EL AMOR, ESA COSA MALDITA.
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Qué fácil es creer que al otro lo consumen los celos o el peso de algún ayer. Lo real en esta vida son las máscaras. El caminar asesinando las normas del respeto y señalar a cada instante que el mundo nos escupe, porque no pueden aceptar las formas que nos definen y que todos los días vamos construyendo lejos de la transparencia, siendo la simulación nuestra principal arma. Ese peso que uno siembra dentro de otros hombros porque cree que hay espacio para las disculpas cuando lo esencial tiene que ser el respeto, ante todo hecho. Lo fácil que es sentirse asediado por las acusaciones cuando el disfraz ya no nos queda. Hasta el más grande mentiroso tiene que ser honesto con alguien y ese alguien debe poder verse en el espejo. No importan los actos amatorios como no tienen importancia los orgasmos, si el sexo es algo que se ordena por teléfono y llega hasta a tu casa. Para la concordia quedan los abrazos, la palabra siempre dicha dentro de las pieles, el quedarse dormido a medio masaje. Esos kilómetros de carretera que nos unen como nos separan, o estarse ahí parado junto a los pelícanos con aquel aire de sal que se nos mete a la cabellera. Todo aquello ahora es la memoria y no puede disculparse porque ha sido desecho en el insulto. Aquellas mentiras, producto de nuestras decisiones tienen que ser una barrera para decir: Cuídate mucho y ten una hermosa vida, lejos de mi voz.
Así, tal como se ha descrito líneas arriba, es como se presiente esta ruptura de amor-odio-abusador-abusado, que era la relación entre México y EEUU. Es chistoso, como el único Ex Presidente que se la pasa lanzando diatribas muy a su estilo de naco-con-botas, es V. Fox; como que se sabe solamente ex trabajador de la Coca Cola, pero no es estudiante de posgrado en las universidades de la Nación Americana, como lo presumen Felipe Calderón y Ernesto Zedillo (aquel acusado de la matanza de Acteal) y que continúan vinculados a esas universidades que les dieron los contactos, y los empujes necesarios para portarse de esa manera tan servil para con México.
Hay que revisar las anécdotas norteamericanas sobre nuestro país, para darnos cuenta que lo que hoy quiere presumir Peña Nieto, arrinconado por la crítica del mismo pueblo mexicano, no es más que un pequeño atisbo de falsa dignidad, o el saber que tiene que dar esos manotazos en la mesa. Aún no se crea gran tensión entre México y EEUU, toda vez que el conflicto por muy lejos terminaría en guerra como ha ocurrido anteriormente en el siglo XIX. Pero las relaciones se han oscurecido. Trump ha demostrado que su intención es cerrar por completo los EEUU, en pro de recuperar los miles de trabajos que se han perdido entre la clase baja y media de su país.
México debería hacer lo mismo. Pero Zedillo puso las bases, y Fox y Fecal, se encargaron de hacer de las «remesas de los paisanos», la mayor entrada de dólares a nuestro país. Pero tenemos petróleo; qué importa que migren más paisanos y que manden dólares. Pero tenemos grandes recursos en el campo, tierras fértiles y productivas, qué importa, deja que las tome el narco, que las tomen las guardias campesinas, dales armas y que se maten entre ellos (miles de armas perdidas en el fallido «operativo rápido y furioso»), para que sus hijos quieran migrar y manden más dólares.
Y desde el año 2000 esa ha sido la mayor estrategia política en cuestiones de Relaciones Exteriores de las autoridades que gobiernan México: aplaudir la migración y no buscar combatirla ofreciendo trabajo digno. Que los mexicanos abandonen el campo, pero no para ir a la ciudad, sino para irse al otro lado y manden muchos dólares. ¿Quiénes se benefician? Políticos en todos los niveles de gobierno, empresarios mexicanos aliados de políticos, y los empresarios norte americanos (cada dólar que alguien envía, se convierte en centavos en el camino, y genera poder adquisitivo en México, para comprar mercancía, o pagar innumerables impuestos). Y sí, todos los impuestos acaban en los bolsillos de los políticos.
No se beneficia el pueblo mexicano, no se beneficia el pueblo de los Estados Unidos. Y ahora Trump, llega a romper con esas inercias. Por supuesto que nadie estará contento. ¿Guerra? Para qué, si el que estorba es uno solo. No lo duden, ya lo ha apuntado Putin al decir que es probable un golpe de estado en los EEUU. Pero no será necesario. Si mataron a Kennedy, solo es encontrarle la forma.