En una pequeña bodega al norte de Ecuador, un conjunto de manos diestras confecciona rosas a la medida. Sus colores pueden ser tan diversos como los del arco iris y su aroma tan particular como para seducir a una nariz exigente.
Cada pétalo y tallo de estas flores responde a los deseos de clientes cuyos pedidos se multiplican entre enero y febrero debido al Día de San Valentín.
Desde Qatar, por ejemplo, es común que se soliciten rosas con los tonos de la bandera de aquel país, por lo que hombres y mujeres expertos en manipularlas parecieran hacer magia para teñir pétalos bicolores: granate de un lado y blanco del otro.
El gerente general de la empresa Sisapamba, José Bueno, dice que la crisis financiera que afectó a varias economías del globo en 2014 fue una oportunidad perfecta para hacer crecer ese negocio y darle un giro innovador. Primero porque vive en el país que presume ser el segundo mayor exportador de rosas en el mundo y después porque, debido al tratamiento que reciben, sus flores no perecen ni se deshojan a los pocos días de haber sido cortadas, sino que pueden conservarse hasta dos años.
¿Cómo lo logra? Fernando Vaca, responsable del proceso de preservación que suele demorarse dos días, lo resumen así: se decoloran y extraen los fluidos naturales de las rosas, se absorben los nuevos componentes y colores —que no son tóxicos—, se hornean y se asegura un control de calidad final antes de empacarse para exportar.
La estrategia pareciera haber beneficiado a Bueno y a otros productores ecuatorianos de flores que en años recientes se han visto afectados por el tipo de cambio y la crisis que obligó a una mayor eficiencia del trabajo, optimizar costos y a buscar alternativas para generar nuevos ingresos.
Con una sonrisa, Bueno exhibe en sus manos un ramo multicolor de rosas preservadas y dice que recientemente los estadunidenses han aumentado sus compras, aunque no ha disminuido la tendencia de consumir flores naturales para ocasiones especiales. Para este año, espera exportar 800 mil dólares en flores preservadas.
El deseo de comprar una flor que pueda sobrevivir a un florero durante un tiempo razonable ha llevado a otros ecuatorianos a explorar ese mercado. En el país este negocio inició hace unos diez años y hoy hay alrededor de una docena de empresas que se dedican a procesar flores. En conjunto, éstas reportaron alrededor de 15 millones de dólares en 2016 de acuerdo con cifras de ProEcuador, organismo que promociona las exportaciones nacionales.
Al respecto, el presidente ejecutivo del gremio de exportadores de flores (Expoflores), Alejandro Martínez, aseguró a The Associated Press que “las flores preservadas buscan explotar nichos de mercado en determinados países, tal como lo hacen las flores naturales con variedades extrañas o de colores inusuales, y ahí está el verdadero éxito de los ecuatorianos”.
En Colombia también hay negocios similares y la mayor empresa de conservación de flores de ese país —Verdísimo— exporta unos 100 millones de dólares. Fuera de la región, Japón se mantiene como el país que lleva la delantera en la tecnología de preservación.
El año pasado, Ecuador vendió 14 mil 300 toneladas de rosas en San Valentín y para este año se espera que la cifra esté cerca de las 15 mil. En total, anualmente este país exporta 140 mil toneladas de estas flores y sus principales mercados son Estados Unidos, Europa y Rusia, pero en los últimos años está creciendo China.
En medio de decenas de flores de distintas tonalidades, Patricia Córdova da los toques finales a una de estas rosas preservadas. Sus dedos apenas parecen rozar los pétalos y sus ojos cuidan cada detalle en un trabajo que demanda toda su atención.
De pronto, la mujer levanta la mirada y dice: “aquí tenemos la rosa y el tallo preservados para un regalo, un obsequio, un detalle hermoso”. Pareciera despedirse con ternura de una flor que pronto dará la vuelta al mundo.