Bantú, logro de la ciencia mexicana
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CIUDAD DE MÉXICO, México, jul. 13, 2016.- Pocos saben que Bantú era hijo de un gorila considerado estéril.
Los padres de Bantú fueron Dinga, un gorila macho que regaló a México el Zoológico de Memphis, Tennessee, en Estados Unidos, a cambio de un panda prestado. A este macho le habían hecho innumerables pruebas de fertilidad y todas apuntaban a que era estéril; llegó al Zoológico de Chapultepec en 1987.
La madre de Bantú fue Mahari, del Zoológico de Cinccinatti, Estados Unidos, quien también fue obsequiada a Chapultepec.
Apenas se conocieron Dinga y Mahari y se logró, en suelo mexicano, lo que la ciencia no había podido conseguir; el 20 de septiembre de 1991, nació Bantú.
Fue una cría muy querida por sus padres, lo cuidaban y alimentaban.
Le pusieron Bantú, en honor a su padre, que había sido capturado en el área de los Bantues en África.
Bantú quedo huérfano de madre en 1995, tenía cuatro años, su padre murió después, en el 2002.
Desde entonces, Bantú vivió su orfandad en el Zoológico de Chapultepec.
En el 2005, cuando tenía 14 años de edad, se buscó su reproducción, fue entonces cuando llegó Arila del Zoológico de Zacango al de Chapultepec con fines de reproducción y conservación de gorilas de tierras bajas.
Edgar Martínez, de Parque Naturales y Fauna Estado de México, comentó que no se tiene registrado algún antecedente de un esfuerzo similar de reproducción «que se haga en estos momentos y yo creo que esto tiene que saberse».
Se buscaba preservar la especie; los médicos dicen que Bantú estaba en plena madurez sexual para poder procrear.
Todos los días se monitoreaba a la hembra para saber el momento de ovulación y poder procrear, por lo que se les acondicionó un espacio especial, pero no se logró.
Cinco años después, en 2010, Arila regresó al Zoológico de Zacango en el Estado de México, sin cría.
Bantú, el único gorila macho que había en México, siguió sus días solo por seis años más.
RMT