“El Papa traerá para ellos un mensaje y a nosotros una línea para poder responder a todas estas víctimas”, dijo el religioso en diciembre de 2015, cuando se organizaban los detalles de la primera visita de Francisco al país, que comienza este viernes. El Vaticano, sin embargo, ha revelado que no existirá tal encuentro. “Lo que hay que hacer es callar porque lo que han hecho aquí es proteger y encubrir”, señala la madre de un joven violado por el sacerdote Eduardo Córdova, uno de los mayores depredadores sexuales de la Iglesia en México.
El desaire de Francisco ha sido mal recibido en San Luis Potosí, a 350 kilómetros de la Ciudad de México. La capital del Estado de 2.4 millones de habitantes sufrió las vejaciones del padre Córdova. En abril de 2004, la madre de una de sus víctimas envió una carta al arzobispo Luis Morales. “Mi hijo fue violado en su persona, en su vida, en su respeto, en su integridad y sobre todo, en su fe”, escribió. “¿Cómo un sacerdote puede llegar a hacer tanto daño?” A esa carta siguieron varias más, de otros afectados, hasta noviembre de 2006. El arzobispo respondió que la información había sido enviada a Roma el 29 de junio de 2004 para pedir “indicaciones a seguir en el caso”.
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Existían antecedentes de las conductas sexuales de Córdova antes de que entrara a la Iglesia. Hijo de un empresario ganadero local, había sido profesor del Colegio Motolinía y del Instituto Potosino marista. En 1983, fue despedido de este colegio después de que una familia lo denunciara por tocamientos a menores. En 1984 entró al seminario, y desde entonces tuvo un vertiginoso ascenso en la Archidiócesis local por haber concluido la carrera de Derecho. El arzobispo de ese entonces, Arturo Szymanski, pidió que se especializara en Derecho Canónico. En 1992, Córdova se convirtió en el representante legal de la Arquidiócesis de San Luis Potosí, un cargo que ayudó a relacionarlo con las élites locales.
Hasta hoy se han documentado 19 víctimas de abuso de Eduardo Córdova entre el año 2000 y 2004, cuando fue párroco de Nuestra Señora de la Anunciación, una iglesia ubicada en la colonia El Paseo, un barrio de clase media en el centro de la capital potosina. “Probablemente haya más víctimas, pero muchos de los delitos que cometió han proscrito gracias al encubrimiento eclesial”, asegura Martín Faz, representante legal de las víctimas de El Paseo. El escándalo se mantuvo en secreto hasta que estalló en 2014, cuando se exhibió a Córdova, que fue apoderado legal de la Archidiócesis durante 22 años.
“La pederastia clerical sigue vigente en el mundo con Francisco”, dice el exsacerdote Alberto Athié, uno de los primeros en denunciar los abusos sexuales de Marcial Maciel, fundador de la poderosa Legión de Cristo. “El papa es muy hábil con las palabras y los gestos, pero los cambios de fondo y las decisiones no llegan y no veo que vayan a llegar”, agrega.
Athié, que se ha convertido en activista, cree que el Vaticano está poco comprometido con el tema. Como muestra de ello pone de ejemplo la renuncia de Peter Saunders, un inglés que fue violado por dos sacerdotes durante su adolescencia, de la comisión formada por la Santa Sede para investigar los abusos. “Lo vi en Washington hace poco y me dijo que se la iba a jugar hasta el final, que iba a tratar de hacer algo”, señala Athié. “Se acaba de retirar el 6 de febrero. Se dijo decepcionado por Francisco”.
Eduardo Córdova es hoy un fugitivo. Un juez giró una orden de aprehensión en 2014, cuando fue expulsado de la Iglesia, pero las víctimas creen que las autoridades no han puesto empeño en capturarlo. Los rumores lo ubican en Michoacán o Coahuila. “Las tres veces que hemos estado en la Fiscalía no nos han enseñado el expediente a pesar de que prometieron mostrar los avances de la investigación”, dice Faz. La madre de una de las víctimas piensa que Jorge Mario Bergoglio no conoce este caso. “Quisiera estar frente a él y entregarle en sus manos toda la información. No tengo confianza en que se lo hayan hecho saber. Solo él puede poner un alto a todo esto”.