Los amores son como la música.

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Guárdate los Te amo para otro;

a mí me bastan tu silencio y tu calma.

Los amores son como la música, necesitan de silencios. Cuando un árbol cae en el centro de un bosque el ruido que hace es escuchado por aquellos que saben referenciar el sonido y decodificarlo; pero si no hay quien pueda escucharlo, entonces el árbol al caer ¿no provoca ruido?

Me gusta aprender mucho de mis alumnos. Al leer sus poemas, sus cuentos, sus fragmentos de novela, voy conociendo parte de sus preocupaciones, parte de su cultura, su educación, su forma de ver el mundo que les rodea, observo lo que hay adelante para sus objetivos y sus sueños. Recientemente tenía taller con una escritora, alumna mía. Ella viene trabajando un libro de cuentos sobre su abuelo, y una novela que al principio pudiera parecer sobre el romanticismo, el amor y el desamor. Pero al irla leyendo, al ir conociendo a su autora, uno pueda darse cuenta que la novela trata de la búsqueda de una mujer por encontrarse a sí misma. Y es encantador poderla estar leyendo mientras va brotando desde la creatividad, talento, y disciplina de su autora. No es el amor hacia el otro lo que la hace crear, no es el desamor, es el poder encontrarse. Escribe para irse quitando capas de la historia que le ha dado forma, y poder mirarse desnuda y de frente en la hoja blanca. Y nosotros, como lectores, asistimos a la deconstrucción de un personaje femenino que se crea y se recrea dentro de la historia.

Los amores necesitan de silencios, decía al iniciar este texto. Y todo porque tenemos que dejar de idealizar las ideas del amor sobre el romanticismo, dejar de asociar el romanticismo con la cena romántica, la salida en una cita, que los gringos acostumbran tanto en sus películas, en sus series de televisión, que pretenden que luego de la cena, vayan a hacerse el amor.

Ya me los imagino en la realidad. Siempre se les muestra tomando vino, comiendo pasta, en ocasiones langosta o algún marisco, cerveza, y luego llegan a la casa a darse de besos. Supongo entonces que los aromas de la cerveza, de la langosta, el vientre hinchado por el proceso de la digestión, no les causa empacho a la hora de los besos, las caricias. Quiero que te imagines besando a ese chico luego de una botella de vino y haber comido una langosta. Quiero que te imagines besándote, portando tan cariñoso para llegar al acto sexual, que como quieras representártelo tendrá inmerso los eructos de la cerveza, de la cebolla, del ajo. ¡Qué romántico!

Nos acostumbramos a este tipo de ideas planteadas dentro de las relaciones de pareja porque idealizamos los momentos. Pero algo que idealmente fue bello para tí, jamás podrás tener la certeza de que lo fue para la otra persona. Y esto porque el amor es y tiene que verse de manera unidireccional, de ti hacia aquel o aquella a la que quieres amar. Si vos pretendes que el amor sea recíproco entonces No amas, compites. Tienes un gran problema que debes buscar resolver.

El amor requiere de los silencios, no de las llamadas obsesivas al teléfono móvil. El amor requiere de los silencios, no de las constantes charlas en ocasiones innecesarias. Cuando amas en verdad atesoras la compañía en soledad, como añoras las charlas largas y extensas cuando te ibas conociendo durante el enamoramiento. El amor crece, no se hace viejo y nunca termina. La pasión puede asentarse en un estado de meseta pleno, el desenfreno sexual puede incluso llegar a un punto base, o terminar cediendo. El amor nunca termina. Cuando el amor es verdadero llena. El amor es darse, entregarse, no espera reciprocidad.

No confundamos el enamoramiento con el amor. El ritmo del amor, ése es el que hay que saber apreciar, su esencia musical, para valorar los sonidos, las armonías y los silencios.

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