Desconfiad los unos de los otros

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No puedes poner tu salud, tu vida, tu libertad, la realización de tus sueños e ideales, en manos de los otros. Vos eres el único que puede cuidar de ti mismo.

Si reconoces que a Nadie le importas en realidad, te liberarás de muchas emociones negativas que nada abonan para tu realización.

Tienes que recordar que la Felicidad no es una meta, es siempre un camino. Todos tenemos el derecho inalienable de perseguir la felicidad en cada uno de nuestros días. Y esa felicidad, ese camino que vos recorres, solamente te importa a ti.

Cierto es que todos los Otros deberían respetarte por quien eres sin importar tu extracción social, ni tu religión ni tus estudios, ni tu conocimiento de los temas, ni tu ignorancia, ni tu economía, ni tus preferencias sexuales o tus ideales políticos. Pero lo real es que eso no ocurre.

Los otros están ahí para reírse de tu caída, y algunos quizá te ayuden a levantarte, pero no la mayoría. Están ahí para aprovecharse de tí, si tienen o si les das esa oportunidad.

Y si al final reconoces que es así, que los otros están ahí para abusar de tí si se los permites, nada te debe preocupar de portarte precavido.

No confíes en nadie. Si no confías en nadie siempre saldrás ganando. Si la otra persona te intenta dañar, vos no te sorprenderás de que así haya procedido, era de esperarse, así que ganas porque te adelantaste a sus acciones y sus acciones no pudieron dañarte emocionalmente. Si por otra parte, alguien te hace un bien, la alegría puede ser doble, porque vos jamás esperabas que te ayudara.

Mienten aquellos que te dicen que los otros respetarán tu cuerpo, o tu vida. No lo harán. Y vos tienes que entenderlo. Por eso debes cuidarte.

Cuidarte de con quién vas al disco. Cuidarte de a quién conoces por la red social.

Recientemente una chica me contó que viajó a la Ciudad de México para encontrarse con un chico que conoció por la red social le pagó. Ella lleva casi un año charlando con este chico. Jamás se habían visto físicamente. Y el hombre decidió pagarle los boletos de avión y traérsela a la Ciudad de México. Todo salió bien. La mujer se dio un buen paseó, conoció a la familia, y todo fue felicidad. ¡Qué bueno que así ocurrió!

Pero pudo no ser tan suertuda. Pudo tratarse de un enganchador para trata de blancas. Pudo ser un tipo agresivo que terminara por matarla y tirarla a la basura o al drenaje. Qué se lo impediría. Nadie sabía que la mujer viajaba a ese sitio. Ella mintió a donde viajaría, porque alguien tenía que cuidarle al hijo y no podía decir que se iba de paseo.

Ponemos en riesgo nuestra vida sin importarnos aquellos que dependen de nosotros. Y eso implica una irresponsabilidad.

Todos tenemos derecho a perseguir la felicidad, por supuesto. Pero también los niños tienen derechos. Derechos a sus padres. Y vos, si tienes hijos, tienes que ganarte ese derecho de ser nombrado padre o madre por tus hijos. Dejarlos para que alguien los cuide mientras te vas de fin de semana a una ciudad a 2500 km de distancia, con un desconocido para toda tu familia, para tu hijo incluso, pone en riesgo que tu hijo siga teniendo madre. Pone en riesgo que se cumpla ese derecho para el niño.

Hay que aprender a desconfiar de los demás. Darnos cuenta de la violencia imperante en el mundo. Ser sabios. Ser honestos. Tanto como somos decididos a la aventura.