José Luis González Cabañas en la intimidad, una historia de éxito que merece contarse
Esposo, Padre de familia de dos hijos, Maestro, Deportista, un gran ser humano con mucha sensibilidad.
Esposo, Padre de familia de dos hijos, Maestro, Deportista, un gran ser humano con mucha sensibilidad.
Mérida, Yucatán, martes 17 de noviembre de 2020.- Esta semana visitamos a un gran amigo y profesionista de la educación, un gran ser humano con mucha sensibilidad, una persona que ha luchado en la vida y que quizás sea una historia donde muchos nos identificaremos por las situaciones que ha vivido durante sus cortos 41 años, hablamos de José Luis González Cabañas.
Del cual hoy te presentamos su historia de vida desde la intimidad de su hogar, una historia de éxito que merece contarse, aunque no todo en la vida de José Luis fue miel sobre hojuelas, ya durante su niñez tuvo muchas situaciones donde se careció de muchas cosas, pero con muchos sacrificios, trabajo, unión de familia logra salir adelante.
En este escrito te presentamos lo más sobresaliente de la plática que tuvimos con el Tibu, como lo conocen sus amigos deportistas, misma que te presentaremos en dos partes. Te invitamos a ver todo el primer video para conocer parte de la vida de José Luis González Cabañas a través de la página de Facebook: Sureste Informa
LA DIFICIL VIDA DE UN GRAN SER HUMANO EXITOSO
José Luis, durante la plática muy amena y muy extensa, señalo, que nace en la ciudad de México, que es hijo de madre Yucateca, que es el hijo más pequeño de cuatro hermanos, Rodolfo, Héctor y Fabiola, donde vivió el temblor del 85 junto con su familia, una experiencia muy impresionante y traumática.
Los problemas, circunstancias y situaciones qué si vivían en la ciudad de México, y ya entrando a la adolescencia sus hermanos, hacen tomar a su madre la decisión de regresar a Mérida con la familia, dejando todo y sacrificando todo, dejan la ciudad de México, renunciado al trabajo en el seguro social, ya que su madre es profesionista en el área de nutrición, es maestra normalista y estudio derecho que nunca ejerció, para empezar de cero en la ciudad de México.
José Luis, recuerda que vivieron una etapa en la separación de sus padres, dejaron una casa en jardín Valbuena, donde fue vecino de Hugo Sánchez, una casa muy bonita, pero se van a Ecatepec, estado de México, a una zona en la ciudad de México considerada muy peligrosa en esos tiempos, un municipio muy pobre con mucho polvo, pero
José Luis, señala, que en esa etapa vivió una situación muy compleja, ya que agarro una infección en los ojos, donde estuvo dos meses en cama con los ojos vendados donde estuvo a punto de perder la vista, donde le salía pus de los ojos, le hacían limpieza muy dolorosa, una etapa que marcaron su vida en lo personal positivamente.
También, recuerda como mucha nostalgia, que durante el tiempo que vivió en Ecatepec, para poder tener salir adelante, tuvieron que salir a vender en un triciclo, chicharrones, jícama, zanahoria rayada, palomitas, tamales y otras fritangas, para poder obtener ingresos, para los medicamentos que necesitaba y para la comida
Estas experiencias la transmito en los foros a los jóvenes, amigos, o grupos de personas, donde tenga la oportunidad de platicarla, agregó. José Luis, para hacer conciencia a través de sus propias experiencias de vida de que aún que haya muchas necesidades y muchas adversidades, es importante nunca bajar los brazos, de luchar siempre por lo que se quiere.
Estar postrado una cuarentena fue muy difícil, no poder ver su entorno, no poder salir, no ir a la escuela, era algo deprimente, pero gracias a los cuidados de su madre, a la experiencia que tenía del hospital y la tenacidad de salir adelante sola y con cuatro hijos, trabajando dobles turnos, sacrificando su vida personal, es que pudieron salir de esa etapa de crisis.
Por eso José Luis, considera que el mejor legado que su madre les ha dado, es la perseverancia, el sacrificio, el trabajo, el esfuerzo y el nunca bajar la cabeza.
Lo más admirable hacia mi mamá, señala José Luis, cuatro hijos, siempre estar pendiente de cada uno de ellos, hoy lo veo tengo dos hijos, te he platicado José Matías de 11 años, Fabiolita de 8 años, y de repente los papas de hoy en día caemos en media crisis y nos desesperamos, y decimos…, cuando hoy en día nuestros hijos tienen muchas comodidades que nosotros no teníamos, y aun así entramos en crisis, ellos se estresan.
Y en su momento, yo digo, mi mamá, no deja de hacer, veía teníamos tarea, si nos enfermábamos, las etapas diferentes de entrar a lo adolescencia, a la preadolescencia, la pubertad, la niñez, todas las etapas, liderar con eso, que no se vayan por camino, estar pendiente de cada uno y trabajar todo el día, todo eso es algo admirable para mí y mis hermanos que nos marcó mucho, ese ha sido el mejor ejemplo y que para mi tiene el valor una mamá, mi mamá en particular, pero al final las mamas tiene ese valor y las mujeres tiene ese valor muy grande.
