Cómo los espacios urbanos pueden salvar a los polinizadores
Ciudad de México, a 21 de junio de 2025.- La desaparición de polinizadores como abejas, mariposas y colibríes tendría consecuencias directas en la disponibilidad de alimentos y en la estabilidad de los ecosistemas. Aunque tradicionalmente se les asocia con entornos rurales o naturales, diversas investigaciones han demostrado que los espacios urbanos pueden convertirse en refugios clave para estas especies. Elementos como jardines en azoteas, camellones con flora nativa o balcones vegetados no solo enriquecen el entorno urbano, sino que ofrecen condiciones esenciales para la supervivencia de los polinizadores en medio del avance de la urbanización.
A través de la arquitectura del paisaje y con un diseño intencionado, es posible crear microhábitats funcionales dentro de las ciudades, capaces de atraer, alimentar y proteger a los polinizadores. Fernanda Rionda, paisajista y actual Presidente de la Sociedad de Arquitectos Paisajistas, destaca que esta visión requiere superar la concepción ornamental de las áreas verdes para reconocer su valor ecológico y estratégico. “La ciudad puede ser parte de la solución si pensamos sus espacios como sistemas vivos. Desde un jardín vertical hasta un parque vecinal, todo puede ser un punto de polinización si se incorporan especies nativas como flores de temporada y refugios seguros para estos insectos”, señala.
Actualmente, más del 75% de los cultivos destinados al consumo humano dependen, al menos en parte, de la polinización animal, de acuerdo con datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Sin este proceso natural, productos fundamentales como frutas, verduras, semillas, café o chocolate no podrían producirse con la misma calidad ni en las cantidades necesarias. La pérdida acelerada de hábitats, el uso extendido de pesticidas, el cambio climático y la contaminación están afectando gravemente a los polinizadores, cuya disminución representa un riesgo creciente para la seguridad alimentaria global.
Sin embargo, el entorno urbano ofrece oportunidades poco exploradas. La diversidad floral, la ausencia relativa de pesticidas y la posibilidad de intervenir rápidamente en los espacios públicos y privados convierten a las ciudades en lugares con un alto potencial de conservación. Desde el diseño de paisaje, Fernanda Rionda propone soluciones prácticas y replicables: “No se trata de plantar más, sino de plantar mejor. El diseño debe responder no solo a las necesidades humanas, sino también a las de otras especies que comparten este ecosistema con nosotros”.
Experiencias exitosas en escuelas, hospitales, conjuntos habitacionales y espacios corporativos han demostrado que los jardines polinizadores urbanos no solo favorecen la biodiversidad, sino que también contribuyen a reducir la temperatura del entorno, mejorar la calidad del aire y fortalecer el bienestar físico y emocional de las personas. Estos beneficios múltiples convierten a la arquitectura del paisaje en una herramienta clave para construir ciudades más resilientes, saludables y sostenibles.
Este enfoque no solo embellece el entorno, también aporta directamente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, particularmente al ODS 15 (vida de ecosistemas terrestres), el ODS 11 (ciudades y comunidades sostenibles) y el ODS 13 (acción por el clima).
Reconocer a los polinizadores como aliados esenciales del entorno urbano es un paso necesario para diseñar estrategias de adaptación que respondan a los desafíos ambientales actuales. A través de políticas públicas, incentivos ecológicos y una participación activa de profesionales del diseño y la construcción, las ciudades pueden convertirse en aliadas de la biodiversidad, finaliza Fernanda Rionda.