Miles de estudiantes son tratados anualmente por agresiones sexuales
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Los menores que abusan sexualmente de otros en las escuelas pueden ser chicos populares, muchachos solitarios, o cualquiera en el medio. No hay un atacante típico y las escuelas no tienen forma de saber quién podría mostrar proclividad a ese tipo de agresiones.
Miles de escolares son tratados anualmente por agresiones sexuales en Estados Unidos, pero los expertos no han podido dar con una semblanza común, con personalidades, circunstancias y motivaciones similares.
Dicen que si bien comportamientos antisociales pueden indicar que hay mayores riesgos de que cometan agresiones sexuales, los chicos populares también pueden cometerlas, mientras que los rebeldes pueden reformarse. Las razones detrás de un ataque generalmente van más allá de una simple gratificación física y pueden abarcar desde un sentido de superioridad que le da derecho a hacer lo que quiera hasta una desesperada necesidad de ser aceptado.
Aunque muchas agresiones sexuales no son denunciadas, las investigaciones indican que el 95% de los abusadores escolares que ingresan al sistema judicial no volverán a cometer ese tipo de ofensas pues escarmientan con el episodio inicial.
Con tratamiento y la maduración normal de ese período de sus vidas, los abusadores escolares generalmente se recuperan.
“No es algo que dure toda la vida”, expresó Maia Christopher, directora ejecutiva de la Asociación para el Tratamiento para Abusadores Sexuales. “Los menores tienden a ser más influenciados por intervenciones efectivas que los adultos”.
Una investigación de la Associated Press en marcha reveló que las escuelas primarias y secundarias de Estados Unidos no protegen debidamente a los alumnos de ataques sexuales y que a veces minimizan o incluso encubren los incidentes.
Las leyes estadounidenses tienden a darles una segunda oportunidad a los estudiantes que incurren en estas agresiones y las leyes que protegen la privacidad hacen que, incluso si los abusadores no muestran arrepentimiento, se les permite seguir cursando estudios sin que maestros y compañeros conozcan sus antecedentes.
Los adultos pueden desempeñar un papel clave en la rehabilitación, empujando al abusador a hacerle frente a la realidad o protegiéndolo y evitando que acepte sus responsabilidades.
Admitir el error es vital para la recuperación.
“Si no admites que hiciste algo malo, jamás vas a cambiar tu comportamiento”, dijo la fiscal Vicki Seidl, que ha lidiado con este tipo de casos.
Estudios académicos indican que dos supuestos factores de riesgo obvios –la exposición a la pornografía y haber sido víctima de abusos sexuales– no desencadenan necesariamente ese tipo de agresiones. Lo que sí parece aumentar el peligro es una vida inestable, con padres que abusan física o psicológicamente de sus hijos.
AAE