En 1914, el lobo gris era considerado como una especie nociva para la agricultura y la ganadería. Se habrían matado tantos lobos en Yellowstone, que la especie desapareció de estos bosques.
Entonces creció sin ningún control el número de ciervos, no había quien los cazara. Y eran tantos ciervos alimentándose de la vegetación, que desaparecieron los arbustos a las orillas de los ríos y éstos comenzaron a perder su cauce. Se adelgazaron los pastizales en los valles y los álamos y sauces dejaron de crecer.
Hace 21 años fueron reintroducidos a Yellowstone 31 lobos de Canadá y las cosas comenzaron a cambiar. Los lobos empezaron a cazar a los ciervos y los replegaron de las orillas de los ríos, donde eran presa fácil. Fue entonces que el ecosistema se transformó.
Los ríos retomaron su cauce y el bosque comenzó a regenerarse. Los álamos y los sauces crecieron más alto. Aumentó el número de aves migratorias.
Los castores y las nutrias regresaron a los ríos. Los lobos controlaron a los coyotes. Entonces aumentaron los conejos y ratones y sus predadores, como las comadrejas, las mofetas y los zorros regresaron.
Los restos de las presas de los lobos atrajeron a las águilas y a los cuervos que se alimentan de la carroña.
Al haber más comida, la población de osos aumentó. Había más moras en los arbustos regenerados, que ya no se comían los ciervos, porque los lobos los cazaban.
Y por increíble que parezca, la acción de los lobos cambió el cauce de los ríos, porque con los arbustos regenerados había menos erosión. Los canales de los ríos se estrecharon, consolidaron su curso, se formaron lagunas y la regeneración de los bosques estabilizó la tierra que antes se derrumbaba en las laderas de los valles.
Todo regreso a su orden natural, lo que transformó el ecosistema de Yellowstone.