Abuso sexual y emocional infantil dejan cicatriz en ADN de víctimas
El abuso emocional, físico o sexual en la infancia llega a ser tan fuerte que modifica los genes y deja una impresión en el ADN de las víctimas.
El abuso emocional, físico o sexual en la infancia llega a ser tan fuerte que modifica los genes y deja una impresión en el ADN de las víctimas.
Quien ha sufrido violencia en la niñez sabe que las cicatrices que deja perduran por años, se sienten en los miedos, los traumas, el recuerdo. Son una huella que se erosiona con el tiempo, pero subsiste de manera horizontal proyectándose a lo largo de la vida. Pero no sólo es el sentimiento, pues ahora científicos encontraron que los niños sujetos a abusos pueden llevar el selló físico de ese trauma en sus células. Una impresión en el cuerpo, según una publicación de Cultura Colectiva.
Un grupo de investigadores de la Universidad de British Columbia examinó las células espermáticas de 34 hombres adultos, algunos de los cuales habían sido víctimas de abuso infantil años antes.
A través del análisis encontraron que los efectos del trauma se imprimieron de manera indeleble en 12 regiones del ADN de aquellos hombres que habían experimentado diversos niveles de abuso emocional, físico o sexual.
Los científicos creen que estas alteraciones, conocidas como metilación, podrían ser utilizadas por investigadores o tribunales para indagar las denuncias de abuso infantil.
Nicole Gladish, candidata a doctorado en el Departamento de Genética Médica de la universidad, explicó el proceso de la siguiente manera:
Si piensas que los genes son como bombillas, la metilación del ADN es como un interruptor que controla la intensidad de cada luz, lo que a su vez puede influir en el funcionamiento de las células. Esta información puede proporcionar potencialmente información adicional sobre cómo el abuso infantil afecta la salud física y mental a largo plazo.”
Resulta un gran avance para las investigaciones criminales, pero estas impresiones también pueden arrojar luz sobre si un trauma puede o no transmitirse entre generaciones como se ha planteado durante mucho tiempo.
Este experimento es uno de un número creciente de ensayos que investigan qué es lo que hace que los genes se “activen y desactiven” en diferentes períodos del desarrollo humano, un campo de estudio conocido como epigenética.
Antes se pensaba que los genes estaban totalmente preprogramados desde la concepción, pero se ha descubierto que algunos genes se activan desactivan por factores ambientales o por la experiencia de vida de un individuo.
Los expertos de la investigación, que fue publicada en la revista Transnacional Psychiatry, dijeron que todavía no saben con exactitud cómo la metilación afecta la salud a largo plazo de una persona.
¿Lo absurdo? Debido a la dificultad de extraer las células del óvulo, el equipo no planea replicar el experimento en mujeres, estadísticamente con muchísimas más probabilidades de que hayan sido víctimas de abuso infantil.
En el caso de los hombres, lo que se observó es que el grado de “atenuación” en las regiones de ADN era sorprendente: una parte del genoma de los hombres que fueron maltratados cuando niños era un 29 por ciento diferente a los que no lo era. Y debido a que el grado de metilación cambia con el tiempo, al observar las células pudieron darse cuenta aproximadamente cuándo ocurrió el abuso.
Aunque los investigadores aún tienen poca idea de si las huellas de abuso contenidas dentro de las células espermáticas sobrevivirían intactas a la fertilización, la autora principal, Andrea Roberts, dijo que el estudio los acerca al menos un paso hacia el cálculo de si el trauma puede transmitirse de una generación a otra.
Podemos ver nuestro estudio como una pieza pequeña en el enorme rompecabezas general de cómo funciona el trauma intergeneracional”, dijo Gladish.