Discurso de la Diputada Fátima Perera Salazar
.
.
Con el permiso de la mesa directiva, amigos y amigas de esta soberanía, visitantes que nos acompañan y medios de comunicación. A todos un cordial y afectuoso saludo.
En mi calidad de diputada por mi partido, morena, aprovechare los minutos que se me conceden para razonar el voto que coincidente con la línea política que la expresión política de la que soy parte, en diferentes formas y foros ha expresado y que pone por delante el respeto de los derechos humanos y la no discriminación.
Quiero partir de un antecedente histórico que marco un parte aguas en el desarrollo político de nuestro país. Era el año de 1952, se desarrollaba la campaña presidencial y ante una concurrencia que se calculó en cerca de 20,000 mujeres, El C. Adolfo Ruíz Cortines candidato presidencial del PRI, prometía que de ser electo presidente, sin restricciones enviaría la iniciativa correspondiente para que se otorgara el voto a las mujeres. Así lo hizo ya en calidad de presidente y en octubre de 1953 promulgaría las reformas constitucionales que le otorgaron el derecho al sufragio a las mujeres, que en julio de 1955 votaron por primera vez en México. Hoy lo apreciamos en forma notoria, la participación femenina es determinante en los resultados electorales, haciendo evidente y mostrando que las aprobación de leyes anti discriminatorias revitalizan las conductas sociales y políticas.
El proceso para que las mujeres les fuesen reconocidos sus derechos, fue largo y enfrentado a visiones segregacionistas y prejuiciadas, pues aunque la Constitución de 1917 aseguraba a todos los habitantes del país la efectividad y el pleno goce de sus derechos y la igualdad ante la ley» no se le reconoció a las ellas el derecho al voto. La explicación que se sugería como la mas solida para no otorgárselo era aparentemente en favor de la protección de la integridad de la familia. Vale mencionar que quienes lo decidieron así, todos eran hombres que violentaron el derecho hoy reconocido de las mujeres en función de apreciaciones que en esencia les desconocían una potestad que hoy ya nadie pone en tela de juicio reconociéndose el acto de justicia que ello representó.
De nueva cuenta la sociedad, en este caso la yucateca, conoce la iniciativa presentada, para reconocer que el matrimonio no puede ser sujeto a restricciones en función de origen étnico o nacional, de discapacidades, de condición social, de condiciones de salud, de religión, de género o preferencias sexuales y debe asegurar a todos los habitantes del estado la efectividad y el pleno goce de sus derechos y la igualdad ante la ley reconociéndolo como un derecho humano y que las personas puedan legalmente contraer nupcias sin discriminación alguna
No podemos ignorar que, el matrimonio civil ha ido cambiando a lo largo de la historia y que quizá hoy resultaría extraño para las sociedades existentes de apenas hace unos cien años. El matrimonio civil, vale la pena tenerlo claro, ha vivido transformaciones que han estado a la par de los cambios sociales y esa es tal vez la razón de que aun hoy permite que sea valorado. Si se hubiese perpetuado el modelo de los primeros siglos hoy serian pocas las parejas que lo efectuaran. Verbigracia, era legalmente obligado hasta el siglo XIX el que fuese indisoluble; hasta bien entrado el XX a la mujer casada se le entendía como una posesión del marido; y los matrimonios interreligiosos, interétnicos o entre libres y esclavos sufrían severas restricciones si no es que estaban prohibidos. El matrimonio civil es un contrato, un acuerdo de voluntades, cuyo contenido queda establecido por la sociedad que es consecuente con los momentos en que se desarrolla cada etapa histórica.
Tenemos claro que la noción legal de la relación matrimonial es un producto humano, en relación causa efecto ligada íntimamente a los diferentes contextos históricos y sociales, pues como toda creación humana, vive sujeta a cambios durante el proceso de desarrollo de la humanidad. La vida misma dibuja los límites de ese concepto y nunca al revés.
