Tengo una bequita vestida de… Corrupción

Dr. Adán Waldemar Echeverría-García

¡Ay las becas!, ¡ahí vienen las malditas becas del Fonca otra vez! Y con ellos los disgustos, los insultos, las fingidas felicitaciones, y el sopor de la corrupción, una vez más.

Al parecer este comportamiento es, en los últimos años, el comentario de muchos. Desde que Harold Bloom esgrimiera aquel epíteto de «La Escuela del Resentimiento!, los lectores de Bloom, y los que dicen que leen pero apenas funcionan como teléfono descompuesto (no leen la obra original sino las múltiples citas que otros van haciendo de la obra, hasta que al final aparecen quienes dicen que Pepo es quien escribió sobre La Escuela del Resentimiento en un número de Condorito, o que algún Youtuber hizo el comentario en sus videos); repito, desde que Bloom escribiera sobre la Escuela del Resentimiento, existen quienes se apropian de la idea a su favor y lo utilizan para acusar a los demás: Me critican porque están resentidos, yo no soy corrupto, el corrupto es el otro, ellos son los corruptos, yo no lo soy, mi novia no es corrupta, aquella sí que lo es… y así.

Y de eso se trata. Si mis amigos se ven beneficiados, entonces me quedo callado y lanzo una felicitación. Pero si no fui beneficiado, o si una ex novia, un exnovio (de esos que hasta vale la pena decir: le dieron beca de arte «ese hombre» que estoy casi seguro algún día se convertirá en golpeador de mujeres –acusación que muchas mujeres hacen sobre aquel que ya no quiere estar a su lado o se busco otra mujer, recuérdese el video de la poeta con sangre en la nariz y la foto del «becario» de arte, chofer de uber, con su Cartel de Se Busca, fruto del ingenio de las amistades de la poetas) entonces que los crucifiquen, hagamos polvo su persona, tirémosle con todo..

Porque en las redes sociales la Escuela del Resentimiento de Bloom ha crecido exponencialmente, al menos en México. Y más entre dos tipos de entidades: un sector de «escritores», perseguidores de premios y becas, y un grupo de mujeres que se hacen llamar «feministas», pero solo alcanzan a serlo de redes sociales y blogs y no de trabajo social, ni de investigación. Se han vuelto personas inestables de las que es mejor escapar: Ese poeta me insultó, ese escritor viejo me dijo que Mi Culo. Ese profesor tallerista dijo que quiere conmigo. Puag, de ridículos.

Las manoseadas becas del Fonca siguen dando memes y disgustos de unos contra los otros, unas contra las otras, unos contra aquellos y todos contra todos. ¡Patético! Y siempre los habrá cínicos en todos esos sitios. ¡Que suelten el poema y que empiecen los madrazos!

El reconocido y premiado poeta Luis Aguilar (Tamaulipas, 1969) escribió en el facebook, el día 23 de agosto de 2017: «Exijo se le retire la beca del FONCA a Irasema Fernández, porque no se vale hacer tiros sobre seguro. Ella trabaja en Difusión y Prensa de la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura, sus teléfonos como funcionaria son (55) 4155 0200 ext. 9642. Es IMPERDONABLE este tipo de agandalle: Pido la beca y, si me la dan, renuncio al jale, porque me seguirán pagando; pero si no me la dan, tengo mi jale seguro. Todos los jóvenes deberían competir en igualdad de circunstancias. Esto no es ni legal ni moral. No pido que renuncie al trabajo para tener la beca, pido que porque moralmente es inaceptable, se le retire la beca. BASTA de este país de gandallas y castas encumbradas en el poder cultural. Y por favor, no pequen por omisión, compartan esto. No se trata de ser amigos o no, se trata de cambiar nosotros para cambiar al País. Antes de este post llamé a Irasema Fernández, quien me explicó que no es funcionaria de gobierno porque trabaja por honorarios. Le respondí que lo es, desde el momento mismo en que ocupa una oficina y contesta un teléfono de servicio público. Me dijo amablemente que estaba yo en libertad de externar mi punto de vista. Le expliqué que no era nada personal, que no competí y que ni siquiera estoy en edad de hacerlo, pero que me parece que no podemos seguir dejando que pasen estas cosas en México. Es por el bien de todos. Es momento de hacer valer no sólo el derecho legal, sino el moral. Es necesario que en México se reinstaure la vergüenza.»

De inmediato quise saber quién es Irasema Fernández, porque uno es lector, pero lee obras valiosas, no comienza por leer a personas porque son alumnas de un «escritor», y porque uno no tiene porque conocer a todas y todos los que dicen que escriben en México. De un perfil de facebook a otro fui caminando y encontré que con el nickname (avatar-apodo) de Irasema Feres se le puede encontrar en el Facebook, donde en efecto dice que trabaja en la Secretaría de Cultura. Entonces Luis Aguilar no miente ni se equivoca como muchos han querido decir. Y tampoco lo mueve la envidia, no tiene edad para participar en la convocatoria Jóvenes Creadores, entonces no se le puede acusar de que pertenezca a la Escuela del Resentimiento. No. Lo que Luis publica, es por indignación. Eso nos queda claro a todos, menos a los amigos de Irasema Fernández (Ciudad de México, 1990), y al parecer tampoco a ella.

