La pitaya es una fruta muy dulce y jugosa, cuyas propiedades han sido motivo de estudio por la comunidad científica, de manera que es reconocida por sus cualidades antidiabéticas y antioxidantes. Sin embargo, su vida pos-cosecha es de apenas 4 a 5 días y en refrigeración 12, lo que dificulta a sus productores poder comercializarla.
Ante este panorama, un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Iztapalapa, generó un proceso de tratamiento alternativo con el cual se conservan las cualidades, propiedades y frescura de la fruta para su consumo, y se prolonga su periodo de duración para consumo humano hasta 15 días o más para procesamiento.
Gracias al desarrollo se logró la exportación comercial de pitaya a Estados Unidos, por primera vez en la historia, por parte de productores de la comunidad de Santa Gertrudis Cosoltepec, municipios de Cosoltepec y Huajuapan, Oaxaca. El primer envío a la ciudad de Chicago fue de tres cuartos de tonelada en 2016, y el objetivo es llegar en 2017 a dos toneladas.
Durante 17 años, personal de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud de la Unidad Iztapalapa de la UAM, encabezado por la doctora María de Lourdes Yáñez López, ha trabajado en diferentes aspectos biológicos y tecnológicos para que la pitaya extienda su vida de anaquel y, por lo tanto, alcance mercados más lejanos a la producción de origen.
El procedimiento, dijo, consiste en someter a las pitayas a un baño de jarabe –producto en proceso de patente consistente en azúcares y otros componentes– calculado para que no exista pérdida de material, no se altere su sabor ni se presenten infiltraciones de insectos o plagas, y son transportadas en bolsas de plástico selladas al alto vacío a una temperatura de 10 más menos un grado.
De acuerdo con los cálculos, los productores incrementarán entre 40 a 60 por ciento sus ingresos y reducirán la mano de obra significativamente, con lo cual podrían decrecer sus gastos de manejo en 30 por ciento más. En resumen, podrían alcanzar una ganancia neta de 70 por ciento, más de lo que obtienen en los mercados locales cercanos de Huajuapan de León, Oaxaca, y de Tehuacán, Puebla.
A su vez, el doctor Miguel Ángel Armella Villalpando, parte del equipo científico multidisciplinario de la UAM, calificó de relevante y significativa la exportación de pitaya con muy altos valores de calidad. Enfatizó que el objetivo del proyecto es apoyar a los pequeños productores de la región de la mixteca baja oaxaqueña, de los municipios de Cosoltepec, Chichihualtepec, Chazumba, entre otros, así como del sureste de Puebla, con quienes se abre la posibilidad de elaborar jaleas y mermeladas, aceites y jabones mejorar sus condiciones de vida.
“La pitaya absorbe la glucosa e impide que esta vaya al torrente sanguíneo, ya que en el tracto digestivo se adhiere a las películas de la glucosa y eso hace que sea más complicada la absorción en el cuerpo, entonces aunque no hay una molécula o elemento que reaccione directamente, sí hay un efecto que impacta de manera positiva”, dice Armella Villalpando.
De forma paralela al proyecto científico, se impulsó el emprendedurismo de egresados de posgrado y licenciatura en Ingeniería de Alimentos y Biología con la apertura de una empresa encargada de realizar –como intermediarios– los trámites administrativos, los procesos de empaque y elaboración de jarabe, entre los productores y el importador.
De esta forma, el personal de la UAM brindó la asesoría y colaboró para que la Compañía importadora de fruta C&D Market Co. de la Ciudad de Chicago, Illinois, el Comisariado de Bienes Comunales de la comunidad de Santa Gertrudis Cosoltepec, municipios de Cosoltepec, y Huajuapan, Oaxaca, exportarán tres cuartos de tonelada con el objetivo de incrementar, para el 2017, a un par de toneladas. (Agencia ID)