Síndrome Karoshi cobra la vida de más de dos mil personas cada año
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Morir por exceso de trabajo es posible, así lo demuestran diversos estudios. Karoshi es una palabra japonesa que significa ‘muerte por exceso de trabajo’ y que se usa para describir un fenómeno social en el ambiente laboral que existe desde hace varias décadas en aquel país oriental.
En 1987, el Ministerio de Salud de Japón reconoció el Síndrome Karoshi o ‘muerte por exceso de trabajo’ como una enfermedad que cobra la vida de más de dos mil personas por año.
Tan sólo en 2017 fallecieron dos mil 310 japoneses a consecuencia del Síndrome Karoshi, es decir por complicaciones debidas al exceso de horas de trabajo y estrés que terminan en derrames cerebrales y ataques cardíacos.
Y es que en Japón algunas jornadas laborales duran 15 horas diarias más el tiempo destinado a los trayectos de las casas a las oficinas, otras cuatro horas más.
En México aún no hay registros de muertes del Síndrome Karoshi; sin embargo, cifras oficiales señalan que de las 75 mil muertes por infarto registradas el año pasado, al menos el 30 por ciento se relacionan con estrés laboral.
Ana tiene 38 años, vive en la Ciudad de México y desde hace dos años vive las consecuencias del estrés laboral en exceso; todos los días con jornadas laborales de más de 80 horas a la semana.
“El dueño de cualquier cosa me regañaba llegó un momento en que ya no quería ir a trabajar, tenía que estar 24 por 7 en el teléfono contestando y si alguna otra persona tomaba alguna actitud o no hacía algún trabajo a mí me quería descontar, pero el día”, dijo Ana.
Los insultos verbales se transformaron en horas extras de trabajo sin paga y en más humillaciones.
Ana tuvo un accidente dentro de la empresa, en donde le negaron el servicio para ir al Seguro Social. “Me llevaron con un médico particular para evitar que subieran los riesgos de las primas”, comentó.
Como resultado del accidente, Ana tuvo un esguince cervical de segundo grado y desvío de columna, y luego de tres semanas de incapacidad, al regresar a la empresa, su puesto ya estaba ocupado por alguien más y ella transferida a otra gerencia totalmente distinta a las actividades que dominaba.
“Llegó un momento donde me salía llorando y pues obviamente por la necesidad no me terminé yendo hasta que ya empezó a mermarse en mi salud donde ya estaba con dolores de cabeza, ya me dolía el estómago, donde empecé con gastritis”, señaló Ana.
Luego de un año de malestares, Ana terminó en el hospital debido a un pre infarto. Hoy aún no puede reintegrarse a la actividad laboral, pero disfruta de estar viva y disfrutar a su familia.
En Japón, si un juez determina que alguien murió por Karoshi, su familia recibe una compensación de más de 20 mil dólares por parte del gobierno y más de millón y medio de dólares por parte de la compañía.
Con información de Arely Melo
LSH