Los hombres no lo podríamos hacer, no tenemos esa capacidad, tenemos otras, que es la famosa dualidad sexual, ninguno es mejor que otro, cada uno tiene sus fortalezas, la naturaleza que dios le dio a cada uno es para ciertas cosas, entonces, la mujer es única, y lo que tiene es alocéntrica, el ser madre además hace que explote muchísimo más todo esto.
Reflexionando después de muchos, analizo, haber, mi madre nunca nos dejó sin comer, no había que comer en ese momento, y uno empieza a embonar, a engranar cosas y ¡Wao, nunca dijo no hay, no sé qué hacer! Entonces mi madre y la mujer tienen un gran valor.
Con mi padre Rodolfo González Larrasolo, que murió hace aproximadamente seis años de alzheimer, tuve poco contacto al llegar a Mérida, por la edad y por la distancia, el fue un profesionista con muchos años en el sindicato del IMSS, fue futbolista profesional que jugo en el Atlante junto con mi tío Héctor en la época que llega el Santos de Pelé a México, y mi tío reforzo al Necaxa para enfrentarlo, a él y mi padre los llamaban los bronco Larrasolo, como buenos y bravos defensas.
LA LLEGADA A MÉRIDA
Su andar durante la llegada a Yucatán, donde vivió en varias colonias de Mérida, junto con su madre y sus hermanos.
Llegamos a Mérida, primero llegamos a vivir en la casa de mi abuelito, el papá de mi mamá en la colonia Díaz Ordaz, cerca de los arcos, donde estudie en la escuela primaria Izan Si Ho, después llegamos a casa de mi tío, Héctor Cabañas, musico, de aquellas bandas filarmónicas, estuvimos ahí como un año y medio, después nos vamos a vivir a la 68 con 47 y 49 a una esquina de reforma, en casa de una tía, después de dos años nos fuimos a vivir a San Luis atrás de la T1, cerca de las rieles por la máximo Ancona, ahí vivimos la mayoría de nuestra etapa, en los últimos años vivimos en pensiones en el fraccionamiento Limones, donde hasta ahora vive mi mamá, dijo.
CONOZCO AL AMOR DE MI VIDA
Pasan los años y se casa mi hermano más grande, se casa el mediano, se casa mi hermana, y me caso, ya era una ola de matrimonios.
Me caso hace trece años, con la que hoy es mi esposa, Ana Fabiola Moreno Negroe, la conozco de una manera simpática, en una fiesta, asistí con un grupo de amigos y como no tenía jornada de futbol fui, ya que yo me cuidaba mucho por el deporte que practicaba, desque la vi ahí, me gusto y me encanto, fue dos semanas antes del Huracán Isidoro.
Ella vivía en la colonia San Damián y yo para ese entonces ya en Limones, después del huracán en una disco me armo de valor y me dije, es hoy o nunca, me acerque a sacarla a bailar y empiezo a visitarla, hasta que un diciembre hace ya dieciocho años la hago mi novia y así pasaron cinco años, antes de hacerla mi esposa, pues ya hace trece años.
Mi esposa, Ana Fabiola, es contadora egresada de la Facultad de Contaduría (FECA), y yo soy egresado de la Escuela Normal Superior, fue una etapa de cinco años en los que convivimos entre visitas, estudio y el fútbol profesional, así era nuestra vida antes de casarnos.
COMO NACE O QUE LO IMPULSO ESTUDIAR LA CARRERA DEL MAGISTERIO
Cuando me toca entrar a la carrera, yo iniciaba en futbol profesional a los dieciséis años, debutó en la última generación de los Mayas de Yucatán de tercera división, la ilusión de todo chavo, voy a ser profesional y todo y el estudio es lo que menos pasa por la cabeza, pero mi mamá lo tenía muy claro y siempre me decía tienes que estudiar.
A mi siempre me gusto la biología y todo la que engloba las ciencias naturales, y en la normal superior estaba la carrera para maestro con especialidad en Biología y de Educación Física, y muchos piensan que yo estudie solo maestro en Educación Física, y pues cuando voy a los eventos de la escuela soy el único que asiste que no es maestro en educación física, sino que tengo otra especialidad basada en las ciencias naturales.
Empiezo a dar clases en el ISMAC cuando apenas iba a cumplir veinte años, ya que había amigos que dejaban sus horas y ahí aproveche para empezar a dar clases aún que seguía estudiando, en los últimos meses de la carrera, me empieza a entrar un amor a dar clases, vocación de verdad, y empecé a disfrutarlo muchísimo, al grado que terminando la licenciatura, me meto luego, luego, a la maestría, me dije, tengo que seguir preparándome, mientras más yo avanzaba me daba cuenta que sabía menos, como dicen, mientras más sabes, menos sabes.
TOMAR DECISIONES DIFICILES ¿EL FÚTBOL O EL MAGISTERIO?
