Filipinas recibió hoy con honores al presidente de China, Xi Jinping, en su primera visita al país en la que se rubricaron una veintena de acuerdos, sobre todo para la inversión en infraestructuras, como prueba de los estrechos lazos con la administración de Rodrigo Duterte.
El presidente Duterte agasajó a Xi con una ceremonia militar, bailes tradicionales y una alfombra roja a su llegada al Palacio de Malacañang en Manila y le instó a «escribir un nuevo capítulo» en su relación, que ha desplazado a Estados Unidos como su principal socio y aliado.
Xi consideró su visita, la primera de un mandatario chino a Filipinas en 13 años, un «hito» en la historia de los dos países que son «buenos amigos, buenos vecinos y buenos socios» que contribuyan a la «paz y estabilidad» de la región.
Los dos mandatarios -que se han reunido seis veces en los últimos dos años- coincidieron en la necesidad de incrementar el comercio y la participación china en el proyecto ‘Built, Built, Built’, con el que Duterte quiere impulsar las infraestructuras y el empleo.
Durante la visita de Duterte a Pekín en octubre de 2016 en su primera gira como presidente a los tres meses de asumir el poder, Xi prometió a Filipinas 24 mil millones de dólares en inversiones y préstamos, de los que por el momento se han materializado unos 7 mil 200 millones en 31 proyectos diferentes.
Ambos presidentes presenciaron la firma de 29 acuerdos en áreas como finanzas, banca, inversión, comercio, agricultura, infraestructuras e intercambio educativo y cultural.
En medio de una gran polémica, los dos países rubricaron un memorando de entendimiento para incrementar la cooperación en la exploración marítima de petróleo y gas, considerado la antesala de un acuerdo para explorar el disputado Mar de China Meridional.
Tenemos muchos intereses comunes en el Mar de China Meridional y seguiremos promoviendo la cooperación ahí mediante la consulta amistosa», indicó Xi Jinping en su discurso.
En los últimos meses, varios miembros del gabinete de Duterte han admitido que se negocia con una empresa estatal china la exploración conjunta de recursos en esas aguas, cuya titularidad se disputan varios países de la región.
Se trata de una zona de suma importancia estratégica, ya que por ella circula el 30 por ciento del comercio global y alberga el 12 por ciento de la pesca mundial, además de posibles yacimientos de petróleo y gas.
El Tribunal de Arbitraje de La Haya concedió en 2016 a Filipinas la soberanía en esas aguas de varios islotes y atolones que China había ocupado por la fuerza, asunto sobre el que Duterte mantiene una posición tibia a cambio de la fuerte inyección de capital chino.
Los senadores de la oposición Antonio Trillanes y Kiko Pangilinan presentaron ayer una moción para solicitar al Gobierno que se revele el contenido del acuerdo, ante el temor de que implique una cesión de soberanía a China y viole la Constitución.
Sobre ese asunto, una encuesta publicada hoy por la consultora privada Social Weather Survey reflejó que el 84 por ciento de los filipinos está en contra de la «inacción» del Gobierno en esa disputa con China, que mantiene su presencia militar en la zona e incluso ha construido islas artificiales sobre atolones y corales.
Otro de los documentos firmados bilateralmente acredita la entrada de Filipinas en la polémica iniciativa china de la Nueva Ruta de la Seda, que promueve grandes proyectos de inversión en los países del Pacífico mediante créditos blandos.
Estados Unidos y otras potencias occidentales han tildado ese plan de «opaca diplomacia de chequera» por ser, según ellos, una herramienta para extender la influencia política china y promover proyectos de baja calidad con fuertes ataduras de deuda.
Xi abandonará Manila mañana por la tarde, pero antes se reunirá con la presidenta de la Cámara de Representantes, Gloria Macapagal Arroyo, y con la numerosa comunidad chino-filipina de la capital.
Con motivo de la llegada de Xi, las autoridades de Manila han reforzado las medidas de seguridad durante los dos días de visita con más de 6 mil 200 agentes por la ciudad y se han cortado las calles y avenidas por las que circulará el presidente.
En las redes sociales muchos filipinos se han quejado de estos cortes que harán el tráfico de Manila más difícil que de costumbre, lo que ha hecho que los centros educativos hayan suspendido las clases.
jrr