Desde hace siete años y 10 meses, Zonia Griselda Gómez Zúñiga busca a su hijo desaparecido, José Eduardo Martínez Gómez. En este largo proceso, lo han revictimizado y violentado cada uno sus derechos, incluyendo los de sus familiares, de quienes han desestimado su causa y su dolor.
Para ella es difícil celebrar el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos –que se cumplieron en este 2023–, la cual establece en su artículo tercero que toda persona tendrá derecho a la vida, a la libertad y la seguridad de su persona; en su artículo quinto dice que nadie puede ser sometido a torturas, penas o tratos crueles, inhumanos y degradantes; en el sexto, que todo ser humano tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica, o en el vigésimo octavo, que aboga por un orden social e internacional en el que los derechos de esta misma declaración se hagan plenamente efectivos.
Moderados por Diana Araceli Pérez González, integrante del Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia “Francisco Suárez, SJ”, del ITESO, especialistas y activistas dialogaron en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara sobre el aniversario y el contexto contemporáneo en torno a este documento elaborado por representantes de todas las regiones del mundo y adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, en París, como un ideal orientativo para la humanidad, luego del flagelo y la barbarie que representó la Segunda Guerra Mundial.
“Yo vivo las tres ‘i’, indiferencia, indolencia e impunidad, y no sólo es el caso de mi hijo, esto lejos de frenar ha aumentado y va creciendo, estamos en el estado que más desapariciones tiene en el país. Este es un problema que sigue creciendo y no veo que vaya a mejorar. La única opción es aferrarnos a la esperanza, como madres no tenemos el permiso de sentirnos como víctimas, tenemos una responsabilidad social de brindar la mano a quienes están en la misma condición (…). Si los derechos humanos no se viven desde la compasión, esto no va a rendir frutos”, expresó Gómez Zúñiga, quien es integrante del colectivo Entre el Cielo y Tierra.
Alejandra Guillén, periodista especializada en temas de seguridad, violencia y desaparición forzada y académica del Centro Universitario de Incidencia Social (Coincide) del ITESO, consideró que, en Jalisco, ante la falta de cumplimiento en muchos de los preceptos de esta declaración se tendría que hablar de manera permanente de las desapariciones y de la lucha que esto implica.
“Los derechos son el horizonte, pero todo el tiempo se tienen que estar exigiendo. Son una lucha permanente para que se garanticen y ahora, desafortunadamente, por la crisis que vivimos, sobre todo en la última década en Jalisco, pues las madres son las que nos están recordando qué es la dignidad humana, mientras la mayor parte de la sociedad se voltea. Ahí está el desafío, en escucharlas, acompañarlas y saber que su lucha es también nuestra”, mencionó.
El representante adjunto de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Jesús Peña Palacios, consideró que la declaración universal, a 75 años de distancia, sigue siendo una hoja de ruta para el quehacer cotidiano.
“Frente a los conflictos que vivimos hoy, sigue siendo un referente válido volver al texto de la declaración. Muchas veces pensamos en el derecho a la vida, a la integridad o a la libertad, pero nunca olvidemos que también es clave para un desarrollo inclusivo y económico que ponga a las personas en el centro. Es la clave para unas leyes justas, en los ámbitos legislativos; para luchar contra la discriminación, que sigue vigente; para superar las brechas sociales y económicas que existen en nuestras sociedades, y también para el trabajo de prevención”, expresó.