LOS HIJOS SON EL ARCO IRIS

el hijo contra el padre por el dominio del universo,
y la hija contra la madre para ser el mundo dominado
Joseph Campbell

Cada que planees tener relaciones sexuales plantéate: 1) Quieres embarazarte; 2) Quieres contraer una enfermedad. Cuando reflexiones toma la opción que tu inteligencia y discernimiento te inviten a realizar. Y hazte responsable de lo que venga después. Este planteamiento tardará apenas unos segundos; debe ocurrir -si lo practicas- entre beso y beso, en cada caricia, en cada prenda que vas o te van quitando. Repasa esta sentencia de J. Campbell: «Vidas que han sido expulsadas del vientre solo para fracasar», y cómo te sientes ante la idea de quedar embarazados. ¿Lo dejarás fracasar? ¿No pudiste evitar embarazarte?

Uno de los principios irrenunciables de los seres humanos es el derecho a ir en busca de la felicidad. Y qué mayor felicidad que alcanzar la plenitud de los deseos. Poder viajar a la capital del país, poder conocer los dos océanos que flaquean la república mexicana. Cruzar la frontera sur, y cruzar la frontera norte. Viajar a Europa, Asia, África, Oceanía. El mundo no termina al final de la calle, ni en el rincón de los enamorados. Piensa si has tenido oportunidad de bañarte en un río, en un lago, en un cenote, en el mar Caribe; en conocer personas diferentes a las de tu colonia. En acceder a la educación. Poder enamorarte y vivir el desamor sin drama. Poder sufrir y tener los arrestos de decir: «Lo bailado nadie me lo quita». Viajar en barco, tren, avión, motocicleta. Conocer la nieve, caminar un bosque, recorrer un desierto, subir al edificio más alto construido en México. Entrar a un estadio de soccer o de beisbol. Probar diferentes alimentos. ¿Acaso todo termina en tomar alguna droga en el cuarto de los compas? ¿En beber hasta la embriaguez cada fin de semana con las mismas personas? Hay mucho más, mucho más que aún no has vivido. Date permiso de hacerlo. Convéncete.

¿Qué de todo lo anterior podemos hacer si nos embarazamos a los quince años?

Mientras leía en el celular, cuentos de Horacio Quiroga, escuché la plática de dos chicas preparatorianas: – Este año cumplo 18; y me voy a pagar un tatuaje. Ahora soy menor, y a mi madre no le gustan los tatuajes, pero apenas cumpla 18, haré lo que me dé la gana.

– ¿Y qué piensas tatuarte?

– No lo sé, pero me tatuaré todo el cuerpo, hasta la cara.

– ¿La cara?

– Sí, me voy a poner una lágrima.

– Dicen que pero para eso debes haber matado a alguien.

– Pues lo mato. Mi madre me tiene harta. Me tatuaré mi lágrima, ya lo verás.

Yo pasaba las letras de «Los buques suicidantes», y dije, junto al capitán del cuento: ¡Farsante!, y añadí para mí, bien que escuchas en silencio. Miré los cerros, y detrás el mar que lamía -como desde hace tantísimo- la playa. Pensaba si la mayor ilusión de una chica de prepa deberían ser los tatuajes.

El arco iris representa la promesa de Dios de no volver a destruir al mundo. Representa a cada niño que va a nacer, porque cada niño es una nueva oportunidad para la humanidad. ¿Qué les estamos enseñando a nuestros niños? Hay que hacerse responsables.