Ciudad de México, 16 de enero 2024.- En México, se estima que únicamente la mitad de los adolescentes que viven con depresión son diagnosticados antes de llegar a la edad adulta. De estos, dos de cada tres adolescentes no reciben un diagnóstico por su médico general y con ello, solamente la mitad de los adolescentes diagnosticados reciben el tratamiento adecuado, señala la Dra. Nelly Cecilia Capetillo Ventura, médico psiquiatra y especialista en niños, adolescentes y trastornos de la conducta alimentaria del Centro Médico ABC.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial, uno de cada siete jóvenes con edad de 10 a 19 años, padece algún tipo de trastorno mental; la depresión, la ansiedad y los trastornos del comportamiento se encuentran entre las principales causas de enfermedad o discapacidad entre esta población.
Por otra parte, en México el número de jóvenes entre 12 y 24 años con depresión ronda los 2.5 millones de personas y 9.9 personas de cada 100,000 ha tenido ideas suicidas[1]; el suicidio es considerada la cuarta causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años[2].
La Dra. Capetillo comenta que, durante la adolescencia, la depresión, así como su sintomatología, genera repercusiones a nivel familiar, social y escolar.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua 2022 (ENSANUT Continua 2022) refiere que el riesgo elevado de presentar episodios depresivos recurrentes se puede asociar a la aparición de comportamientos autodestructivos principalmente en el adolescente, incluyendo ideas suicidas. En caso de no recibir atención oportuna, se puede llegar a prolongar durante la edad adulta convirtiéndose en una enfermedad crónica[3].
En este sentido, la Dra. Capetillo indica que es importante entender que la depresión tanto en niños como en adolescentes es un problema grave de salud. “Recordemos que la adolescencia va de la niñez a la vida adulta, va de los 10 a los 19 años, momento en el que ocurren cambios tanto físicos como cognitivos que afectan el estado de ánimo de los adolescentes, pasando desapercibido, por lo general”.
Aunque la prevalencia de depresión es relativamente similar en niños y niñas, durante la adolescencia esta prevalencia es mayor en las mujeres, donde pueden influir factores hormonales, la presión social con respecto a su género e, incluso, el mayor riesgo que se ha observado de sufrir abuso sexual.
Es importante que los padres presten atención a los síntomas que se pueden presentar, como: la irritabilidad, que puede dar la idea de rebeldía, pero que en realidad se trata de un episodio depresivo. Algunos otros síntomas que son importantes de identificar incluyen la ansiedad, tristeza, dificultad para disfrutar las cosas, poca concentración, aislamiento social, problemas de alimentación o en el sueño, o ideas suicidas. En está etapa se pueden presentar síntomas físicos frecuentes como por ejemplo dolor de cabeza y síntomas gastrointestinales.
Un gran problema durante la adolescencia es que se encuentran en una etapa de neurodesarrollo, lo que por sí mismo puede generar impulsividad en el adolescente, pero al no haberse desarrollado del todo su sistema nervioso central, las decisiones y los impulsos se suelen confundir, de mala manera, con el consumo de sustancias, déficit de atención e hiperactividad; lo que genera un diagnóstico erróneo.
La Dra. Capetillo señala que es importante también conocer los factores de riesgo que se asocian a un episodio depresivo, como la dinámica familiar, antecedentes de abuso o violencia y la genética.
Para dar tratamiento a los niños y adolescentes es necesario conocer el grado de severidad del padecimiento, también conocer si existen síntomas asociados como el consumo de sustancias, episodios de ansiedad, etc. En caso de que sea una depresión de severidad leve, se puede tratar únicamente con psicoterapia; para los casos de depresión moderado o grave, se sugiere una combinación de psicoterapia y el uso de fármacos específicos para cada caso.
Otro tema importante es conocer la prevención, mediante la aplicación de dinámicas sanas que permitan tener una comunicación abierta con el menor, no regañarlos innecesariamente o de manera constante, validar sus emociones, escuchar sus ideas y entenderlas. Todo esto puede permitir detectar a tiempo algunos síntomas y fomentar una buena autoestima, mientras se mejora la dinámica familiar.
Como conclusión, la Dra. Capetillo indica que, para tener una buena salud mental, se recomienda cuidar el estilo de vida del menor, esto incluye la cantidad de horas de sueño, la realización de actividades relajantes, controlar el tiempo que se usan los dispositivos como televisión o celulares, una buena dinámica familiar, poner límites, realizar actividades físicas y sociales, una alimentación correcta y evitar la prohibición de emociones.
Es importante acudir con el especialista ante cualquier cambio que se perciba en la actitud del niño o adolescente.
En el Centro Médico ABC proporcionamos una atención integral para los menores y sus padres, en caso de que exista algún problema de depresión u otro tipo de trastorno mental.