Debate sobre aborto en casos de zika genera fuerte reacción
–
–
© The Associated Press ARCHIVO - En esta fotografía tomada del cinco de febrero de 2016, Daniele da Silva, con siete meses de embarazo, posa para una foto al interior de su casa en un barrio pobre de Recife
RIO DE JANEIRO (AP) — Antes de que su hijo naciera, Danielle Alves no sabía que Luiz Gustavo tendría microcefalia, una enfermedad que dejó a su hijo de tres años de edad con una discapacidad tal que no puede caminar, hablar o comer sin ayuda.
Alves dice que habría seguido adelante con su embarazo, incluso si hubiera sabido previamente del defecto de nacimiento de su hijo, que hace que su cabeza sea más pequeña de lo normal. Más aún, ella cree que miles de mujeres embarazadas que padecen del zika deberían hacer lo mismo: continuar con sus embarazos.
«Sé que es muy difícil tener un niño con necesidades especiales, pero estoy absolutamente en contra del aborto», dijo Alves, que vive en Vitoria da Conquista, una ciudad del empobrecido noreste brasileño donde el brote del zika y los casos de microcefalia han pululado.
La alarma sanitaria generada por la aparición del virus, que muchos investigadores creen que puede causar microcefalia en los fetos de las mujeres embarazadas, ha provocado pedidos, tanto dentro como fuera de Brasil, de que se suavice la prohibición del aborto en el país católico más poblado del mundo.
Las solicitudes a favor del aborto propiciaron una violenta reacción, sobre todo en las familias que ya tienen niños con discapacidad. Muchos expresaron sus argumentos en redes sociales como Facebook o Whatsapp, donde más de la mitad de los 200 millones de brasileños tienen cuentas y se conectan, para argumentar su posición.
La gran mayoría dice que todos los bebés, incluyendo aquellos con deformaciones graves como la microcefalia, tienen derecho a nacer.
Las Iglesias católica y pentecostal, credos con un fuerte arraigo en este país profundamente religioso, también han estado luchando en contra del aborto.
«El aborto no es la respuesta al virus del zika, tenemos que valorar la vida en cualquier situación o circunstancia», dijo Sergio da Rocha, presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil a principios de la semana pasada.
En Brasil, el aborto es ilegal excepto en casos de violación, peligro para la vida de la madre o en caso de anencefalia, otro defecto de nacimiento que afecta al cerebro del bebé. Pero en la práctica, las mujeres de familias adineradas y citadinas pueden acceder a un aborto seguro realizado en clínicas privadas, mientras que las mujeres pobres tienen que someterse a procedimientos quirúrgicos rudimentarios.
Con el zika, el debate nacional sobre el aborto ha estado creciendo como espuma y ahora ha incluido a la justicia del país y, probablemente, se intensifique en los próximos meses.
Un juez de la ciudad central de Goiania dijo que va a autorizar la práctica del aborto en casos graves de microcefalia. Algunos de los principales periódicos del país también han metido baza en el debate y han pedido revisar las leyes que prohíben el aborto.
«La solución más lógica sería revisar las normas del aborto del Código Penal, y despenalizar su práctica. Las tres cuartas partes de esa legislación tiene un siglo de antigüedad», dijo en un editorial reciente al diario Folha de Sao Paulo.
Un prominente grupo de abogados y psicólogos está preparando una demanda que esperan presentar ante la Corte Suprema de Brasil para que se les permita el aborto a las mujeres infectadas con zika. En 2012, el grupo ganó una batalla legal de ocho años para que se añadiera la anencefalia a las causales legales de interrupción del embarazo.
Antes del estallido del virus, grupos que apoyan los grupos pro-aborto estaban a la defensiva porque la poderosa maquinaria de influencia que tiene la iglesia pentecostal en el Congreso hizo pasar una propuesta en la Cámara de Diputados que restringiría aún más el acceso al aborto en casos de violación, al exigir que las mujeres víctimas se hagan un examen y presenten una denuncia a la policía. Sin embargo, no es claro que la plenaria apruebe la iniciativa de ley.
Cuando el primer caso de zika fue descubierto en Brasil a mediados del año pasado, los funcionarios sanitarios no se mostraron excesivamente preocupados. Detectado por primera vez en un bosque de Uganda en 1947, el zika se propagó a Asia y Oceanía y se cree que saltó a Brasil a través de uno o más turistas infectados que fueron a ver el Mundial de 2014 o un torneo de canotaje internacional realizado en Río de Janeiro el mismo año.
El virus lo transmite el mosquito Aedes aegypti, que también transmite el dengue y la chikungunya. Los síntomas del zika generalmente son mucho más suaves: uno de cada cinco pacientes padece ojos rojizos, sarpullido, manchas en la piel y fiebre.
El enlace con la microcefalia aún no se ha demostrado del todo, pero el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos ha dicho que hay una fuerte evidencia de una conexión entre ambas enfermedades e instó a las mujeres embarazadas a evitar viajar a los 22 países que tienen brotes de zika activos. La Organización Mundial de la Salud declaró, por su parte, una emergencia sanitaria global.
Brasil y otros países de América Latina que han registrado brotes de la enfermedad le han pedidos a las mujeres postergar su deseo de embarazarse. Pero críticos dicen que la recomendación es poco práctica en una región donde el acceso a la educación sexual es muy limitada, la anticoncepción y la atención prenatal precaria y la mayoría de los embarazos no planificados continúan.
Sinara Gumieri, abogada y asesora legal del grupo que está preparando la demanda ante la Corte, dice que la prohibición del aborto combinada al fracaso del gobierno para erradicar el mosquito viola el derecho a la salud de las mujeres consagrado en la Constitución brasileña.
«Si las pruebas confirman que (una mujer embarazada) tiene el virus, a continuación se debe dar el derecho a elegir entre seguir con un período prenatal de alto riesgo y el embarazo y dar a luz al hijo o abortar sin tener miedo de violar la ley», dijo Gumieri, del Instituto ANIS de Bioética con sede en Brasilia.
Pero Andressa Cristina dos Santos Cavagna, madre de un niño de tres años que padece microcefalia, dice que el aborto no es la respuesta.
«El hecho de que él sea un niño diferente a los denominados niños normales, no significa que no deba nacer», dijo. «Las personas que dicen eso no tienen amor en sus corazones».