Alrededor del 90% de las especies de aves forman parejas monógamas; es decir, una vez que encuentran a su «media naranja», permanecen con ésta el resto de su vida. Sin embargo, los científicos no han podido determinar cómo se forman estos vínculos tan duraderos y fuertes más allá de asociarlos con un mayor rendimiento reproductivo. Ahora, un estudio de la Universidad de Oxford (Inglaterra) afirma que habría un componente a tener en cuenta en las relaciones «amorosas» de los pájaros: la personalidad más o menos «audaz» de los machos.
Según esta investigación, publicada esta semana en «Nature Ecology and Evolution», los especímenes masculinos que exploran más activamente nuevos entornos forman enlaces más fuertes con las aves hembra antes de aparearse, lo que significa que el comportamiento del macho puede influir en la estructura y dinámica en los grupos formados por estos animales.
«Encontrar un compañero de apareamiento es de suma importancia para estas aves, al igual que lo es para muchas especies en todo el reino animal. Nos preguntamos por qué los individuos de la misma especie difieren tanto en cuánto al esfuerzo que ponen para formar estas relaciones», explica Josh Firth, científico encargado de dirigir la investigación.
Las conclusiones se sacaron a través de la evaluación de cientos de pájaros de la especie carbonero (muy común en Europa y Asia) en el bosque de Wytham, muy cercano a Oxford. A estas aves se les colocaron etiquetas de identificación por radiofrecuencia para observar su comportamiento durante los años en sus comunidades, lo que determinó sus diferencias de roles dentro de cada comunidad.
Ser audaz no significa ser mejor
De esta manera, se observó que los pájaros con personalidad más proactiva empezaban la búsqueda de pareja antes incluso de la época de cría, lo que contribuía a fortalecer la relación con la pareja escogida. Por el contrario, los especímenes masculinos más «tímidos» prefieren acercarse a varias hembras sin decantarse por ninguna hasta que llega el momento del apareamiento. Por el contrario, no se encontró evidencia de que la personalidad de la hembra tenga relación con la fortaleza de los vínculos en la pareja.
Sin embargo, según señala Firth estos hallazgos no señalan que una personalidad «intrépida» por parte de las aves macho sea «mejor» que una más «tímida». «Podría ser cierto que ser audaz y proactivo es mejor para encontrar un buen compañero en algunas situaciones sociales, mientras que las estrategias más reservadas son preferibles en otras ocasiones», afirma.
Los investigadores esperan que tras estas primeras conclusiones se fomenten más estudios acerca de cómo las diferencias de comportamiento individuales pueden dar forma a las relaciones sociales en muchas especies, y sus consecuencias en las estructuras de las sociedades animales.