UNA MUESTRA DE ONCE POETAS DE LA PENÍNSULA YUCATECA EN 2016

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Mérida, Yucatán 12 de Agosto 2016.-La excelente muestra poética de Daniel Medina, autor de capacidades claras para la metáfora y la construcción del significante en cada verso. Medina marcha atento diferenciando en el oficio de escritor el momento justo para la lectura pausada. Salimos de la obra de Medina para adentrarnos en los reflejos pictóricos de Daniel Poot Fuentes, quien se presiente reflexivo del oficio del artista, como del genio creativo. Ariel López presenta en sus poemas esa fresca voz juvenil que tiene mucho de grito, y esperanza a través de saber resistir y levantar la voz cuando hay que hacerlo. Melbin Cervantes es el poeta que canta, el poeta que cuenta, el poeta que continúa su búsqueda por un lenguaje como persiguiendo al dios que hay dentro de las palabras, con la finalidad de encontrarlo y ser así mismo dios.
Javier Paredes, un juglar de la palabra, un anacoreta del lenguaje. Y desde esa dualidad se va burlando de la sociedad y le saca la lengua a los personajes que él mismo construye. Pasamos la hoja, y llegamos a la poesía de Ángel Fuentes Balam. Con dos obras en su haber, Fuentes Balam ha demostrado que la poesía es material para la fuerza del espíritu. Los poemas de Ángel Fuentes Balam nacen de la certeza de tener los pies claramente asentados en el suelo. La otra cara de la moneda poética la leemos en la obra de Ángel Augusto. Si Fuentes Balam es el fuego que todo lo consume, Ángel Augusto es la flama que sabe moldear el acero. Los poemas de Ángel Augusto son cantos y melodía, la mano que abre la bruma para dejar que la luz llegue a los jardines. Sus poemas son la naturaleza, la primavera que derrite las nieves e invita a la reflexión. Uno puede ver al poeta caminando en los jardines, junto a los riachuelos, con el pincel en la mano, dando color a toda la oscuridad que pudiera presentarse en el camino.
Damos vuelta a la hoja para entrar al mundo poético de Alejandra Sustersick. El trabajo de Sustersick planea entre el amor, el desamor, el erotismo, y la amistad inquebrantable. Las preocupaciones literarias de la poeta se perciben en la autoconstrucción del Yo. Para entrar al trabajo de Daniela Eugenia debemos permitirnos la ensoñación. Desde su primer texto titulado ‘Matices’ la autora hace de la imagen su herramienta que invita a mirar con los ojos de la poesía el caminar del hablante lírico a través de la ciudad. Daniela podría situar su verso entre la poética de Ángel Augusto y Melbin Cervantes. La suavidad y la cadencia del verso se palpan y en ese vaivén prosódico se construye el sentimiento que termina por derramarse en la lectura.
La muestra termina con el trabajo de Roberto Cardozo, quien similar a Javier Paredes es un juglar de la palabra. Pero a diferencia del discurso de Paredes, el discurso de Cardozo es más coloquial. Mientras que Paredes se sostiene de las referencias clásicas y del canon occidental, Cardozo –aunado a sus influencias literarias– se ocupa de la actualidad, de los problemas y dramas cotidianos.
La constante en este grupo antologado es la libertad, la multiplicidad de pensamientos y la diversidad de ideas. La flama que no se extingue en la renuncia a lo establecido, a las autoridades. Se deja constancia de esa muerte de dios, que es la muerte de todo aquello que pretende ser norma causadora de culpas, y se rompe con eso que busca doblegar a los espíritus. Los autores antologados, parecen renunciar a ser víctimas y a ser participes de odios. Se muestran resueltos a vivir y dejar vivir, a leer y dejar leer. No intentan establecer fricciones insanas de valores arquetípicos, sino que soslayan la imprecación del tiempo, sobre los pasados errores y se ríen de todo aquello que intente limitarlos. El espíritu combativo permea en las hojas de esta antología, ese mismo espíritu que se narra en las aulas, que se dibuja en el consumo de libros, obras de arte, filmes, para seguir caminando sin más temores a la noche y a la oscuridad. Los autores convocados en esta antología lo han ido descubriendo. Llevan el parásito de la literatura metido entre los ojos, contaminando su sangre. Y solo el empeño podrá decir a dónde habrán de llegar con este impulso que ahora se les brinda al reunirlos y sacarlos a la luz de otros lectores. Porque en Yucatán las antologías no han sido pocas. Las más recientes se pueden nombrar a partir de La voz ante el espejo, Nuevas voces en el laberinto, hasta el trabajo de Casi una isla, para ceder paso a la que hoy presentamos.
La literatura en la península de Yucatán tiene exponentes tenaces y de gran constancia. Podemos establecer en la década de los nacidos en los sesenta a Jorge Lara, José Díaz Cervera y Álvaro Chanona Yza. En narrativa por Carolina Luna y Carlos Martín Briceño. La década de los setenta en poesía está representada por Lourdes Rangel, y en narrativa por Will Rodríguez y Roberto Azcorra Cámara. Los nacidos en los ochenta en poesía por Manuel Iris e Ileana Garma. Autores cuya obra poco a poco irá formando parte del corpus de la literatura yucateca. Hay muchos más nombres a los que usted puede acceder con calma, y que nombrar nos llevaría algunas cuartillas.
Los autores acá documentados e alzan la mirada, y frente a ellos se vislumbra el camino de una carrera literaria que tiene que ser recorrida. Ser escritor no es cosa fácil. No es un disfraz para agradarle a un selecto grupo de personas. Es tener conciencia de la creación de personajes, historias que formarán un mundo diferente, a donde viajarán aquellos lectores que habrán de consumir su trabajo en busca de hallarse a sí mismos. Ser escritor es, incluso, una gran carga que pocas veces deja descansar. ¿Estás preparado para serlo? ¡Que el tiempo ponga en su lugar a los poetas!