HETEROMALVADOS Y HOMOPERFECTOS, O LA BANALIZACIÓN DE LOS FANATISMOS

Las Reliquias del Hombre Ave por: Adán Echeverría

«La mitad de este mundo es del demonio, la otra mitad es mía», dice Dylan Thomas y nos deja clara la idea del otro. Todo lo que no podemos controlar, todo lo que nos rodea es el demonio (esa mitad) y lo que tenemos hacia dentro, y que rige nuestros impulsos es lo nuestro (esa mitad que nos pertenece). Y así vamos nombrando como Lo Malo a todo aquello que nos es desconocido, que nos es desagradable porque está fuera de nuestra conciencia, porque nos ha intentado limitar (todo aquello que se llame autoridad), porque la cultura, como la historia, pretenden dictarla aquellos que tienen el poder (los que han ganado bajo cualquier idea de someter al otro). Y de eso trata el mundo (aquella otra mitad) del Poder de «quien Puede» sobre el que se limita a ser poseído, a ser doblegado, ese que pretendemos hacer invisible, olvidarnos de su nombre, ahí en los rincones, en las alcantarillas, fuera de nuestras ciudades. Porque como bien lo dejó claro, hace ya casi dos centurias, Rousseau: o firmamos el Contrato Social que nos brinda respeto por el otro, por nosotros mismo mediante leyes, o que sobreviva el más fuerte, aplicándonos la Ley de la Selva.

Y entonces surge ese demonio que a últimas fechas han querido nombrar el Heteropatriarcado, que por sus propias raíces no es más que el Patriarcado de los Heterosexuales, que limitan, se imponen, niegan, obstruyen, descartan, destruyen, afectan a los Homosexuales. Y entonces la creación del término tiene un buen puerto y es claramente entendible. Los seres humanos debemos tener los mismos derechos y obligaciones sin importar credo político o religioso, raza, preferencia sexual, y los etcéteras que bien le quepan. Todo con una idea clara de equilibrio.

Pero la discusión en blogs y redes sociales (que no en los textos académicos y de investigación profunda) ha permeado en el intelecto de quienes lo han permitido, la idea de que la palabra Heteropatriarcado es sobre el Gobierno de los Machos sobre las Mujeres, y nada hay más falso que esta teoría tonta por todos los lados.

Hombres y Mujeres, Mujeres y Hombres son necesarios para la sobrevivencia de la especie, y podría ser triste entender la realidad cromosómica de que aquellos Machos (que «los y las» fanáticas del Heteropatriarcado), son quienes aportan el cromosoma X que hace la diferencia entre Heterocigotos (machos humanos XY) y los homocigotos (hembras humanas XX), y es muy triste porque Todas las mujeres Heterosexuales, Homosexuales, Bisexuales y los etcéteras que quieran, solo aportarán a la especie un cromosoma X, por donde quieran que lo miren.

No perdamos de vista que la idea Heteropatriarcal es aquella cultura de la opresión sobre la cultura, tradición, necesidad, exploración, visión, decisión, naturaleza o género Homosexual. Los Heterosexuales que durante miles de años de Cultura Humana e Historia han querido someter a los Homosexuales, haciéndolos parecer desde «desvíados», «enfermos», hasta lo que nos dicta la apreciada gnosis mexicana de Samael Aun Weor: «aberraciones de la naturaleza», haciendo creer que por esta desviación se trata de personas débiles, y cuando apuntan el término «débiles» entonces quieren hacer extendible la opresión sobre la Mujer, pero qué de débiles tienen los homosexuales o las mujeres más que la opresión de miles de años, reforzada por Instituciones Religiosas, Políticas.

Si alguna vez entendiéramos que todos aquellos Machos de la historia tuvieron madre y hasta hermanas podríamos decirnos: Cómo era la Madre de Sócrates, qué influencia tuvo en su educación, Cómo era la Madre de Lincoln, cómo fue con él cuando niño, Cómo era la Madre de Miguel Hidalgo, la Madre de Hypatia de Alejandría, la Madre de Francisco Franco, la madre de Marcela Lagarde. Si aceptáramos la idea de Harold Bloom de que el Pentateuco lo escribiera la esposa del Rey Salomón, otra cosa sería nuestra historia. Si nos diéramos cuenta que El Cantar de los Cantares lo escribió el Rey Salomón para esa mujer que tanto lo hizo enamorarse. Si reconociéramos los alcances de Judith, de Esther, como de tantas otras mujeres, nuestra idea del Heteropatriarcado sería distinta.

No hay nada más terrible para uno mismo que pensar que se tiene la razón, y esa vanidad nos oculta la idea de reconocer al Otro. La principal batalla intelectual tiene que ser contra aquel que habita en el espejo, jamás dejemos de enfrentarlo.