Entendemos ya que, el propósito del matrimonio no es la reproducción, la ley no dice eso. Y ello explica por que pueden casarse personas estériles o personas ya mayores para ser padres o madres, o por eso se permite que se casen personas que han decidido no tener descendencia y es evidente que a nadie al casarse legalmente se le pregunta si van o no a tenerla. En cambio sí queda claro y se les pregunta si van a vivir juntos o si van a apoyarse y ayudarse. La aspiración intrínseca del matrimonio civil es darse ayuda mutua y hacer posible el acceso a los diversos derechos que la sociedad reconoce a las personas que se casan.
Y es que acaso se debe pasar por alto el que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México emitió la “recomendación general 23/2015, dirigida a los Titulares de los Poderes Ejecutivos y a los Órganos Legislativos de todas las entidades federativas del país, sobre el “matrimonio igualitario”, con el fin de que adecuen los correspondientes ordenamientos en materia civil y/o familiar, para permitir el acceso al matrimonio a todas las personas y en condiciones tales que se impida cualquier tipo de discriminación, en términos del quinto párrafo del artículo primero de la Constitución General de la República” .
Es cierto, además, el que algunos gobiernos en las entidades federativas han pretendido regular la posibilidad a las parejas del mismo sexo a uniones civiles enmascaradas en la construcción de figuras jurídicas diferenciadas del matrimonio, tales como “pacto civil de solidaridad”, “enlace conyugal”, sociedad de convivencia”, etcétera, circunstancias legalistas que tenemos claridad de que resultan discriminatorias pues crean regímenes distintos de derecho para regular una situación equivalente.
En el caso de las personas homosexuales ese derecho, a vivir legalmente juntos, en pareja es en la actualidad en Yucatán un derecho del que se les ha enajenado, ignorando que el matrimonio se contrae sobre la base del amor. Y ello es así que si hicieran uso de el derecho como esta establecido actualmente y se casaran con personas de distinto sexo sería en muchos sentidos un fraude de ley ya que se casarían por motivos no válidos, no con quien aman sino con quien la obsolescencia de las normas les puede empujar legalmente a unirse. Qué no hemos conocido el que, homosexuales de distinto genero tradicionalmente han hecho uso del matrimonio heterosexual no por amor, ni con intención de vivir juntos y formar una familia, de apoyarse y amarse, sino justamente por lo contrario, con el fin de ocultar sus verdaderos amores y sus verdaderas familias. A lo largo de la historia esto ha destrozado a muchas personas, cuando el falso matrimonio se contraía sin que los dos contrayentes se enfrentaran a la verdad.
Al legislarse sobre el matrimonio se debe partir del hecho de que el matrimonio es civil y no es un tema religioso. Y que en este ultimo sentido, Cada religión evalúa para sí, si lo acepta o no.
Se quiere ignorar que “el 3 de junio del 2015, la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió una tesis jurisprudencial que declara inconstitucionales los Códigos Civiles de las entidades del país en donde el matrimonio se entiende sólo como la unión entre un hombre y una mujer y que tiene como fin la procreación”. La conclusión establece que intentar vincular los requisitos del matrimonio a las preferencias sexuales de quienes tienen derecho a casarse y relacionarlo con la procreación, resulta discriminatorio, pues excluye injustificadamente, les desconoce sus derechos humanos, de la posibilidad del matrimonio a las parejas homosexuales, haciéndoles que se encuentren proscritos, discriminados en esta sociedad que es también la suya.
Es importante que tengamos en cuenta que el mérito de la tolerancia no es respetar a los iguales sino a los diferentes. Una sociedad moderna abierta, justa es, en la que lo excepcional tiene cabida junto a lo mayoritario. En el reconocimiento de los derechos de las minorías y no deformar expresiones que entienden como “natural” algo que puede inducir al equívoco ya que la homosexualidad, si bien no es mayoritaria, no deja de ser algo natural. Que una sociedad cien por cien homosexual no tiene futuro es algo tan obvio como que tampoco lo tendría una sociedad integrada únicamente por mujeres o únicamente por hombres, en el mundo que vivimos hay solo una raza, la humana y tiene el derecho a la felicidad, al bienestar.
Mi decisión de votar a favor la quiero hacer extensiva a todos los integrantes de esta legislatura, y la historia nos dirá que hicimos lo correcto.
Es cuanto ciudadano presidente.