Recuerda la UAG al Beato Anacleto González Flores
La ceremonia se realizó en el Auditorio Dr. Luis Garibay y la estatua dedicada al también patrono de la Autónoma
La ceremonia se realizó en el Auditorio Dr. Luis Garibay y la estatua dedicada al también patrono de la Autónoma
La Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) y la Federación de Estudiantes de Jalisco (FEJ) hicieron un homenaje en memoria de Anacleto González Flores, con motivo del 96 aniversario de su martirio. El beato jalisciense, nacido en Tepatitlán, murió fusilado el día primero de abril de 1927, tenía 39 años.
La ceremonia fue encabezada por el Rector, Lic. Antonio Leaño Reyes, quien compartió una breve semblanza de Anacleto, en la que recordó que es el Patrono de los estudiantes de la UAG.
El presidente de la FEJ, Salvador Esparza Rodríguez, dirigió un mensaje en el que afirmó que “Anacleto nunca fue una persona ordinaria; desde pequeño tuvo una afición notoria por la lectura, la música y la poesía. Destacaba entre sus compañeros por su ágil mente, pensamiento crítico, visión objetiva y envidiable memoria”, cualidades que le ayudaron a “no quedarse de brazos cruzados ante las leyes anticlericales emanadas de la revolución”.
Esparza también destacó el celo que Anacleto tenía por la formación de la juventud y finalizó su intervención invitando a sus compañeros a mantenerse firmes en sus convicciones y valores que hoy son tan atacados.
El evento se llevó a cabo en el auditorio “Dr. Luis Garibay” y luego se trasladó a la explanada principal de Ciudad Universitaria, frente a la estatua del beato, donde se colocó una ofrenda floral y fue expuesta una reliquia de Anacleto. Ahí se montó una guardia de honor y la alumna Juliana Ceja García, secretaria general de la FEJ, dirigió el rezo de una decena del rosario.
Al evento también asistieron el Vicerrector de Ciencias de la Salud Dr. Alfonso Petersen Farah, directivos de la FEJ, autoridades, profesores, estudiantes y colaboradores de la UAG.
Un hombre extraordinario
González Flores nació en Tepatitlán el 13 de julio de 1888. Desempeñó varios oficios antes de estudiar la carrera de abogado en la Escuela Libre de Derecho. Contrajo matrimonio en 1922 con Concepción Guerrero.
Desde su llegada a Guadalajara destacó como periodista y orador. En 1916 dirigía a un grupo de jóvenes que se reunían en la casa que llamaron la “Gironda”. En 1917 fundó el semanario “La Palabra” y publicó su libro “Ensayos”. En 1918 publicó “Gladium” y organizó en el estado un boicot económico contra el gobierno. Anacleto tenía una sólida relación con el arzobispo Francisco Orozco y Jiménez, y era reconocido como el líder moral de la resistencia católica en Guadalajara.
En 1926 se promulgó la “ley Calles”, cuyos 33 artículos atentaban flagrantemente contra la Iglesia. Los templos cerraron sus puertas, se suspendió el culto, y se desató la guerra. En el anexo del templo de Santa Mónica, en Guadalajara, tuvo lugar la asamblea de la Unión Popular, en la que Anacleto fue electo jefe.
Anacleto fue capturado en la madrugada del 1 de abril de 1927 y fusilado en el Cuartel Colorado unas horas más tarde sin juicio previo, junto con otros tres defensores del catolicismo: Luis Padilla Gómez, presidente de la ACJM en aquel momento y los hermanos Jorge y Ramón Vargas González en cuya casa había sido encontrado Anacleto. Tenía 38 años.
Antes de que lo pusieran frente al pelotón de fusilamiento, fue torturado para que diera detalles de la insurrección. No le sacaron ni una palabra, pero antes de morir mostró su generosidad cristiana: “General –le dijo a Jesús Ferreira– perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante el tribunal divino; el mismo Juez que me va a juzgar, será su juez, y entonces tendrá usted en mí, un intercesor con Dios”.
Los restos del beato Anacleto González Flores están depositados en el Santuario de la Virgen de Guadalupe.
En 2005 fue beatificado y durante un congreso estudiantil, Anacleto González Flores fue declarado Patrono de los Estudiantes de la UAG; en una jardinera situada a la entrada del edificio de Rectoría se encuentra una estatua suya que recuerda constantemente el valor de las virtudes que impregnaron su vida.