Este sábado, el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, habló de «una nueva Guerra Fría» y se preguntó si el mundo estaba en el año 2016 o en 1962. Un día después, The Washington Post retrocedió el reloj otros 20 años y describió lo que ocurre actualmente en la provincia siria de Alepo como una «mini guerra mundial»:
La tensión en territorio turco con los kurdos aumentó desde mediados del año pasado.
«Aviones rusos bombardean desde el cielo. Milicias iraquíes y libanesas con asesores iraníes avanzan en el terreno. Un surtido grupo de rebeldes sirios respaldados por Estados Unidos, Turquía, Arabia Saudita y Qatar intenta que estas milicias retrocedan. Fuerzas kurdas –aliadas tanto con Washington como Moscú– toman ventaja del caos y extienden su territorio. Estado Islámico (EI) se apodera de un par de pequeños poblados mientras la atención se desvía hacia otros grupos».
Sin embargo, ni siquiera esta detallada descripición del diario estadounidense pudo abarcar todos los conflictos que tienen lugar en el tablero sirio como, por ejemplo, la compleja guerra particular que lleva a cabo Turquía contra grupos kurdos en Siria.
En los últimos días, fuego de artillería turco atacó posiciones kurdas en Alepo y, en las últimas horas, el gobierno de Ankara tuvo que salir a desmentir los rumores de que tropas terrestres turcas habían incluso ingresado a Siria.
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Este fin de semana, mientras los ministros de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Rusia y otra decena de naciones reunidos en Múnich declararon un cese de hostilidades en territorio sirio, el Departamento de Estado de Estados Unidos llamaba a Turquía a parar los ataques contra de objetivos en Siria y Damasco reclamaba a Naciones Unidas una respuesta por lo que consideraba una violación a su soberanía.
Todos contra todos
Tanques turcos disparan contra posiciones kurdas en Siria.
«La guerra no es más que un duelo en una escala más amplia. Si quisiéramos concebir como una unidad los innumerables duelos residuales que la integran, podríamos representárnosla como dos luchadores, cada uno de los cuales trata de imponer al otro su voluntad por medio de la fuerza física».
Con esta definición básica comienza «De la Guerra», uno de los textos más emblemáticos para entender la costumbre humana de enfrentarse en un campo de batalla. Fue escrito en las primeras décadas del siglo XIX por el historiador y general prusiano Karl von Clausewitz y continúa siendo un clásico hasta hoy.
Pero esta idea del duelo, nacida en los campos de batalla de las guerras napoleónicas donde se enfrentaron los principales poderes militares de la época, no puede aplicarse con igual efectividad a todo conflicto.
Puede ser útil para describir la Guerra Fría que mantuvieron Washington y Moscú desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída de la Unión Soviética, pero es inútil para arrojar luz sobre la variedad de fuerzas y disparidad de intereses que chocan actualmente en Siria.
Von Clausewitz hubiese tenido dificultades para entender esta dinámica de aliados/enemigos que encuentra, por ejemplo, a Estados Unidos en desacuerdo con Rusia por el destino del presidente de Siria, Bashar al Asad.
El teórico de la guerra también se habría asombrado ante el acercamiento entre Washington y Teherán, unidos por su animadversión a los extremistas sunitas pero distanciados por el apoyo iraní a al Asad y a la guerrilla libanesa chiita de Hezbolá, otra fuerza de las que combate en Siria que ha sido desde hace años considerada una organización terrorista por la Casa Blanca.
El caso turco hubiera sido para el general prusiano aún más complejo de explicar: Ankara ataca posiciones de las milicias kurdas en Siria (YPG), brazo armado del Partido por la Democracia Unificada (PYD), aliado tradicional del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), perseguido en Turquía desde 1984 por buscar la autonomía kurda en ese país.
Pero al mismo tiempo, el gobierno turco mantiene buenas relaciones con el Gobierno Regional Kurdo en Irak (KRG), los Peshmerga (fuerzas armadas del KRG) y el Partido Kurdo en Irak (KDP).
Mientras tanto, en los escenarios bélicos de Siria e Irak, el YPG, PYD PKK, KRG, KDP, los Peshmerga y el gobierno turco están enfrentados con Estado Islámico.
¿Dónde está el enemigo?
«El gobierno turco ha dicho que está preparado para pelear todos los enemigos que vayan en contra de sus intereses nacionales, pero muchos analistas creen que está interesado en un enemigo en particular, la pregunta es cuál«, indicó el periodista de la BBC Neil Arun.
Arun entrevistó a Kerem Oktem, profesor de la Universidad de Graz, en Austria, para quien la estrategia turca es «simular que libra una guerra en contra del Estado Islámico, mientras al mismo tiempo persigue otra meta que es destrozar al PKK».
La mayoría de las víctimas de la guerra en Siria desconocen muchos de los motivos que alimentan el conflicto.
Cemil Bayik, líder del PKK, le dijo a la BBC que Turquía ataca a las fuerzas kurdas para evitar que se enfrenten a Estado Islámico, por lo que, en su opinión, Ankara está protegiendo a EI en lugar de combatiéndolo. No es el único en pensarlo.
En julio de 2015, una tregua entre el gobierno turco y Ankara voló por los aires tras un atentado suicida en Suruc, un pueblo kurdo ubicado en territorio turco, muy cerca de la frontera con Siria.
El atentado, que dejó 32 muertos, fue atribuido por los kurdos a una conspiración entre Ankara y Estado Islámico, algo que Turquía niega (dos días después, rebeldes del PKK mataron a dos polícias turcos a quienes acusaban de facilitar el ataque de Suruc).
En otra definición del conflicto bélico, quizás la más famosa de Von Clausewitz, el general prusiano sostiene que «la guerra es una mera continuación de la política por otros medios».
Pero en el embarrado escenario militar sirio, la guerra –que ha costado la vida de 250.000 personas– es lo patente, lo tangible… las políticas y los intereses de los gobiernos detrás de las fuerzas que combaten en el terreno son en ocasiones lo más oscuro de desentrañar.