¿Qué son las ciudades inteligentes y cómo estamos en México?

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Junio de 2018 marca el comienzo de un nuevo proyecto de vida desde donde podré involucrar, dentro de mi tema de investigación en ambientales, la sustentabilidad, la forénsica ambiental y el desarrollo ordenado de las ciudades. Particularmente me mueve el desarrollo de mis investigaciones y proyectos a la implementación de las Ciudades Inteligentes en México.

El concepto Ciudad Inteligente (Smart City) surgió en los años 90 (años antes, años después) del siglo pasado para intentar entender los problemas de sostenibilidad que surgían en las ciudades y que se centraban fundamentalmente en la eficiencia energética y la reducción de las emisiones de carbono. Una lucha de aquella época, recordarán, fue quitar el plomo a las gasolinas; en esos días todos hablábamos de la capa de ozono y los fluorocarbonos, o del efecto invernadero, así como de la lluvia ácida, en la que la contaminación en las ciudades nos tenía acongojados, y el ser humano prestó batalla para tratar de entender estos procesos, encararlos, y tratar de hacer que disminuyan. Actualmente nos enfrentamos a los estragos ambientales globales que se ven reflejados en el Cambio Climático al que tenemos que hacer frente. La conciencia de la sociedad de las últimas dos décadas del siglo XX permeó en los gobernantes de nuestro país. En México, de 1988 es la Ley General del Equilibrio Ecológico como el ejemplo más grande de Reforzar el Entendimiento desde la Jurisprudencia del Ambiente en el que estamos inmersos todos los habitantes de este país.

El término Ciudades Inteligentes se ha vinculado al papel de la infraestructura de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y el uso habitual y constante que de ellas hacemos. Interconectando cualquier centro poblacional con el mundo entero. Por ello, una ciudad inteligente debe hacer un esfuerzo consciente para contar con un enfoque integral que emplee las tecnologías de la información y la comunicación, para un análisis en tiempo real de los procesos que ocurren en la ciudad, con el objeto de transformar y mejorar la calidad de vida de la población que vive en la ciudad, garantizando un desarrollo económico sostenible.

La definición más clara de «ciudad inteligente» es la de una comunidad que es eficiente, habitable y sostenible. Las ciudades inteligentes, los centros urbanos donde vivimos, deben volverse eficientes, habitables y sostenibles, en el corto como el largo plazo, y requieren de la participación de los gobiernos, los ciudadanos, así como de las empresas.

Considerando que el crecimiento de las ciudades, a nivel mundial, ha sido en aumento exponencialmente a partir de la mitad del siglo XX, por lo que la preocupación de la comunidad científica, relacionada con el desarrollo sustentable, De acuerdo a datos del Banco Mundial el crecimiento de la población urbana pasó de ser de un 34% en 1961 a ser de 52% para el año 2011, y se prevé que en menos de 40 años, el 70% de la población mundial vivirá en las ciudades

para crear la nueva inteligencia de las ciudades, hay que combinar el software con las redes de telecomunicaciones digitales, la inteligencia integrada de forma ubicua y los sensores e identificadores

Pese

Sirve para analizar y diagnosticar realidades urbanas y ciudadanas. Relacionan el plano urbanístico de cada centro poblacional, su fenomenología social y su carácter político. Tal esquema permite aproximarse a un diagnóstico del nivel de inteligencia de cualquier ciudad incluso en sus espacios públicos o libres. Un segundo análisis e interpretación plantea la necesidad de un método que una razón y emoción al acercarse a la realidad urbana, para comprender fenómenos como la sociabilidad vecinal, la apropiación afectiva de los espacios, la identificación con los lugares, la memoria colectiva de los distintos grupos ciudadanos y hasta la historia de los barrios.

el hombre no se siente cómodo con la simple adaptación al medio, y acaba adaptando el medio a sus incesantes necesidades.

Una ciudad inteligente sería, por lo tanto, la que está en mejores condiciones para servir de escenario a la felicidad de sus ciudadanos.

la mayoría de los humanos vivimos en ciudades y tanto los lenguajes como los modos de vida y los poderes ciudadanos son los únicos que se consideran homologados, rigurosos, potentes y contemporáneos

Esto se hace patente en los paisajes fundantes de lo metropolitano, en los escenarios de las urbes y en sus espacios públicos, donde los ciudadanos desde el paseante al transeúnte y a los propios gestores- son al mismo tiempo usuarios, actores y jueces de la ciudad. Son los que rematan y hacen operativos tanto el desarrollo real de cualquier propuesta urbanística, como el objetivo teórico de las políticas y la gestión urbana; en ellos está el origen y el desarrollo de reivindicaciones, son los verdaderos consumidores de ciudad, los generadores de sinergias o de conflictos, y constituyen una parte indisociable del paisaje urbano, de su vitalidad o, por el contrario, de su crisis.

puede resultar aceptable la premisa de que unos paisajes, unos escenarios simbólicos y unos espacios públicos variados, multiescalares y vitales son sintomáticos de una ciudad inteligente. No en balde, el fin último de los espacios colectivos ciudadanos es ser fuentes de identidad, relación, sociabilidad y reconocimiento. Ahora bien, desde la perspectiva compleja y variable que se aboga, se pueden diferenciar entre una gestión inteligente, que ofrecería contenidos y oportunidades a estos elementos significativos de la ciudad, y un uso inteligente de los mismos por parte de los ciudadanos, que aprovecharían estas oportunidades y generarían o reclamarían otras; encontrar en toda ciudad los paisajes fundantes. Por ejemplo, para Ensenada tenemos que unir La Bufadora, con El Cerro de El Vigía, con Punta Morro, así como El Cañón de Doña Petra.

procurando a los propios ciudadanos la posibilidad de salir andando de sus respectivos domicilios y llegar a un otero desde el que se pueda contemplar la ciudad completa y sus paisajes fundantes. Pero, además, esta medida se convierte en una tarjeta de visita de ciudad inteligente que tiene en cuenta, como los grandes viajeros románticos aconsejaban, que al llegar a una ciudad lo primero que había que hacer era verla desde lo alto, como los pájaros

Las ciudades precisan, hoy más que nunca, una planificación estratégica. Sólo así podrán plantearse vías de innovación y priorizar lo más importante para su futuro

El proceso de planificación estratégica debe ser participativo y flexible, y debe fijarse un objetivo central: definir un plan de acción sostenible que brinde singularidad y notoriedad a la metrópolis.

La experiencia demuestra que las urbes deben huir de la visión cortoplacista, ampliar su campo de visión. Deben recurrir a la innovación con más frecuencia para mejorar la eficiencia y la sostenibilidad de sus servicios. Y por último, deben fomentar la comunicación, y lograr que ciudadanos y empresas se impliquen en los proyectos.

Ha llegado el momento de ejercer una gobernanza inteligente que tenga en cuenta todos los factores y actores sociales, con una visión global

Guadalajara, Jalisco, Monterrey, Nuevo León y Ciudad de México, igual han entrado a esta dinámica la ciudad de Querétaro, Qro, y la ciudad de León, Guanajuato.

 

Literatura consultada

Antonio García García Juan F. Ojeda Rivera F. José Torres Gutierrez. 2007 Hacia una nueva lectura de las ciudades y sus espacios: ausencias y emergencias en la ciudad inteligente. Universidad Pablo de Olavide. Sevilla.