En verdad pareciera no sentirse apenada porque sepamos que conoce desde adentro de la Secretaría de Cultura a los tutores que se «reunieron a dictaminar los proyectos»; no le da pena saber que tenía a la mano los medios para aparecer publicada en diferentes revistas, revistas de literatura que pagan, como Tierra Adentro, codeándose con los organizadores del Fonca. Total, todo queda en casa. Es en la revista Tierra Adentro donde se le pueden encontrar múltiples colaboraciones. Recordar que Tierra Adentro ahora no te publica si no estás dado de alta en hacienda, no importando si tus textos son buenos o malos; los que se encargan hoy de la edición de dicha revista solo requieren que estés dado de alta en hacienda. En la discusión respecto de la beca, señalan que Irasema está dada de alta en hacienda y que está contratada por honorarios, entonces bien puede dar recibos por sus colaboraciones en las revistas de Tierra Adentro, y de todo lo que pueda. Bien por ella el tener trabajo y que le paguen por escribir. Mal por ella que participe en convocatorias de becas a jóvenes creadores. La chica tiene resuelta su economía, ya que le publican de manera mensual en Tierra Adentro, tiene sueldo de la Secretaría de Cultura por honorarios, y lo que se vaya acumulando, siendo el mismo ente federal quien emite sus recibos de honorarios.

Esta mujer Irasema Asenet Fernández Reyes que aparece en Directorios de Sedeculta como encargada de Programación literaria y Logística para un número variable de festivales y programas culturales, hoy dice que Sí puede tener una Beca del Fonca para Jóvenes Creadores. ¡Vaya cinismo!

Personitas todas que dan pena. Los que le otorgan la beca, como ella misma por decidir participar. Son personas que han demostrado no tener ética. Acaso los que fungieron como Jurados y que serán sus tutores en la modalidad de Cuento no la ubican como trabajadora de la Secretaría de Cultura que es el ente convocante. Para qué entonces desarrollar un Código de Ética para Jurados y Becarios, si al final se entregarán algunas becas por recomendaciones, sin validar que se la estás entregando a una mujer que es parte del ente convocante.

Queridos escritores mexicanos ¿acaso no han entendido, junto con sus grupies, que no son los premios, ni las becas, las que validan la obra de los autores? ¿Quién carajo lee las obras de los becarios del Fonca? ¡Si en ocasiones ni siquiera las escriben! Pero con el dinero de las becas, entran al cómodo grupo de autores literarios que pueden pasearse Sudamérica, ir a Europa, hacer estancias en diferentes partes del mundo, porque sus tutores –otros pequeños autores que viven del erario- los han elegido. En fin, una cuestión de amistad entre maestro y alumno literario, y nada más. Una pena el asunto.

No, no, no señorita, yo igual he sido becario del Fonca y no tuve que hacer estas tranzas.

Las becas nunca han sido el problema de una sociedad ni de un sector de ella. Yo he tenido de Jóvenes Creadores, su símil estatal, la del Pacmyc, de Alas y Raíces, del Conacyt para el doctorado, de posdoctorado. El problema de las becas radica en cómo las asignan, y en el por qué las asignan. Y el otro problema es que los que las reciban no concluyan los proyectos.

Yo conocí becarios del Fonca que no terminaron sus proyectos, incluso quienes ni siquiera asistieron a los tres encuentros que debes asistir. Conocí becarios del Conacyt que no concluyeron sus estudios, que reprobaron las materias, pero disfrutaron cruzar el charco llamado Atlántico, o mejor, se compraron un coche cuando llegó la primera ministración, que en ocasiones suma los tres primeros meses.

Pero igual conozco instituciones y universidades que «inventan becas de posdoctorado», para no contratar ni por honorarios a un investigador que tiene doctorado. Prácticas que se suman a otras como: Firma tu renuncia antes de empezar el trabajo, firma tus viáticos de salidas de campo y ya luego te las pagaremos -y muchas veces se suman tantos viáticos que los jefes deciden mejor no pagártelos.

Todo esto evidencia el país jodido en el que vivimos, un país que lidera la corrupción. Y si aquellos que se dicen ser «los leídos», los «intelectuales», los «conocedores», los «científicos», son los que cometen actos de corrupción, si son estos mismos quienes se regalan becas, recuerde usted el triste caso de los Amigos del Círculo de Poesía. Pareciera que los lectores no tienen por dónde caminar.

Yo recomiendo a los becarios:

1) Aprovecha el año de beca, para conseguir otra cosa que te haga mejorar en lo económico. Que la beca te sirva apenas de colchón.

2) Aprende de los tutores, y exígeles.

3) Concluye tus proyectos. Si es de ciencia, escribe el artículo científico (paper), y varios de divulgación; haz los muestreos, compra los reactivos necesarios, ve a congresos y estancias. Si tu beca es de arte, asiste a encuentros, escribe mucho, corrige, da talleres, da conferencias. Ten contactos que te ayuden a desarrollar mejor tu trabajo como artista.

4) Haz que la beca rinda frutos; piensa en todos aquellos campesinos, albañiles que pagan sus impuestos de donde surge el recurso de la beca, haz que ellos digan: Valió la pena, por lo menos entregando los productos de la beca.

Porque luego por unos malos becarios del Fonca (como Irasema) y del Conacyt, pagamos todos, los que estamos y los que vienen. Y no es justo que quiten estos programas por los actos de corrupción y falta de ética de unos cuántos.