Ciudad de México, martes 30 de abril, 2019 – Hasta hoy se carecía de un tratamiento específico para niños y niñas con Esclerosis Múltiple, una enfermedad en la que el propio sistema de defensa (inmunológico) inflama y desgasta la cubierta aislante (mielina) de las neuronas, con lo que altera, disminuye o bloquea los impulsos neuronales, afectando múltiples funciones, incluso esenciales, en todo el organismo.
Afortunadamente en México, ya está disponible el primer tratamiento autorizado para prescribir a pacientes diagnosticados con Esclerosis Múltiple Pediátrica, es decir, niños y jóvenes entre 10 y 17 años de edad, ayudándoles a reducir la frecuencia de las recaídas y retrasar la progresión de la enfermedad y sus daños; lo que asegura un impacto positivo en su calidad de vida, ayudándole a mejorar los efectos psicosociales que afectan su desarrollo académico, las relaciones familiares y cuestiones específicas de la adolescencia como autoestima y amigos.
Si bien el curso de la enfermedad puede ser más lento en los niños con Esclerosis Múltiple (EM), la discapacidad y daños se acumulan desde más temprano, en comparación con una persona que inicie esta enfermedad en una edad adulta.
Aunque, la mayoría de los síntomas que los niños presentan, suelen ser similares a los de los adultos, la sintomatología inicial pueden no ser reconocida como indicadores de EM Pediátrica[1], porque la edad de los menores no se ajusta al perfil común de quienes la desarrollan. Incluso los pediatras no esperan encontrarla en sus pequeños pacientes.
Generalmente los síntomas suelen confundirse con otras enfermedades de la niñez lo que hace más difícil diagnosticar la EM en un infante que en un adulto. Sin embargo, algunos menores pueden desarrollar síntomas adicionales como convulsiones y alteraciones del estado mental como un excesivo sueño profundo (letargia).
En los niños con menor edad es más probable que presenten encefalopatía, problemas motrices y de coordinación y los pacientes pediátricos con mayor edad manifiestan más frecuentemente probables sensoriales [2].
El problema de EMP es que existe un gran retraso entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico correcto, se estima que este diagnóstico puede tardar entre semanas y años[3], tiempo en que el niño estará sin el tratamiento adecuado
Se estima que a nivel mundial afecta a más de 2 millones de personas en el mundo, de esta cifra la Esclerosis Múltiple Pediátrica (EMP) tiene una prevalencia de 0,63 casos por cada 100,000 personas, y en México se estima que se tienen 720 casos registrados.[1] Pero debido a su baja incidencia, hay poco conocimiento sobre el padecimiento[2] y su diagnóstico en niños y adolescentes puede ser un reto para los médicos.
Desafortunadamente tener un diagnóstico oportuno en los niños y adolescentes, en muchas ocasiones es un reto, ya que la enfermedad puede confundirse con otros padecimientos como pueden ser: lupus eritematoso sistémico (LES), enfermedad de Behcet, neurosarcoidosis, angitis del Sistema Nervioso Central (SNC), tumores, infecciones, trastornos neurometabólicos y hereditarios.
Actualmente no existe cura para la esclerosis múltiple, y por tanto es imperativo que los tratamientos funcionen de verdad a la hora de limitar los síntomas, la actividad de la enfermedad y, en última instancia, la progresión de la enfermedad, reduciendo así la carga para los pacientes, particularmente los pediátricos que debutan con la enfermedad y por ello, la padecerán durante más años que alguien que empiece en edad adulta.
Es importante hacer conciencia de esta enfermedad y ante cualquier sospecha de tener este padecimiento, es necesario acudir al médico, para tener un diagnostico oportuno y un tratamiento adecuado ya que los síntomas varían de acuerdo con la edad.