Con veneno de alacranes busca científica mexicana nuevos fármacos para enfrentar resistencias bacterianas
La dañina sustancia contiene elementos antimicrobianos peptídicos, ante los cuales las bacterias aún no han desarrollado resistencia
La dañina sustancia contiene elementos antimicrobianos peptídicos, ante los cuales las bacterias aún no han desarrollado resistencia
Una investigadora de la Universidad de Colima (UdeC) analiza el veneno de animales ponzoñosos de cuyos compuestos se pueden generar nuevos fármacos que podrían ser utilizados, debido a su actividad antimicrobiana, en pacientes con quemaduras, así como para servir de moduladores del sistema inmune y generar antivenenos.
Sin embargo, la mayor preocupación de la biotecnóloga Juana María Jiménez Vargas es la resistencia a los fármacos generada por varias cepas bacterianas, pues se estima que anualmente de los cinco millones de personas enfermas por bacterias, el 50 por ciento se infectada por cepas con resistencia a los antibióticos, como Staphylococcus sp. Staphylococcus aureus, Pseudomonas sp., Mycobacterium tuberculosis y Klebsiella pneumoniae.
La científica participe de dos patentes para el Instituto de Biotecnología de la UNAM explica que el veneno de las especies de alacrán letales para el ser humano se compone de más de 100 sustancias, de las cuales sólo cuatro o cinco pueden ser responsables de los signos y síntomas de intoxicación y muerte por picadura. Los otros compuestos ayudan a la difusión y distribución de estas sustancias para que lleguen al blanco y ejerzan su acción.
“El veneno contiene elementos antimicrobianos peptídicos, ante los cuales las bacterias aún no han desarrollado resistencia, como sí lo han hecho ya con medicamentos comerciales.
“El problema es que algunos de estos péptidos pueden romper la membrana celular y causar la muerte. No obstante, este es un efecto secundario que puede corregirse realizando modificaciones en las secuencias de los péptidos”.
La científica explica que para ello se usaría este péptido antimicrobiano de forma conjunta con el antibiótico convencional para que ambos tengan un efecto sinérgico sobre la bacteria, ya que el antimicrobiano facilitaría la entrada del antibiótico al causar poros en la membrana de la célula, permitiendo que el segundo ejerza su acción sobre la síntesis de proteínas o ADN.
“Actualmente, diversas cepas bacterianas han generado mecanismos para resistir el efecto de un antibiótico. Ya sabemos cómo funcionan los fármacos y cómo las bacterias pueden llegar a degradarlos, por esto decimos que hay resistencia”, aclara Jiménez Vargas.
Igualmente refiere que en la segunda parte de la investigación busca encontrar un antimicrobiano que tenga buena actividad y que no sea lítico (que no disuelva o disgregue). Además, para el desarrollo del fármaco se debe considerar la vía de administración, estabilidad y qué tipo de vehículos serían convenientes para su uso.
La investigadora integrada al Laboratorio de Productos Biológicos de la Facultad de Ciencias Químicas de la UdeC a través de las Cátedras Conacyt, acentuó que el proceso para desarrollar nuevos fármacos puede durar más de diez años, ya que éstos deben pasar por distintos procesos, pruebas y protocolos antes de ser aplicados en seres humanos.
“Lo importante de ello es que ya estamos trabajando para caracterizar los componentes y saber dónde y cómo pueden funcionar, y cuál sería su aplicación”. (Agencia ID)