Pensar en los pobres
Adán Echeverría
Mi esposa y mi hijo de siete años volvían a casa desde Querétaro. Un viaje de 10 horas, llegarían a las 5 de la mañana. Desde luego no pude dormirme. Cuando lo intenté, de pronto me despertó una tristísima pesadilla: Desperté sudando, tenía mucho calor.
Suele sucederme qué las pesadillas son esa forma en la que mi mente logra despertarme cuando tengo mucho frío o mucho calor. Desperté y sentí mucha tristeza. Tomé el móvil, vi la pantalla, eran las 3.45 de la mañana. La noticia que apareció fue: Muere el Papa Francisco. Como en las redes sociales se publican muchísimas mentiras, decidí revisar si otras cuentas estaban hablando de ello. Y sí, el Papa Francisco había dejado este mundo cerca de las 7 de la mañana del lunes 21 de abril, en sus aposentos del Vaticano. Muere el líder de la iglesia católica. Muere un jefe de estado.
Ha muerto quien fuera el primer Papa latinoamericano. De esos latinoamericanos que gran parte de la Europa actual ansía con todo su corazón expulsar del continente: “vuelvan a su patria, negros, vuelvan a su patria, latinos de mierda, vuelvan a su patria, sudacas de mierda”, se grita y se lee por las calles de la blanca Europa.
Recuerde usted, querido lector, que América Latina cuenta con el 41.3% de la población católica del mundo, con cerca de unos 480 millones de católicos desde México hasta la Patagonia. Mientras que en Europa cada vez se ha reducido el número de católicos, que han buscado en el protestantismo, en el cristianismo ortodoxo y en el islam, reafirmar sus creencias. La llegada de Jorge Bergoglio, nacido en Argentina el 17 de diciembre de 1936, fallecido en el Vaticano el 21 de abril de 2025, fue una forma de sostener el mundo católico para el pueblo latinoamericano que desde el siglo XVI sufrió los embates de espada y cruz de los europeos que, desde entonces, y a pesar de procesos de independencia y revoluciones, siguen saqueando América Latina.
Sin embargo, Bergoglio, que asumió el liderazgo bajo el nombre de Papa Francisco Primero terminó siendo una piedra en el camino para la ortodoxia católica, para el conservadurismo católico, para el mundo europeo feliz de continuar la explotación de seres humanos en América, África, y Asia; su posición respecto a los derechos de los migrantes (“El encuentro con el migrante es también un encuentro con Cristo”) los derechos de la mujer (“En la historia, aún hoy, existe una esclavitud de la mujer”), los derechos de las infancias («No olvidemos a los pequeños a los que les han robado su infancia»), los derechos de la diversidad sexual (“Si un gay acepta al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?»); y enfocó gran parte de su apostolado en los pobres: “Pensamos en cuántos están oprimidos, cansados, marginados, en las víctimas de las guerras y en aquellos que dejan su tierra arriesgando la vida; que están sin pan, sin trabajo, sin esperanza», “Oremos y luchemos por aquellas existencias heridas, por los pobres que se han convertido en invisibles, cuyo grito de dolor es sofocado por la indiferencia general de la sociedad”. Y tuvo la osadía de lanzarse contra los oligarcas y dueños de todo: «El mundo es rico y, sin embargo, los pobres aumentan a nuestro alrededor», «El liberalismo económico desenfrenado solo hace más fuertes a los fuertes y más débiles a los débiles y excluye a los más excluidos»; «Es cada vez más intolerable que los mercados financieros configuren el destino de las personas en lugar de servir a sus necesidades», para terminar rematando con: «El capitalismo mata».
Todas estas frases, dichas en sus discursos, en conferencias, en entrevistas, en las muchas encíclicas que dejó para la posteridad deben seguir siendo analizadas. Deben ser expuestas a los niños, a los adolescentes. Justo ese pensamiento del Papa Francisco es lo que lo alejó de personajes como Trump, Meloni, Bolsonaro, Milei, y en México, sus dichos y su forma de pontificar ha sido una estaca en el corazón de los vampiros presupuestales como: Xóchitl Gálvez, Lilly Téllez, Ricardo Salinas Pliego, Eduardo Verástegui, que necesitaban y aún necesitan un Papa Católico con pensamiento medieval, que les valide el ideal de que los ricos son ricos por su esfuerzo, y los pobres lo son por flojos, ignorantes e incapaces, y están en el mundo para servir a quienes nacieron ricos.
El mundo ha perdido al primer Papa latinoamericano. A un defensor de los pobres. Descanse en paz Jorge Bergoglio, Papa Francisco Primero. Necesitamos más personas, más líderes religiosos y políticos que quieran pensar en los pobres.