Discurso pronunciado por el Gobernador del Estado, Rolando Zapata Bello, durante la inauguración del Encuentro Internacional Digital «Mujeres en la economía del conocimiento y la innovación»
Mérida, Yucatán, 25 de enero de 2016.- Muy buenos días tengan todos ustedes. Saludo con un gran afecto a la maestra Claudia Ruiz Massieu Salinas, secretaria de Relaciones Exteriores del Gobierno de la República. Es un honor de igual manera saludar al señor ministro Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura federal.
A la licenciada Lorena Cruz Sánchez, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, así como a la señora Ana Güesmes, representante de la ONU Mujeres en México, muchas gracias. Saludar a las distinguidas autoridades estatales, municipales y federales aquí presentes, distinguidos representantes populares, senadoras, senadores, legisladores federales, legisladores locales.
A todas las autoridades que se encuentran aquí presentes, pero fundamentalmente a todas las talentosas mujeres que se encuentran participando en este evento y siguiendo este evento, que una de sus características será, precisamente, su acceso en línea. Muy buenos días tengan todas y todos ustedes, ante todo bienvenidos a Yucatán.
En nuestros días, innovación y conocimiento se conjugan a través de Internet, en el acceso a fuentes de información y bibliografía digitales.
En uno de los buscadores más reconocidos, Google Académico, se nos anima a acceder a los millones de artículos disponibles con una frase: “a hombros de gigantes”, formulada por Bernardo de Chartres cerca del año 1130.
Tomando esta frase que nos habla de la continuidad del pensamiento humano, les doy, en nombre de todo el pueblo de Yucatán, la más cálida bienvenida a ésta que es su casa, una tierra donde los derechos de las mujeres se posan sobre los hombros de gigantes como por ejemplo doña Rita Cetina Gutiérrez.
Ella fue una de las grandes transformadoras de los derechos de las mujeres, con base en su trabajo educativo y literario.
Fundadora de la sociedad “La siempreviva” nos dejó en su poema “A nuestro sexo”, escrito en 1870, unas líneas que me sirven para enmarcar la bienvenida a todas y todos los participantes, en presencia y a distancia, al Encuentro Internacional “Mujeres en la economía del conocimiento y la innovación”.
Doña Rita Cetina Gutiérrez escribió: “Sacudid la inacción, alzad la frente, levantad con orgullo la cabeza y podremos decir con entereza que alcanza cuanto quiere la mujer”, fin de la cita.
Hoy, a 146 años de escribirse ese poema, a 100 años del primer Congreso Feminista de Yucatán, en pleno siglo XXI, México y toda la comunidad internacional, convocados con el alto sentido de responsabilidad global de la Secretaría de Relaciones Exteriores de nuestro Gobierno de la República, honramos el llamado de Rita Cetina a la acción, a levantar la cabeza y alcanzar lo que queremos.
Y lo que queremos es una sociedad de igualdad, próspera, sustentable y de derechos, que estará determinada por las posibilidades infinitas derivadas del conocimiento y la innovación.
Y la guía para alcanzar esa sociedad nos la dieron mujeres como Consuelo Zavala, Amalia Gómez Flota viuda de Aguilar, Dominga Canto, Adolfina Valencia de Ávila, María Luisa Flota, Beatriz Peniche, Piedad Carrillo Gil, Isolina Pérez Castillo, Elena Osorio, Fidelia González, Candelaria Villanueva, Lucrecia y Adriana Vadillo, Rosina Magaña, Consuelo Andrade y por supuesto, doña Elvia Carrillo Puerto.
Ellas, como organizadoras y participantes del primer Congreso Feminista, junto con más de 600 mujeres, nos legaron una serie de conclusiones, formuladas a manera de preguntas. Preguntas que fueron formuladas aquí, en este mismo espacio, el emblemático teatro “José Peón Contreras”, donde quedó para siempre grabado su gran espíritu de vanguardia.
En la primera conclusión se preguntaban cuáles serían los medios sociales para liberar a las mujeres de la esclavitud que representa el yugo de las tradiciones. En la segunda, cuál es el papel de la escuela cuando ésta tiene como finalidad preparar para la vida.
La tercera conclusión a la que llegaron fue preguntarse cuáles serían las artes y ocupaciones que habrían de incorporar a las mujeres al progreso. Y por último, cuáles serían las funciones públicas que podrían y deberían desempeñar las mujeres para ser dirigentes y no dirigidas.
A través de los cuestionamientos que en aquel entonces se hicieron, encontramos el germen de una auténtica transformación de las condiciones de desarrollo de las mujeres.
Ahora, en este Encuentro Internacional “Las mujeres en la economía del conocimiento y la innovación”, tenemos la oportunidad de reformular las preguntas que se hicieron aquellas valerosas mujeres hace 100 años.
Reformularlas, sin nostalgia, reformularlas para dar respuesta a los retos de nuestro tiempo, reformularlas, para reconocernos -desde los valores compartidos por la comunidad internacional- en la aspiración de construir una sociedad más justa y más preparada para mejorar.
Así, retomando el método del primer Congreso Feminista, quisiera tomar el título de este encuentro para presentarlo también a manera de pregunta, ¿cuál es el papel de las mujeres en la economía del conocimiento y la innovación?
Y la respuesta que estoy seguro que todas y todos compartimos, es que su papel debe ser pleno, absoluto y en igualdad. Porque no hay riqueza económica, ni valor agregado, no hay progreso social que valga la pena, si no está construido sobre la base de la igualdad.
Solo así se pueden encontrar nuevas formas, nuevos métodos, nuevas maneras de abordar y resolver problemas y fundar nuevos paradigmas.
Por lo tanto, el conocimiento y la innovación sólo alcanzan pleno valor cuando el espíritu emprendedor, el talento científico y la creatividad de las mujeres, participan en igualdad y con verdadero poder.
Cómo lograr ese piso parejo, cómo extender el ejemplo de millones de mujeres que ya participan en plenitud y cómo sumar a más hombres a esta agenda, son las respuestas que debemos dar en estos dos días que nos unimos aquí, en Yucatán.
Atrevámonos todos, mujeres y hombres, a mirar más lejos, desde los hombros de las mujeres que hace un siglo tuvieron la convicción de cuestionar la realidad.