La justicia debe ser pronta y efectiva, y solo así, podremos afirmar que estamos avanzando hacia una verdadera igualdad y una vida libre de violencia para todas: Larrissa Acosta

Discurso de la Diputada Larissa Acosta Escalante

Las personas todo el tiempo vivimos dolores. Dolores que podemos mitigar; que pueden sanar o que se pueden, al menos, olvidar.

Pero hay otros dolores que increíblemente son causados por la negligencia del estado, por la indiferencia de la sociedad, de sus políticos, de sus instituciones y funcionarios.

Ese dolor, que proviene de la injusticia, sede un poco cuando es nombrado. Y desaparece cuando el cauce de las instituciones y sus procesos son eficientes. Es decir, cuando hay justicia.

En Yucatán, tenemos hoy el caso de Ericka, una madre que denunció por violencia vicaria a su expareja, quien es exconsejero de la CODHEY. Ericka no ha podido conocer el paradero de su hija, una menor de cinco años, durante _ días.

En el año 2022, activistas impulsaron una reforma a la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, el Código de Familia y el Código Penal de Yucatán para tipificar la violencia vicaria, una forma de violencia de género que había sigo, hasta entonces ignorada por el Estado, pero experimentada por miles de mujeres.

Con la violencia vicaria es a la mujer a la que se le quiere dañar y el daño se hace a través de las y los hijos. El maltratador sabe que dañarlos es asegurarse de que la mujer no se recuperará jamás.

Tipificar la violencia vicaria fue un paso crucial, pero las autoridades encargadas de impartir justicia deben comprometerse a hacer cumplir la ley sin demoras ni vacíos legales que perpetúan el sufrimiento de las víctimas.

El caso de Ericka es solo uno de los 35 que aún no han recibido justicia. Este es un claro llamado a las autoridades para que actúen de manera inmediata y con perspectiva de género, garantizando que las leyes que hemos luchado por implementar se apliquen con rigor, para proteger a las mujeres y sus hijos e hijas de esta brutal forma de violencia, que no puede seguir siendo tratada como un conflicto familiar, ya que constituye una agresión directa a los derechos humanos de mujeres e infancias.

Nuestro deber es construir un Yucatán donde el Estado no tenga un ADN patriarcal.

No podemos permitir que casos como el de Erika se sigan multiplicando en nuestra sociedad. La justicia debe ser pronta y efectiva, y solo así, podremos afirmar que estamos avanzando hacia una verdadera igualdad y una vida libre de violencia para todas.