocurrido el 28 de febrero al medio día en la Oficina Oval de la Casa Blanca gringa, escuchando a Donald Trump y a JD Vance decirle a Volodomir Zelensky que “ya deje de culpar a Putin de todo, y que acepte la paz que se quiere firmar para detener la guerra”, fue por demás para el mundo de las élites europeas una catástrofe. El vicepresidente Vance reconoció frente a los medios gringos, que Zelensky no tiene soldados para su ejército, que están reclutando de manera forzada a jóvenes ucranianos para enviarlos a morir al frente. Trump fue tajante: “Obama y Biden te dieron sábanas (para envolver a tus muertos) mientras que yo te di jabalinas (misiles) para defender a tu pueblo. Sin nosotros, no puedes luchar contra la Rusia. Tu odio contra Putin te tiene cegado, y así no se puede llegar a ningún acuerdo”. Estas palabras fueron un golpe en la cara de los países europeos, quienes desde 1945 han vivido del dinero de Gringolandia.

Se sabe que el 70% del recurso con el que cuenta la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es dinero gringo. Todos los países europeos apenas colaboran con el mismo organismo en un 30%.

Lo cierto es que Trump no quiere pleito con la Rusia de Putin, quiere hacer negocios, algo para lo que se considera muy capaz. Si los Gringos y sus empresas se hacen cargo de los Recursos Naturales (tierras raras, minerales que son tan necesarios en la tecnología actual y del futuro) de Ucrania, Rusia no se atrevería a atacar. En Roma el emperador Adriano hizo lo mismo: “No son ejércitos lo que necesita las fronteras del Imperio, sino civilización”. Y Adriano puso ciudades, escuelas, empresas, civilización, que defenderían el sitio donde viven y trabajan de cualquier posible invasión; los vecinos no se verían amenazados, sino viviendo del comercio con dichos pueblos, beneficiándose económicamente. Difícil de entender para una Europa que pretende la guerra, que solo beneficia a unos pocos líderes europeos.

El nuevo orden mundial de Trump es dejar Europa a Rusia, y hacer negocio con ellos, desde Ucrania. Europa para los rusos, Asia para la China y América para los gringos. Que la batalla sea de producción, monedas, creaciones y aranceles. Ése es el nuevo orden mundial que se plantea, todo en una paz que brinde el comercio entre los unos y los otros, y detener la barbarie de las guerras.

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