Pomuch, Campeche, limpia los huesos de sus difuntos

En Pomuch, comunidad maya ubicada a 70 kilómetros de la capital de Campeche, la muerte se acaricia, se abraza y se contempla.

Regresar a la tierra otra vez y van a estar con nosotros presentes para no olvidarnos de ellos pue prácticamente venimos cada año a cambiarlos”, asegura Alexandra Hernández, familiar.

Como cada año, previo a los festejos del día de muertos, los habitantes de este pueblo encuentran momentos de paz cuando acuden al panteón a limpiar los huesos de sus difuntos para recordar cómo eran en vida

“Era muy alegre, muy limpia, le gustaba ponerse sus hipiles así bonitos, pues se maquillaba, se pintaba, se peinaba, se entalcaba, era una mujer así alegre, bonita, era muy bonita la verdad. Como que ella viene de paseo”, relata María de los Ángeles Panti, familiar.

Como lo marca la tradición heredada por sus ancestros mayas, doña Delfina Hernández, estrenará vestimenta. Los vestidos son manteles de tela blanca con multicolores bordados que envuelven los restos óseos de los difuntos. Para que los muertos estrenen vestido se realiza una ceremonia especial.

Con mucho cuidado, Alexandra Hernández, saca del pequeño mausoleo color naranja, una caja de madera, donde se asoman los restos óseos de su abuelita, quien falleció hace ocho años.

“Este es el fresco, pero el fresco de los muertos, aquel fresco que nos va a venir abrazar y con ellos vienen ellos de visita”, dice Alexandra Hernández, familiar.

Contrario al sentimiento de miedo que muchas personas experimentan ante la muerte, en Pomuch, los lugareños la observan y la tocan con amor y respeto.

“Debemos de tener miedo a los vivos, porque a los muertos qué nos pueden hacer los pobrecitos la verdad, no nos pueden hacer nada porque es un recuerdo para ellos, es un amor”, precisa María de los Ángeles Panti, familiar.

El cementerio de Pomuch parece cobrar vida con la alegría de un pueblo que, con respeto, pero sin temor cambia el vestido de sus difuntos para celebrar la fiesta de la muerte.

HVI