Río Abajo, Río Arriba

Dr. Adán Echeverría-García.

¿A dónde conducen los ríos? Los ríos son como los sueños, jamás dejarán de correr, y siempre será difícil contenerlos. “El agua tiene memoria”, decía mi sabia Tía Evelia, y tardé mucho en darme cuenta de que es una verdad de Perogrullo; y en Matamoros podemos constatarlo cada vez que cae una pequeña llovizna. El hecho de que nuestra hermosa ciudad haya crecido en las riberas del Río Bravo, en sus márgenes, sobre sus esteros, nos demuestra cada temporada de lluvias y nortes, lo frágil que somos los seres humanos contra lo real que suele ser la Naturaleza.

Aún con todo, no alcanzamos a darnos cuenta de esa fragilidad ecológica que se percibe como la posibilidad de deterioro y que, en busca del equilibrio, la Tierra misma, de vez en cuando, nos brinda despertares de conciencia con cada desbordarse de los ríos, dejándonos en la total indefensión.

Las imágenes de los vehículos, las casas, puentes, carreteras, edificios, graneros, establos, animales, cañaverales, sitios agrícolas, silos, fábricas todas, chimeneas, torres eléctricas, sucumbiendo ante el poder del agua que corre cuando un río termina por salirse de su cauce.

Uno tiene que vivir en lugares desérticos para valorar el recurso del agua. Lo sé por experiencia propia. Tres años de vivir en Ensenada, Baja California, donde cada semana teníamos apenas tres días de agua en las tuberías, te puede enseñar a valorar el vital líquido.

Todos los ríos nos conducen al mar, y esa realidad nos tiene que hacer reflexionar en lo que somos como humanidad. El mar de donde todos los seres hemos provenido, por miles de años de evolución. No por nada el inicio de la cultura humana ha nacido en las riberas de dos enormes ríos como lo siguen siendo el Tigris y el Éufrates.

Razón por demás principal para entender qué somos los humanos asentados frente al Río Bravo, qué somos los ciudadanos que vivimos en Matamoros, al compartir las aguas de este hermoso río con el país de en frente. Dos sociedades tan disímiles y tan similares al mismo tiempo, tan hermanadas por lazos indisolubles, que basan su economía, su gasto hídrico en los aportes que el Río Bravo nos otorga.

Es por ello que tiene que ser motivo de celebración que los dos países intenten sembrar en sus jóvenes la cultura del cuidado del agua, del respeto por el estado de salud ambiental del agua que se contiene y corre a través de los estados de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, recorriendo más de 3 mil km, saliendo desde las montañas nevadas de Colorado y Nuevo México (EEUU), para terminar en el Golfo de México, acá, en el municipio de Matamoros.

¡La maravilla! Entender que somos la ciudad que goza en su hidrografía de la enorme oportunidad para mirar como este hermoso y grande río se interna en el mar, debería ser motivo de orgullo para cada habitante de esta hermosa ciudad.

¡Yo vivo en Matamoros, Yo amo el Río Bravo!, deberían decir las camisetas, y las gorras, y deberíamos portarlas con orgullo. Necesaria es la campaña que brinde publicidad a esta maravilla natural de la que hemos sido, somos, y seremos testigos, todos los habitantes de esta ciudades, para valorar el Río Bravo, cuidarlo, respetarlo, y protegerlo de la contaminación.