Miles de niños rohinyá llegan a Bangladesh con historias de desnutrición

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“Los soldados le disparaban a la gente. Mataron a mis dos hermanas. Entonces nos refugiamos”, relató Munzurali, un niño rohinyá de 11 años.

Estas palabras apenas describen los horrores que han vivido miles de niños rohinyás desde que se vieron obligados a dejar su natal Myanmar el 25 de agosto. Muchos presentan traumas por lo vivido.

“Estos niños se sienten totalmente abandonados, totalmente apartados y sin ningún medio para encontrar apoyo o ayuda. En cierto sentido no es ninguna sorpresa que para ellos este lugar sea como el infierno en la tierra”, dijo el director del informe y asesor de comunicaciones de UNICEF, Simon Ingram.

“En cuanto a salud, la situación de muchos de estos pequeños es desesperada. Llegan muertos de hambre y en los huesos. Muchos sufren, evidentemente, de malnutrición. Uno de cada cinco de estos pequeños, niños menores de cinco años, sufre de malnutrición, de malnutrición aguda”, mencionó el director del informe y asesor de comunicaciones de UNICEF, Simon Ingram.

La llegada de refugiados de Myanmar a Bangladesh no para. A pesar de que la Organización Mundial de la Salud, Médicos Sin Fronteras y la ONU están trabajando para apoyarlos, sus capacidades son limitadas.

La situación es muy fluida y el flujo de recién llegados no ha parado. Han pasado dos meses, se estima que 589,000 personas ya están ahí, pero siguen llegando refugiados nuevos. Es por esto que se ha convertido en la mayor crisis de refugiados en años recientes. Se está haciendo mucho, pero las necesidades en el terreno son enormes”, destacó el portavoz del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Duniya Aslam Khan.

58% de los 600 mil rohinyás que han logrado reubicarse en campos de refugiados en Bangladesh son niños. 18 mil seiscientos veinticuatro de ellos se han quedado huérfanos.

Con información de Mercedes Migoya

HVI