Hubo una oportunidad en Venados, pero por diferencias que hubo entre los dueños, me toco bailar con la más fea, ya que yo era parte del grupo de David Lago, y me invitan a ir a Chiapas, donde me decían que me impulsarían al Atlante, pero esa época fue complicada porque el Cruz Azul, llego a la final de la Copa Libertadores, y era imposible tocar esas puertas, y lo de Chiapas no se me hizo atractivo, y tenía que tomar decisiones, si suelto la carrera del magisterio o irme a primera A o doy el brinco o mejor termino.
Se cierran puertas y se van dando otras situaciones paralelamente, me empieza a gustar la educación, y pues tomo decisiones que hacen quedarme aquí, seguí jugando segunda, me voy a ciudad del Carmen a jugar segunda división, me mandan a jugar a Isleños del Carmen, hay una oportunidad de jugar en Estados Unidos, no acepte, y decido terminar la carrera del magisterio.
LAS OPORTUNIDADES EN LA DOCENCIA
Empiezo a ver dónde me invitan a dar clases en una Secundaria, empiezo a dar clase en una secundaria en niños de América en Yucalpetén, y siempre Santiago te digo algo, al paso ya de 20 años dedicándome a la educación, yo decía, lo que me pagan ésta bien, ésta mal, como dicen en el futbol y me pagan por algo que disfruto, esta padrísimo.
En aquel entonces me pagaban 12 o 15 pesos la hora, macheteadisimo para dar clases, pero la verdad como yo recibía mi dinerito por el futbol, era hijo de familia todavía, no pagaba casa, no pagaba nada, y pues dar clases lo disfrutaba muchísimo, como hasta el día de hoy y termino la maestría.
Un día llego a tocar las puertas de la UNID, cuando estaba en el centro por la calle 60 cerca de Santa Lucía, dejo mi currículum con pocas esperanzas, ya que mi especialidad es de Biología, Ciencias Naturales, Física, Anatomía y no veía donde encajaba, y me dan la oportunidad, donde empecé a dar clases de Metodología del cual yo tenía el conocimiento, y empiezo a dar clase de Humanidades, y me enamoro del área de Humanidades, materia que se crea a partir de los Legionarios de Cristo, con la misma formación de la inspiración católica de la Anáhuac.
En esta etapa de dar clases de Humanismo, todo se apega a valores, pero al apostolado y aun estilo de vida de testimonio, no tanto teórico, en la UNID, no tenia esa estructura, pero con la juventud y las baterías que uno trae, empiezo a darle vueltas, y pues pensando en los chavos, me dije esto lo tienen que vivir, los valores no se cuentan, o se viven y se transpiran o no sirve, entonces empecé a diseñar proyectos con ellos, para ir a la divina providencia, al Ejército de Salvación y otros lugares, donde ellos pudieran vivir el apostolado de manera presencial, con niños en el O’Horan, con Sueños de Ángel, con Atenea, muchas actividades en Navidad íbamos a comedores en el Sur y otros más.
Ahí empieza ese gusanito y ese modo de vida apasionante ya de vocación, no se trata de educar, sino de formar, eso mismo lo empecé a trabajar de alguna manera en la prepa ahí en Reforma, paralelo en la Secundaria, y me invitan a dar clases en la Normal de donde egreso, al final la Universidad me absorbe y me pide más tiempo y voy dejando las otras actividades, que pues lógico me genero una crisis.
Afortunadamente nace una nueva oportunidad en la UNID, me hablan para dar clases de Humanidad, algo que a mí me apasionaba y que había construido y ahí me ofrecen poco tiempo después la Dirección de la UNID de Playa del Carmen, digo si, aunque era recién casado, hago un año, tiempo donde se hace bien las cosas, pero no me veía formando una familia en Playa del Carmen y decido regresar a Mérida con o sin trabajo, la UNID me respalda y se crea un puesto a nivel regional y me quedo en la UNID, conociendo la esencia misma de la universidad.
Si algo que he aprendido y me han enseñado aquí en la universidad es que el primer apostolado es la familia.
La aventura en la UNID, continua y me ofrecen el puesto de Rector en la UNID de Ciudad del Carmen, puesto que acepto para ir eventualmente, solo para componer las cosas que estaban mal, ya que no quería quedarme, yo quería formar mi familia en Mérida, las cosas salieron también que me ofrecen quedarme, pero dije no, y al regresar me ofrecen sumarme al plantel de Francisco de Montejo Campus Mérida.
A lo largo de muchos años me toca cosechar el fruto de mi trabajo, y es que cuando me fui a Playa del Carmen, renuncie a la base que ya tenía en la Normal Superior, no quería ser un aviador, aunque muchos me decían que estaba loco, bueno son decisiones de vida, de las que no me arrepiento, y bueno me quedo en Francisco de Montejo y empieza una etapa muy bonita de mi vida, con mucha más capacidad.
Entonces, bueno hacer un bien común (para mí) para eso es estar en la educación, porque para hacer dinero, ¡NO!, no es opción.
En una próxima entrega te presentaremos las experiencias de 20 años en el magisterio y otros espacios más de la vida de José Luis González Cabañas, feliz martes,
¡Nos vemos el viernes, no te olvides!