Ciudad de México, julio de 2023. Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son infecciones que pasan de una persona a otra a través del contacto sexual. Se estima que cada día más de un millón de personas contraen una infección de transmisión sexual y que, anualmente, alrededor de 374 millones de personas en el mundo contraen clamidiasis, gonorrea o blenorragia, sífilis y tricomoniasis[1]. Vale la pena destacar que cada una de estas es curable.
Un factor clave a considerar cuando se trata de ETS es que varias de estas enfermedades no presentan ningún síntoma. Por eso algunos expertos en materia de salud prefieren usar el término “infecciones de transmisión sexual”, puesto que puede existir una infección sin síntomas lo que hace que muchas personas permanezcan en desconocimiento de su estado real.
Por otro lado, enfermedades como el VIH a diferencia de las anteriormente mencionadas puede evolucionar al punto de convertirse en SIDA, lo que hace más complejo su abordaje y tratamiento médico. Por ello, el Grupo de trabajo de servicios preventivos de EE. UU recomiendan hacerse la prueba del VIH, al menos una vez al año, como parte de la rutina de atención médica si se tiene entre 15 y 65 años.
Se estima que el número de nuevas infecciones por VIH en América Latina ha aumentado un 4,7% de 2010 a 2021, con aproximadamente 110.000 nuevas infecciones en 2021. En este año había 2,5 millones de personas con VIH en América Latina y el Caribe. Se estima que el 18% de las personas con VIH en esta región desconocen su infección. Aproximadamente un tercio se diagnostica tarde, con inmunodeficiencia avanzada3.
Sin duda, hay una necesidad de prevenir y concientizar sobre asistir a chequeos médicos frecuentes que permitan descartar o confirmar cualquier afectación sobre la salud; pero también de que la población conozca la importancia de las distintas alternativas diagnósticas que permiten acceder a respuestas más precisas y seguras.
Gracias a los avances en los últimos años del sector salud, es posible encontrar actualmente diferentes alternativas que permiten tener mayor conocimiento sobre la incidencia de estas ETS[2]:
Prueba de hisopo u orina. Estas funcionan para detectar enfermedades como la clamidia y la gonorrea. Luego de tomar la muestra se estudian a detalle en un laboratorio.
Pruebas de antígeno. Estas pruebas generalmente implican extraer sangre de una vena. Los antígenos son sustancias del propio virus del VIH y, por lo general, son detectables en la sangre unas pocas semanas después de la exposición al VIH.
Pruebas de anticuerpos. Estas pruebas buscan anticuerpos contra el VIH en la sangre. Las pruebas de anticuerpos pueden demorar de 3 a 12 semanas después de la exposición para volverse positivas. Ninguna prueba permite diagnosticar por sí sola la presencia del VIH. Es importante combinar estas pruebas en un orden específico que haya sido validado basándose en la prevalencia del virus en la población objeto de examen.
Prueba de Papanicolaou. Estas pruebas, con un cepillo pequeño, revisan el cuello uterino y extraen células irregulares. Se recomiendan hacerse el examen anualmente. Después de dos exámenes consecutivos (con un intervalo de un año) con resultados normales, se puede realizar la prueba preventiva cada tres años.
Prueba de VPH. Las mujeres entre los 25 y 65 años deben hacerse una prueba de VPH sola o una prueba de VPH junto con una prueba de Papanicolaou cada tres años si los resultados de las pruebas anteriores estaban dentro del rango estándar. Las pruebas pueden realizarse con más frecuencia para aquellos que están en alto riesgo de cáncer de cuello uterino o aquellos que tienen resultados irregulares en sus pruebas de Papanicolaou o VPH.
“Aunque los preservativos son uno de los métodos de protección más eficaces contra las ITS, incluida la infección por el VIH, los preservativos no ofrecen protección frente a las ITS que causan úlceras extra genitales – es decir, sífilis o herpes genital. Lo que sucede con las ETS es que cualquier persona sexualmente activa puede estar expuesta a contraer cualquier infección cuando no se utilizan los métodos de protección recomendados y no se hacen chequeos por la ausencia de síntomas, que suelen ser silenciosos. Esto a su vez aumenta las posibilidades de que quien desconoce su estado, contagie a más parejas sexuales y de esta manera el ciclo puede repetirse una y otra vez. Por ende, recomendamos la prevención a través de la protección, y hacer chequeos y exámenes de diagnóstico anuales de modo que se descarte cualquier infección, o en caso tal de que se identifique alguna afectación, se recurra al tratamiento médico inmediato con el fin de darle el manejo adecuado” concluyó Hélida Silva, Directora de Asuntos Médicos de Siemens Healthineers.
[1]Clínica Mayo. Infecciones de Transmisión Sexual. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/sexually-transmitted-infections-(stis)
[2]Clínica Mayo. Pruebas de ETS: ¿qué es lo correcto para usted? https://www.mayoclinic.org/diseases-conditions/sexually-transmitted-diseases-stds/in-depth/std-testing/art-20046019
3OPAS – Organización Panamericana de la Salud. https://www.paho.org/es/temas/vihsida